jueves, 29 de enero de 2015

Tres pasajes para combatir globalización de la indiferencia

Cuaresma 2015:


Dios no es indiferente con nosotros, conoce nuestro nombre y nos cuida, afirmó el Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma 2015.


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CIUDAD DEL VATICANO- En el Mensaje propuso a los fieles tres pasajes para reflexionar y renovar su encuentro con Cristo, y así combatir la globalización de la indiferencia.

Cada uno de nosotros le interesa a Dios, “su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás); no nos interesan sus problemas ni sus sufrimientos ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia”, señaló el Santo Padre.

Sin embargo, advirtió que “esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial”, y es también una tentación para los cristianos.


“Si un miembro sufre, todos sufren con él”
En este Pasaje, Su Santidad explica que, con sus enseñanzas y testimonio, la Iglesia ofrece la “Caridad de Dios, que rompe esa cerrazón mortal, en sí mismos, de la indiferencia”. Sin embargo, nadie puede testimoniar lo que antes no ha experimentado, como ocurrió el Jueves Santo, cuando Pedro comprende que el servicio de lavar los pies los unos a los otros “sólo puede hacerlo quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen ‘parte’ con Él y así pueden servir al hombre.

“La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo, y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los Sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el Cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia”, añadió.


“¿Dónde está tu hermano?”
El Papa pide llevar a la vida de las Parroquias y Comunidades lo que se ha dicho para la Iglesia Universal. “¿Se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta, cerrada?”, preguntó.

Por otra parte, puntualizó que “toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la Sociedad que la rodea; con los pobres y los alejados. La Iglesia, por naturaleza, es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.

“Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras Parroquias y nuestras Comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”, expresó.


“Fortalezcan sus corazones”

El Vicario de Cristo alertó: “Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?”

Propuso enseguida que, en primer lugar, se debe orar en comunión de la Iglesia terrenal y celestial: “No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa ‘24 horas para el Señor’, que deseo se celebre en toda la Iglesia -también a nivel diocesano-, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración”, afirmó.

En segundo lugar, invitó a “ayudar con gestos de caridad” hacia las personas cercanas y lejanas. “La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma Humanidad.

“Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos”, resumió.

Finalmente, invitó a orar “Fac cor nostrum secundum Cor tuum: Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús), para tener “un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia” (ACI/EWTN Noticias).


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