jueves, 22 de enero de 2015

Sexualidad plena, don de Dios para el Matrimonio

Querida Lupita:


Primeramente, te doy gracias porque he aprendido mucho de ti; pero hoy quiero que me des un consejo. Mi relación íntima con mi esposo no va muy bien. Siento que tengo muy baja autoestima y que es algo malo o sucio. También, ¿podrías guiarme en lo que la Iglesia permite de forma natural para no tener más hijos?


Marina.


Hermana en Cristo, Marina:


comunicacion


La sexualidad humana es un hermoso don de Dios para la vida matrimonial, y este regalo lo brinda el Creador con una doble finalidad: unitiva y procreativa. Él diseñó perfectamente este vehículo de expresión del amor en pareja para unirnos más y, a la vez, para abrirnos a la posibilidad de una nueva vida. Nuestro amor se hace persona. Lo explico:

Unirnos más significa que nos entregamos una al otro para expresar, con nuestros cuerpos, la entrega de nuestras almas. “Me entrego a ti porque te amo”. Deja fuera tus miedos e inseguridades; entrégate con creatividad, pasión y ternura. No es algo sucio o indigno; todo lo contrario, podemos ofrecer nuestra intimidad al mismo Dios cuando nos decidimos a amar en este acto de entrega incondicional. El Consejo Pontificio para la Familia editó un Documento cuya lectura te recomiendo ampliamente: “Sexualidad humana, Verdad y Significado”.

Abrirnos a la vida, quiere decir que nos unimos para amar, no sólo para obtener placer. El placer es el fruto del amor, y es bienvenido y pleno cuando nuestra actitud primera es la de donarnos. Si nosotros separamos la doble finalidad de la relación sexual humana, distorsionamos su fin. Si nos quedamos sólo con la obtención de placer y nada más, curiosamente no quedaremos satisfechos y aparecerán problemas cuyas consecuencias nos lastimarán hondamente. La persona se sentirá usada, se convertirá en un objeto de placer y dejará de ser sujeto de amor.

El criterio inmanentista que prevalece, nos dicta una sexualidad deformada. Intenta convencernos de que pueden tenerse relaciones íntimas con quienes sea, cuantas veces se quiera, y que esto no tendrá consecuencias si se usa un preservativo. Los Medios afirman que deben de cubrirse ciertos estándares, lo que en lugar de favorecer la desenvoltura natural, la entorpecen. Señalan, asimismo, que los hijos son enemigos o estorbos, e incluso se usa con frecuencia la interrogante: “¿Cómo te cuidas?” (como si los hijos fueran enemigos armados). Esto hace que muchos se sumerjan en el egoísmo más crudo.

Pero la visión cristiana va contra corriente, lo sé. La nuestra es una postura que promueve la fidelidad; se basa en el concepto de fundar familias en el amor exclusivo que se profesan un hombre y una mujer capaces de comprometerse para siempre.

Muchos piensan que esto no es posible, y van por el río de la vida que corre precipitadamente hacia la muerte. Ahora estás a tiempo para reconsiderar cómo vivirás tu sexualidad y con cuáles criterios regirás tus decisiones.

La Iglesia Católica responde a tus inquietudes a través del Curso que imparte en numerosas Parroquias y que se titula “Método Billings”. Te invito a que lo tomes en pareja, pues mucho van a aprender y nada perderán al ganar conocimiento científico respecto al ciclo reproductivo femenino y la forma responsable de espaciar y determinar el número de hijos, a los que ustedes darán amor, educación y un nivel de vida que hayan definido libremente, juntos.

Recuerda que nuestra postura no es anti-vida, sino Pro-vida. Responsabilidad sí, egoísmo no.



Lupita Venegas Leiva/Psicóloga

Face: lupitavenegasoficial



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