jueves, 15 de enero de 2015

Bicentenario del Nacimiento del Arzobispo Pedro Loza y Pardavé

Testigo del Evangelio en su tiempo.


La efeméride coincide con la Centésimoprimera Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado; condición, por cierto, que sufrió aquel heroico Prelado al ser perseguido.


pedro loza 2


Pbro. Tomás de Híjar Ornelas

Cronista de la Arquidiócesis


El martes 16 de diciembre próximo pasado, mediante Carta-Circular dirigida a toda la comunidad diocesana, el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, informó y dispuso que el Bicentenario del Nacimiento del II Arzobispo Metropolitano, don Pedro Loza y Pardavé, resaltase la vida y la obra del que llamó “Varón de grandes méritos para la Iglesia y para la Sociedad, Benemérito de la Educación y reconstructor de la Iglesia en lo material y en lo espiritual”.

Será él mismo quien encabece la acción de gracias este domingo 18 de enero a las 12 horas en su Catedral y en todos los demás templos que hagan suya su disposición de asegundar otro tanto. Vendrán luego diversas actividades, coordinadas por el señor Cura José Abel Castillo Castillo, Párroco de Nuestra Señora de la Paz; entre ellas, una Asamblea de Escuelas Parroquiales, una Jornada Académica, algunos actos de reconocimiento público a la memoria de Monseñor Loza, y una Exposición Gráfica itinerante en aquellos lugares especialmente relacionados con el Prelado.

Como en las páginas de esta publicación se dieron a conocer recientemente algunos datos de la biografía de don Pedro Loza, divulgaremos ahora noticias poco conocidas de su vida; verbigracia, los muchos años en que sufrió el destierro.


PASTOR EN TIEMPOS BORRASCOSOS

En su Mensaje para la 101ª Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado de este año, el Papa Francisco quiso resaltar que la Iglesia es una Madre sin fronteras, Madre de todos; circunstancia que probó don Pedro en repetidas ocasiones en los tres destierros que sufrió, de dos años el primero, de unos meses el segundo, y de cinco años el tercero.

Consagrado Obispo de Sonora -con Sede en Culiacán- a la edad de 37 años, en 1852, sufrió el primero de los tales entre 1858 y 1860, como represalia que le impuso el militar liberal Rafael Ángel Corella por haber impedido el Obispo que se diera sepultura eclesiástica a un cabecilla liberal. Durante ese destierro, residió en San Miguel de Horcasitas.

En 1860 regresó a Culiacán, pero apenas llegó a su Sede, supo que el flamante Gobernador de Sinaloa, Plácido Vega Daza, había girado en su contra orden de aprehensión, de modo que se encaminó presuroso a Álamos, donde ya lo esperaban esbirros del Gobierno, quienes lo aprehendieron y remitieron en calidad de detenido a Culiacán y de allí a Mazatlán, donde se le embarcó al Puerto de Acapulco, dejándolo a disposición del guerrillero Juan Álvarez. Éste fue su segundo destierro.

Con la venia de este caudillo, el Obispo optó por el exilio, embarcándose en diciembre de 1860 a San Francisco, California, donde lo asiló el Pastor de esa Diócesis, el Fraile Dominico catalán Josep Sadoc Alemany y Conill. Allá vivió cinco años, durante los cuales confirió el Orden Sacerdotal, entre 1861 y 1864, a muchos Presbíteros para el Clero de México, pues todos los Obispos, menos uno, habían sido expulsados del país.

El tercer destierro cesó en junio de 1865, con el arribo del Sr. Loza a Mazatlán, de donde zarpó para Guaymas, y de ahí se desplazó por tierra a Hermosillo. Mas, apenas llegó, en enero de 1866, las circunstancias le obligaron a volver sobre sus pasos, de modo que otra vez en Guaymas se embarcó el 12 de septiembre -travesía que casi le costó la vida-, y luego de una muy breve estancia en Mazatlán, se encaminó a San Blas y de allí a Tepic.

Finalmente, el 3 de noviembre arribó a Guadalajara, cuyo Arzobispo, don Pedro Espinosa y Dávalos, tenía ya sus días contados sobre la Tierra, y aunque murió en la Ciudad de México y no en su Sede episcopal, aquí permaneció su sucesor hasta febrero de 1867, sin figurarse siquiera que a la vuelta de pocos meses, el 22 de junio de 1868, sería preconizado como reemplazante de Monseñor Espinosa y Dávalos, tal como se explicará en una colaboración futura.


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