jueves, 15 de enero de 2015

Reconocimiento y respeto a la diversidad

La súplica del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos:

“Que todos sean uno”


Entre las Fiestas Litúrgicas de la Cátedra de San Pedro y la Conversión de San Pablo (del 18 al 25 de enero), se celebra en la Iglesia, en conjunto con otras denominaciones cristianas, una Semana para orar en común por la Unidad.


Mónica Livier Alcalá Gómez


La división o separación de los cristianos es una realidad dolorosa y escandalosa, que contradice la Voluntad de Jesucristo, que quiere que “todos sean uno” (Jn 17, 21). “La túnica inconsútil (sin costuras) de Jesús -que es su Iglesia- se ha roto y se ha dividido a lo largo de los siglos. La separación de los cristianos es un drama, un escándalo, y también es fruto de los pecados de distintas realidades e instituciones. Es una realidad que lastima a la misma identidad de la Iglesia, que perjudica la obra evangelizadora y que resta credibilidad y dispersa fuerzas”, puntualiza Jesús de las Heras Muela, Fundador y Director de la Revista Digital revistaecclesia.com.

Y es que la Iglesia, desde los primeros cinco siglos, sufrió incisiones en su estructura, aunque estas primeras fueron muy localizadas, tales como quienes predicaban las llamadas herejías trinitarias y cristológicas (arrianismo, nestorianismo, etc.) Y, aunque algunas de estas comunidades aún existen, no superan ciertos límites geográficos, y muchas de ellas derivadas del Islamismo desde el Siglo VII.


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Separaciones históricas
Según el mismo Jesús de las Heras, en el Siglo XI, hacia el año 1054, se produjo una ruptura traumática entre la Iglesia Latina y la Iglesia Griega (también llamada “Oriental”). Nacía la Ortodoxia. “Con el paso de los siglos, la ruptura principal en la persistente separación de la unidad es la concepción del primado papal: para la Ortodoxia, el Obispo de Roma -el Papa- debería tener tan sólo un primado honorífico y no jurisdiccional, como entiende y proclama la Fe de la Iglesia Católica”.

A partir de 1517, llegó la llamada Reforma Protestante, de la mano del Religioso Agustino Martín Lutero. Las diferencias doctrinales y disciplinares se acrecentaron, y las divergencias sustanciales se situaron en temas relativos a la Eclesiología, la interpretación de la Sagrada Escritura y la Antropología Teológica. El Protestantismo, además, habría de diseminarse en otras numerosas Confesiones: Luteranismo, Calvinismo, Metodismo, Pentecostalismo, etc.

En paralelo a la Reforma Protestante, surgió en Gran Bretaña el Anglicanismo, que asumió algunos puntos de la doctrina luterana y, sobre todo, creando una Iglesia propia y nacional.


En busca de lo que nos une
De 1439 a 1442 se desarrolló el Concilio de Florencia, que celebró un teórico acuerdo de reconciliación con la Iglesia Ortodoxa. Sin embargo, las disposiciones conciliares se quedaron “en papel mojado”, por la falta de interés de las Iglesias locales de ambas partes y, con la caída de Constantinopla -año 1453-, aquella firmada unidad se esfumó.

Tras la irrupción del Protestantismo y la fuerza con que emergió en Centro-Europa, gracias, en buena proporción, a las aspiraciones nacionalistas de los Príncipes, las relaciones entre la Iglesia Católica y el Protestantismo fueron prácticamente inexistentes hasta la segunda mitad del Siglo XX. Incluso, la Religión se convirtió, en algunos momentos, en causa de guerra.

Hacia 1740 surgió en Escocia un Movimiento Pentecostal que llamaba a la unidad de las Iglesias. Un siglo después, Ignatius Spencer, convertido al Catolicismo, propuso una “Unión de oración por la unidad”. Los Obispos anglicanos se sumaron a este camino en 1867, y el Papa León XIII, en 1894, animó a la práctica de un Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos en el contexto de la Fiesta de Pentecostés, acontecimiento que marcó el comienzo de la Iglesia.

En 1908, Paul Watson propuso una nueva fecha para esta iniciativa: del 18 de enero, entonces Fiesta de la Cátedra de San Pedro, hasta el 25 de enero, Festividad de la Conversión del Apóstol San Pablo. A partir de 1926, el Consejo Ecuménico de Iglesias inició la publicación de unos textos oracionales comunes para este Octavario, que contó pronto con apoyos de católicos en Francia y en otros países.


Por la restauración de la unidad
Hace poco más de 50 años que la Iglesia clausuró el Concilio Ecuménico Vaticano II, del que emanó el Decreto “Unitatis Redintegratio”, con el cual la Iglesia se sumó al movimiento ecuménico.

En este empeño y compromiso del movimiento ecuménico participaron quienes “invocamos al Dios Uno y Trino y confesamos a Jesucristo como Señor y Salvador”.

Según este mismo Documento Conciliar, uno de los más emblemáticos del Vaticano II, la práctica del ecumenismo tiene seis caminos:

1. La Reforma de la Iglesia.

2. La conversión del corazón.

3. La oración constante y unánime.

4. El conocimiento mutuo de los hermanos.

5. La formación ecuménica.

6. La cooperación entre los hermanos cristianos.

Finalmente, reconoce el Director de la Revista Ecclesia: “Se dice con frecuencia que es más lo que nos une que lo que nos separa. Y es cierto. Por lo tanto, la acción ecuménica habrá de contribuir a conocer y reconocer esta realidad. La oración es el medio o el camino; la unidad, la meta”.


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En qué va el proceso ecuménico

Dialogando, nos entendemos


He aquí el itinerario a seguir durante el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos que, en esta ocasión, toma como referencia el pasaje evangélico del encuentro entre Jesús y la Samaritana.


President Nazarbayev greets religious leaders


Mónica Livier Alcalá Gómez


El Papa Francisco recordó con una anécdota, hace unas semanas, cómo su deseo ecuménico surgió desde los cuatro años: “Iba por la calle con mi abuela. En ese tiempo, la idea era que todos los protestantes iban al Infierno. Desde el otro lado de la acera vinieron dos mujeres del Ejército de la Salvación, con el sombrero que llevan ustedes. Y recuerdo, como si fuera hoy, que le dije a mi abuela: ‘¿Ésas, quiénes son? ¿Monjas, hermanas?’ Y mi abuela me dijo: ‘No. Son protestantes, pero son buenas’. Y así, mi abuela, por su buen testimonio, me abrió la puerta al ecumenismo. Por ello, la primera predicación ecuménica que he tenido fue ante ustedes (Ejército de Salvación)”.

Tanto durante el Pontificado del Papa Benedicto XVI (incluso hasta hacer de este tema uno de los principales), como el de Francisco, se ha insistido en la importancia de la unidad de los cristianos como un signo para el mundo, que vive momentos de crisis e incertidumbres. Así lo aseguró el actual Pontífice durante su viaje de regreso de Turquía, en noviembre del año pasado, cuando auguró un futuro prometedor en la relación de la Iglesia Católica con los Ortodoxos: “Estamos en camino; tienen Sacramentos y sucesión apostólica. Estamos en camino”.

Para Francisco, “si tenemos que esperar a que los Teólogos se pongan de acuerdo… ¡No llegará nunca ese día!… La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos; es el ecumenismo espiritual, rezar juntos, trabajar juntos. Y luego está el ecumenismo de la sangre: cuando éstos matan a los cristianos, la sangre se mezcla. Nuestros Mártires están gritando: ‘¡Somos uno!’”

Finalmente, reconoció que se está trabajando por encontrar una fórmula de “Primado” aceptable para las Iglesias Ortodoxas.



Las divisiones existen porque la Iglesia se ha visto demasiado a sí misma

(Papa Francisco).



Con los Anglicanos
En 2009, y dadas las constantes peticiones de un buen número de fieles y ministros anglicanos para retornar a la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI, con la Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus, instituyó “Ordinariatos personales” para anglicanos que deseaban entrar en plena comunión con nuestra Iglesia, debido a que diversos Obispos y líderes anglicanos promovían la ordenación de mujeres-obispo y hasta el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

La fórmula elegida permitió, a los grupos anglicanos que la utilicen, ingresar en la plena comunión con el Papa, conservando al mismo tiempo “elementos del patrimonio espiritual y litúrgico específico anglicano”. Es decir, liturgias, oraciones, usanzas y tradiciones que no entran en conflicto con la Fe Católica. Anglicanorum coetibus se acompaña de algunas normas complementarias aplicativas, redactadas por el ex Santo Oficio.

Con esto, las Parroquias y las Diócesis anglicanas que en los últimos años han golpeado una y otra vez a las puertas de la Santa Sede para ser acogidas en la Iglesia Católica -desde Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia y otros países- podrán ahora ser incluidas “en bloque” en la comunión con Roma, de acuerdo con las modalidades indicadas por el Papa Benedicto XVI.


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Con el Protestantismo

Otro reciente gesto de unidad lo dio el Papa Francisco el año pasado, cuando viajó a Caserta para visitar a su amigo, el Pastor pentecostal Giovanni Traettino, y encontrarse con alrededor de 200 cristianos de esta denominación, a los cuales aseguró: “Estamos en este camino de la unidad, entre hermanos”.

El Santo Padre lamentó que “en este camino hemos hecho tantas veces lo mismo que los hermanos de José, cuando los celos y la envidia nos han dividido. Esa triste historia en que el Evangelio, para algunos, se vivía como una verdad y no se daban cuenta de que detrás de esa actitud había cosas feas, cosas que no eran del Señor, una fea tentación de división”.

El Papa Francisco, tomando las palabras de su amigo Traettino, que dijo que “la verdad es un encuentro”, señaló que es “un encuentro entre personas. La verdad no se fabrica en un laboratorio; se construye con la vida, buscando a Jesús para encontrarlo”.


Para orar por la unidad

Jesús le dice: “Dame de beber”


Día primero: Tenía que atravesar Samaria (Juan 4, 4).
¿Qué significado tiene, entonces, en el Evangelio de Juan, la afirmación: «tenía que atravesar Samaria »? Más que una cuestión geográfica, es una elección de Jesús: «atravesar Samaria» significa que es necesario encontrarse con el otro, el diferente, aquél que, muchas veces, es percibido como una amenaza.

Para cuestionar:

1. ¿Qué significa para mí y para mi Comunidad de Fe que «es necesario atravesar Samaria»?

2. ¿Cuáles son los pasos que ha dado mi Iglesia para encontrarse con otras Iglesias, y qué hemos aprendido unos de otros?


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Día dos: Fatigado del camino, se sentó junto al pozo (Juan 4, 6)
¿Quiénes son los verdaderos adoradores? Los verdaderos adoradores no consienten que una lógica de la competencia -quién es mejor y quién es peor- contamine la Fe. Necesitamos «pozos» para recostarnos, descansar y abandonar las disputas, la rivalidad y la violencia; lugares donde podamos aprender que los verdaderos adoradores rinden culto «en espíritu y en verdad».

Para cuestionar:

1. ¿Cuál es la razón principal para la competencia entre nuestras Iglesias?

2. ¿Somos capaces de encontrar un «pozo» común en el que podamos recostarnos y descansar de nuestras disputas y rivalidades?


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Día tres: « No tengo marido » (Juan 4, 17)
Jesús no se detiene en una interpretación moral de la respuesta de la mujer, sino que parece querer llevarla más allá. Y como resultado de ello, la actitud de la mujer hacia Jesús cambia. En este momento los obstáculos de las diferencias culturales y religiosas se desvanecen en el fondo para dar cabida a algo mucho más importante: un encuentro confiado.

Para cuestionar:

1. ¿Cuáles son las estructuras de pecado que podemos encontrar en nuestras comunidades?

2. ¿Cuál es el lugar y el papel de las mujeres en nuestras Iglesias?

3. ¿Qué pueden hacer nuestras Iglesias para prevenir y reprimir la violencia dirigida contra las mujeres y las niñas?


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Día cuatro: La mujer, por su parte, dejó allí el cántaro (Juan 4, 28)
Es difícil para nosotros encontrar valor, reconocer como un bien o también como algo sagrado lo que pertenece a otro. Sin embargo, reconocer el don que pertenece a otro como algo bueno y sagrado es un paso necesario hacia la unidad visible que buscamos.

Para cuestionar:

1. Encontrarnos con Jesús exige que dejemos atrás nuestros cántaros. ¿Cuáles son para nosotros esos cántaros?

2. ¿Cuáles son los obstáculos mayores que nos impiden hacerlo?


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Día cinco: No tienes con qué sacar el agua, y el pozo es hondo (Juan 4, 11)
Un dato común de nuestra Fe, más allá de la Iglesia a la que pertenecemos, es que Dios es un Misterio que trasciende nuestra comprensión. La búsqueda de la unidad de los cristianos nos hace reconocer que ninguna comunidad tiene todos los medios para alcanzar las profundas aguas de la Divinidad. Necesitamos agua, necesitamos ayuda: ¡todos necesitan ayuda! Cuanto más crezcamos en la unidad, cuanto más compartamos nuestros cántaros y unamos los extremos de nuestras cuerdas, más ahondaremos en el pozo de la Divinidad.

Para cuestionar:

1. ¿Te acuerdas de alguna ocasión en la que tu Iglesia ayudó a otra o fue ayudada por otra Iglesia?

2. ¿Existen reservas por parte de tu Iglesia a la hora de aceptar la ayuda ofrecida por otra Iglesia? ¿Cómo pueden superarse estas reservas?


Día seis: Jesús dijo: «Esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna» (Juan 4, 14)
El diálogo que empieza con Jesús pidiendo agua se convierte en un diálogo en el que Jesús promete agua. Más adelante, en este mismo Evangelio, Jesús pedirá de nuevo agua. «Tengo sed», dirá desde la Cruz, y desde la Cruz Jesús se convierte en el manantial de agua prometido, que brota de su costado abierto. Recibimos esta agua, esta vida de Jesús, en el Bautismo, y se convierte en una agua, en una vida que surge de dentro de nosotros para ser dada y compartida con los demás.

Para cuestionar:

1. ¿Cómo interpretas las palabras de Jesús de que a través de Él podemos convertirnos en «un manantial capaz de dar vida eterna»? (Juan 4, 14)

2. ¿Dónde ves a personas cristianas que son manantiales de agua viva para ti y para los demás?

3. ¿Cuáles son las situaciones de vida pública en las que las Iglesias deberían hablar con una sola voz para ser manantiales de agua viva?


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Día siete: « Dame de beber » (Juan 4, 7. 15)
Los cristianos deberían tener confianza de que el encuentro y el intercambio de experiencias con los demás, también con otras tradiciones religiosas, puede cambiarnos y ayudarnos a ahondar en las profundidades del pozo. Acercarnos a los que son extraños para nosotros con el deseo de beber de su pozo, nos abre a las «maravillas de Dios» que proclamamos.

Para cuestionar:

1. ¿De qué manera ha sido enriquecida tu comprensión y tu experiencia de Dios por medio del encuentro con otros cristianos?

2. ¿Qué podrían aprender las comunidades cristianas de la sabiduría indígena y de las otras tradiciones religiosas en tu región?


Día ocho: Muchos creyeron, movidos por el testimonio de la samaritana (Juan 4, 39)
Nuestra misión debe ser una labor al mismo tiempo de palabra y de testimonio. Intentamos vivir lo que proclamamos. El Arzobispo brasileño Hélder Cámara una vez dijo que muchos se habían vuelto ateos al sentirse decepcionados por personas de Fe que no viven lo que predican. El testimonio de la samaritana movió a su comunidad a creer en Jesús, porque sus hermanos y hermanas podían percibir la coherencia entre sus palabras y su transformación.

Para cuestionar:

1. ¿Cuál es la relación entre Misión y Unidad?

2. ¿Conoces a alguna persona en tu comunidad cuya vida es un testimonio viviente de la Unidad?



Para acceder al material completo de las celebraciones, reflexiones y temas del Octavario se puede consultar: www.vatican.va


El domingo 25 de enero, por DK 1250 de AM, se tendrá de 4 a 8 p.m., un programa especial con invitados de diferentes denominaciones cristianas.



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