jueves, 15 de enero de 2015

Constante presencia del Señor en nuestras vidas

Cardenal José Francisco Robles Ortega,

Arzobispo de Guadalajara


Hermanos, hermanas:


Hace algunos días celebramos la Manifestación de Nuestro Señor Jesucristo como Salvador de todos los pueblos, representados en los Tres Reyes Magos.

En esta ocasión, con el Bautismo del Señor, participamos de otra Manifestación, que nos da el Espíritu Santo, el cual descendió, visiblemente, en la Persona de Jesús. Esta Manifestación nos presenta a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor, pero también nos da a conocer que, en Él, somos hijos de Dios. Esta Gracia la recibimos en nuestro Bautismo. Ésta es nuestra dignidad, nuestra grandeza y nuestro valor; pero también, por este don que recibimos, tenemos una misión: hacer lo mismo que hizo Jesucristo; es decir, pasar por este mundo haciendo el Bien.

Nosotros, como bautizados, tenemos la tarea de imitar a Jesús en la búsqueda de la verdad, de la justicia, de la unidad y de la caridad hacia los más necesitados. No debemos dejarnos guiar por inclinaciones como la mentira o sentimientos como la venganza.

Hermanos y hermanas: este mundo en el que vivimos, tan lleno de violencia, tan injusto y tan corrupto, no va a venir a arreglárnoslo nadie; sólo nosotros, quienes estamos unidos a Cristo por el Sacramento del Bautismo, podemos componerlo siguiendo su ejemplo y siendo dignos hijos de Dios.

De igual manera, hay que recordar que con esta Celebración cerramos el Tiempo Litúrgico de la Navidad; sin embargo, no debemos olvidar que la verdad más grande y hermosa que tenemos es que Cristo no se acaba. Él se queda con nosotros como el más grande regalo.

Cristo estará presente en nuestras vidas con la Celebración de la Eucaristía; va a unirnos cada vez que escuchemos su Palabra; estará con nosotros a través de los Sacramentos, y vamos a encontrarlo en cada uno de nuestros semejantes.


Yo les bendigo en el nombre del Padre,

y del Hijo y del Espíritu Santo
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