jueves, 29 de enero de 2015

Abandono del campo, una realidad nacional

A 100 años de la Primera Ley Agraria del país

El ejido, un actor ineludible del campo mexicano


En este año apenas incipiente se cumplió ya un siglo de la expedición de la pionera Ley Agraria del México moderno. Tal ordenamiento fue expedido por el Presidente Venustiano Carranza Garza el 6 de enero de 1915 en el Puerto de Veracruz.


Agricultura orgánica


Salvador Y Maldonado


Desde entonces a la fecha han ocurrido muchos acontecimientos en torno a la tenencia de la tierra en la geografía nacional, donde las figuras jurídicas del ejido y la comunidad indígena han jugado un papel de gran preponderancia para bien o para mal de la economía mexicana y en el arraigo social en el campo, según se le analice desde una perspectiva económica o una postura política.

El tema de la legislación que rige la propiedad de la tierra en este país es un factor de gran importancia socioeconómica. De entrada, hay que considerar que, de la superficie total del país, que supone 196 millones de hectáreas, un poco más de la mitad son de la llamada ‘propiedad social’, donde se asientan 29 mil ejidos y 2 mil comunidades indígenas. Esto representa un fenómeno peculiar en el mundo.

Las tierras ejidales y comunales han sido y son el soporte, además del tejido humano de sus pobladores, de importantes actividades económicas, como agricultura, ganadería, minería, turismo y artesanía, entre otras, como dotar de terrenos a los desarrollos habitacionales.

Los profundos cambios del país en materia económica y social han afectado hondamente la dinámica económica de los ejidos y las comunidades, para bien en las tierras productivas y de gente organizada, y para mal en los lugares donde no hay productores organizados, o donde las actividades económicas han venido a menos, sobre todo por la corrupción de los mismos dirigentes ejidales.

Incluso la importancia político-electoral del ejido y los núcleos agrarios ha venido a menos. Por una razón fundamental, el denominado “voto verde” de la gente del campo es minoritario ante “el poder de pataleo” de la gente de la ciudad.

Sin embargo, cada ejido, cada comunidad y sus personajes de carne y hueso tienen sus propias historias a lo largo y ancho de la Nación, desde grandes beneficios hasta enormes fracasos, sobre todo en regiones de bajo potencial productivo.

Muchos ejidos, como sucede en el campo en general, “están llenos de viejos y de niños, porque la gente joven se va a buscar la vida a otros lugares”, según se constata en muchos lugares a lo largo y ancho del territorio nacional.


El caso de Jalisco

En el ámbito estatal también existen peculiaridades. En la jurisdicción jalisciense, actualmente se constata el hecho de que solamente 40 por ciento del total de la tierra de la Entidad se registra bajo el régimen de ejidos y comunidades indígenas, contra 60 por ciento de propiedad privada.

Militantes de organizaciones campesinas señalan que la falta de líderes congruentes y decididos a defender los intereses auténticos de la gente del campo ha influido en el debilitamiento de los ejidos ante el embate de las políticas adversas al campo.

Al respecto, la ex responsable estatal de Acción Femenil de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Teresa Núñez Casas, expresó que en Jalisco ha sido notable la ausencia de líderes combativos que velen por los intereses de los productores que se desenvuelven en el sector social.

Esta ejidataria hizo mención de que, afortunadamente, la presencia femenina en el campo es creciente en la toma de decisiones, lo que incluye a los ejidos. Dijo que es una respuesta obligada, máxime que, por varios factores, decrece la población masculina; entre otros, por el efecto de las muertes violentas, que incide más en los varones.

Recordó que “desde los tiempos de los líderes Abel Salgado Velasco y Eliezer Ayala Rodríguez, el sector ejidal no ha tenido líderes legítimos y combativos”.

Como ejidataria del Municipio de Tala, consideró que “los ejidatarios se han prestado para muchas corruptelas de sus dirigentes. La gente se conforma con dádivas de 50 pesos por cada tonelada de caña comercializada, ante las grandes ganancias de sus líderes”.

Abundó que ahora que hay falta de rentabilidad en los cultivos de caña y de maíz, “muchos ejidatarios y sus hijos han vendido sus tierras, por el hartazgo de los bajos ingresos”.

Prudencio Díaz, ejidatario cañero de Tamazula de Gordiano, al Sur del Estado, refirió que ahora con el acceso más fácil a la información, los ejidatarios pueden conocer sus derechos y tener más opciones de ser defendidos. Hizo notar que, en su región, los ejidatarios están conscientes de que, además de la seguridad legal en las tierras, el reto del ejido es que sea productivo, y que en ello, se obtienen buenas cuentas en cuanto a la productividad de la caña en suelos ejidales.

Otro cañero ejidatario de Tala, Serafín Hernández Campos, opinó que el reto de quienes trabajan el campo, ya sea en el ejido o en terrenos privados, es el acceso a la tecnología que le genere productividad, así como todo lo que sea a favor de la capitalización de las actividades.

En el caso de los ejidos, dijo que juega mucho el papel de los Comisariados para que el núcleo esté activo en favor de todos sus integrantes, y no sólo de unos cuantos. Admitió que se ha perdido la participación y emoción de las asambleas ejidales, en comparación con lo que ocurría antes.


A La Lagunilla JDPA


Bosques ejidales, sin valor agregado

Concretamente en el sector forestal se patentiza otro ejemplo de que los ejidos de Jalisco no son los ganadores principales de la riqueza que generan. Según la Comisión Nacional Forestal (Conafor), el 95 por ciento de los ejidos forestales vende su madera “en greña” (tal como se corta), mientras que otros involucrados le sacan la ventaja del valor agregado a la madera, ya procesada.

Según la propia Conafor, si los ejidos estuvieran organizados como negocios forestales, otro gallo les cantaría para ser empresas madereras, crear empleos y favorecer el arraigo de la gente en el campo; es decir, en su propia tierra. Un ejemplo de excepción ha sido el ejido de la Barranca del Calabozo, en Pihuamo, cuyo núcleo ha sostenido una labor de silvicultura comunitaria en favor de sus agremiados.

Esta misma Dependencia Federal ha informado que de los 190 ejidos jaliscienses que realizan actividades forestales, sólo 13 cuentan con aserradero, y únicamente seis con motogrúas.


Paisaje de La Manzanilla


El nuevo reto del ejido

El Secretario de Desarrollo Rural de Jalisco, Héctor Padilla Gutiérrez, destacó que, una vez que el ejido y la propiedad comunal han cumplido un papel de favorecer el arraigo de la gente en el campo, ahora el desafío, como también lo enfrenta la propiedad privada, es que la tierra sea una fuente permanente de ingresos para sus dueños y de generación de riqueza para la Sociedad en general, tanto en alimentos como en otros bienes colaterales.

Recalcó el Funcionario Estatal que, lo mismo ejidatarios que pequeños propietarios, están obligados a responder a los grandes retos de una mayor tecnificación del campo, lo que supone también asumir el control de los mecanismos para reducir los riesgos del mercado, como la agricultura por contrato, además de cambio de cultivos en busca de una mayor rentabilidad.

Padilla Gutiérrez apuntó que en Jalisco se repite el fenómeno mundial de un campo de pequeñas superficies, a diferencia de los grandes países capitalistas de inmensas extensiones, como Estados Unidos, Australia, Argentina, Brasil y Uruguay, por citar algunos.

También hizo mención de que la reforma salinista que acarreó cambios al Artículo 27º Constitucional, no tuvo el efecto esperado porque se evidencia, incluso, más pulverización de la tierra, “puesto que en México existe una integración muy fuerte del ser humano con la tierra, ya que, para mucha gente, es el único patrimonio que posee. En el mundo priva el minifundio sobre las grandes extensiones”.

Recomendó, por tanto, que deben buscar otros mecanismos y esquemas de compactación de superficies de tierra productiva, más allá de la compraventa de terrenos.

También aseveró que el hecho de que actualmente el campo mexicano tenga poca gente, y particularmente mucha que es mayor de los 55 años, no es un obstáculo que limite su productividad en forma inevitable, dado que los adelantos científicos de la tecnificación con maquinaria y los nuevos adelantos tecnológicos, pueden suplir la falta de mano de obra, como la robótica y el empleo de los drones para mejorar el riego y prevenir fenómenos meteorológicos adversos. Sostuvo que esto “debe preocuparnos, pero no debe espantarnos. A la gente del campo le asiste el derecho a tener comodidad en sus actividades, con mayor acceso a la tecnificación”.


Cartón Ejido



En todo el territorio de nuestro Estado existen 1,389 ejidos y 54 comunidades indígenas.

Hay 252 mil jaliscienses con derechos vigentes ante el Registro Agrario Nacional. De estos beneficiados, 67 mil son mujeres.

Además del General y Presidente Venustiano Carranza Garza, dos personajes de la Historia de México que emprendieron acciones de gran relevancia para el ejido fueron el General y Presidente Lázaro Cárdenas del Río mediante el reparto de tierras en años 30 del siglo pasado, y posteriormente el Presidente Carlos Salinas de Gortari con la llamada ‘contrarreforma’ al Artículo 27º Constitucional en la década de 1990 del siglo pasado, lo que marca las bases para privatizar la propiedad social. Tal medida, por cierto, no ha desencadenado los efectos esperados por sus promotores, en cuanto a propiciar la venta masiva de tierras ejidales, aunque sí ha activado la comercialización de terrenos de ejidos y comunidades.



Proyecto de Iglesia busca apoyar la producción de huevo


Con la finalidad de promover económicamente a mujeres de Teuchitlán, Jalisco, el Padre Engelberto Polino emprende un proyecto que busca, además, ser una alterativa sana para la alimentación.


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Sonia Gabriela Ceja Ramírez

Dulce Natalia Romero Cruz


En el Municipio de Teuchitlán, de la Región Valles de Jalisco, la mayoría de las personas se dedica a los cultivos del campo; algunos pocos a la ganadería; otros cuantos a la pesca, y unos más a la atención turística.

“La mayor parte de la gente en Teuchitlán se sostiene no con lo que se produce aquí, sino con las remesas que envían los parientes que radican en Estados Unidos, pues la mayoría tiene familia que trabaja allá.

“Alrededor de un 60% de los agricultores se dedica a la producción de caña de maíz; un 30% produce maíz o sorgo, y un 10% se dedica a la producción del agave”, refirió el Padre Engelberto Polino Sánchez, oriundo de Teuchitlán, Párroco de San Bernardo en Guadalajara, y Encargado, a nivel diocesano, de la Pastoral Social, quien está iniciando un proyecto para impulsar la economía de las mujeres de su tierra mediante la producción de huevo casero.


Un apoyo para las mujeres

“Este proyecto busca promover a la mujer. Iniciaremos con 25 mujeres, pero hay más en espera de integrarse, porque en el campo hay muy pocas posibilidades de desarrollo, y más para las mujeres, quienes tienen pocas opciones de trabajo. La mayoría busca trabajo en casas, mas las probabilidades son bajas porque casi todas las mujeres están en su hogar y no requieren ese tipo de apoyo. Además de la promoción, se busca también rescatar la figura de la Cooperativa”.

A estas primeras 25 mujeres se les entregarán 50 gallinas a cada una para ir generando la producción de huevo, que se comercializará, primero, en el mismo Teuchi-tlán, y quizá con el tiempo, en los Municipios aledaños.


En pro de la salud

Además, ésta es una oportunidad para buscar que la alimentación de quienes consumirán el huevo sea más sana, pues el huevo comercial contiene residuos agroquímicos, hormonas y alto nivel de colesterol. “Muchas personas enferman por abundancia de colesterol, de triglicéridos, o por altos índices de obesidad. Éstas son enfermedades debidas a la mala alimentación, y por eso estamos buscando generar alimentos más sanos”.

El proyecto pretende no quedarse únicamente en la producción de huevo, sino también en la cría de pollos, cuidando que la alimentación que éstos reciben sea sana, para que la gente que los consuma mejore también la calidad de su dieta alimenticia.

“Igualmente, pensamos ir integrando a algunos campesinos, según las necesidades, e irlos organizando para que en sus tierras vayan sembrando las semillas que nosotros necesitaremos para la alimentación de pollos y gallinas. Con el excremento de estos mismos, podríamos ir enriqueciendo esas tierras para que también el alimento que se produzca sea cada vez con menos químicos, de modo que el huevo que se produzca inicialmente sea casero, pero pueda alcanzar la calidad de orgánico”.


Pensar a lo grande

Se busca integrar la idea de la Cooperativa, pues inicialmente el grupo de 25 mujeres en unión, como un grupo sólido, podrá comprar el alimento a mejores precios y también vender su producto comunitariamente.

“La idea es ir sumando gente al proyecto, ya sea para ir empacando, ir distribuyendo el huevo que no se alcance a consumir en el pueblo, y también, en determinado momento, vender la carne del pollo.

Las mujeres que no puedan o que no tengan un espacio apto para la cría de ponedoras, podrán integrarse en otras actividades como la engorda de los pollos, el lavado y empacado del huevo o alguna otra función”.

La inversión inicial la estarán realizando personas de buena voluntad que donarán el capital o prestarán el dinero, sin cobro de intereses, para iniciar el proyecto. Esta inversión será revolvente. A las mujeres se les prestará ese dinero, y una vez que lo recuperen, deberán regresarlo para reinvertirlo y crecer su propio criadero, o bien, apoyar a otras mujeres a que se sumen a la iniciativa.

Las pollitas que se entreguen a cada mujer tardan alrededor de nueve meses en comenzar la postura. Ellas tienen aproximadamente de dos y medio a tres años de etapa fértil, por lo que cada seis meses habrá que incluir a nuevas gallinas, pensando en que la producción de huevo sea permanente.

Una gallina produce, en promedio, de tres a cinco huevos por semana. En esta producción influyen factores como el lugar, el clima y la alimentación del animal.

El proyecto se realizará en Teuchitlán de manera piloto, pero la intención es irlo compartiendo con otras comunidades.


Tipos de huevo

Huevo comercial:
se produce donde la gallina vive hacinada en granjas, sin que le permitan dormir, y se le da una alimentación especial, enfocada a que produzca la mayor cantidad de huevos posible.

Huevo tradicional: el que producen las gallinas que anteriormente las señoras criaban en sus casas mediante las sobras de la comida diaria.

Huevo de pastoreo: las gallinas tienen cierto espacio para moverse, comer pasto, gusanos y animalitos que le sirven de proteína.

Huevo orgánico: la gallina recibe un alimento balanceado, de acuerdo a la dieta elaborada por un Veterinario especialista, y evitando los alimentos procesados con químicos.

Huevo certificado: es el mismo huevo orgánico, pero avalado por una institución que confirma que se están cumpliendo los requisitos necesarios para ser certificados como tales.

Huevo casero: incluye el huevo tradicional, el de pastoreo o el orgánico. Evita la producción comercial, que afecta a la salud de los consumidores.



En números
México es uno de los líderes mundiales en consumo de huevo fresco, con promedio de 22.4 kilogramos por habitante al año.

En Jalisco se produce el 50% del huevo que se consume en la República.



Jornaleros agrícolas migrantes

Trabajando la tierra… ¿de quién?


Los campos de nuestro país, en su mayoría, han sido abandonados por los propietarios; ya no los cultivan más.

Sin embargo, no todos están deshabitados; pero, ¿quiénes los pueblan ahora, para quiénes trabajan?


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Mtra. Dolores Pérez-Lazcarro


¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Por qué hay niñas y niños que trabajan en el campo? Son algunas de las preguntas que nos planteamos al ver familias completas que labran la tierra…pero no la propia. Llegan de las regiones más pobres del país a laborar en campos productivos, cuando algunos de ellos también son dueños de parcelas en su lugar de origen: Oaxaca, Hidalgo, Guerrero, Veracruz, Morelos o Michoacán. La mayoría son indígenas y muchos de ellos apenas hablan un poco de español.


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El precio del desplazamiento


El fenómeno de la migración para ir a hacer rendir la tierra es muy complejo por el tipo de problemas a los que se enfrentan: imposibilidad de que los menores tengan ciclos regulares de educación; no seguimiento de salud para cada miembro de la familia y vivienda temporal, principalmente. Todos vienen siguiendo la ruta de los ciclos de producción, desde la siembra hasta la cosecha, a lo largo de nuestro país. La Secretaría de Desarrollo Social identifica dos tipos de migración: la “pendular”, que se refiere al tránsito de los jornaleros a las zonas de trabajo y de regreso, y la migración “golondrina”, que se refiere al tránsito por rutas ya marcadas por diferentes Estados del país.

Independientemente de en cuál de estas migraciones se encuentren, las condiciones que afrontan son nada favorables. De los tres problemas planteados, podemos encontrar ejemplos terribles: que los lleven a vivir a los propios campos de cultivo, debajo de los árboles o en galerones sólo techados, donde todos viven en condiciones de hacinamiento, sin ningún tipo de servicios básicos como agua potable, sanitarios, lugar adecuado para preparar alimentos, etc.


jornaleros


El engaño

Los llamados “enganchadores” son las personas que se encargan de ir a sus lugares de origen y allí hacen el trato: les proponen un sueldo fijo al día, además de comida y vivienda como prestaciones; sin embargo, al llegar, la realidad es de verdad: en algunos campos, las condiciones son deplorables, como si no se tratara de seres humanos. En Jalisco hay identificadas cinco regiones de llegada de jornaleros agrícolas y que sirven de referencia para llevar apoyos: Región de Sayula, de Tamazula, de Cihuatlán, Regiones Cañeras de Casimiro Castillo, Autlán y El Grullo, y la Región de Ameca.

No obstante, hay otras regiones del Estado donde también se registra su presencia: Altos Sur, Ciénega, Sur, Sureste, Sierra de Amula, Costa Sur, Costa Norte y Valles, a las cuales llegan cada año alrededor de 15 mil jornaleros. Imaginemos el tamaño del trabajo que debemos hacer (incluyendo a la Sociedad Civil, además del Gobierno), para poder ofrecer mejores condiciones de vida a quienes en su propio país son tratados bajo estos esquemas. Nos quejamos por el trato que se da a nuestros paisanos en Estados Unidos; pero aquí, muy cerca de nosotros, hay mucho por hacer por nuestros propios conciudadanos.



“La migración rural-rural en México, desde los inicios de la década de los noventa, no sólo es una actividad que les permite a los campesinos completar el ingreso familiar, sino que se ha vuelto el sentido de la supervivencia; es decir, no es la migración un complemento para la reproducción de la familia campesina de las zonas marginadas del país, sino el elemento definitorio de la supervivencia” (Barrón y Hernández, 2000, Pág. 150).



El jornalero

Es un trabajador que no tiene empleo de planta: anda en pos del trabajo cada día, y migra buscando continuidad en el empleo y mejores alternativas de vida. Su familia suele ser numerosa y con un bajo nivel de estudios. Sus pesadas y monótonas tareas no requieren de una alta calificación y se realizan a la intemperie. Por lo tanto, los jornaleros agrícolas pueden definirse como los asalariados eventuales más explotados y desprotegidos del medio rural, sujetos a un proceso de pauperización paulatina, y cuya alta movilidad es un obstáculo para su organización (Sepúlveda y Miranda, 2006, Pág. 9).



El Dato
-Existen en el país 2 millones 40 mil 414 jornaleros agrícolas, quienes, incorporados a los miembros de sus familias, ascienden a más de nueve millones de personas en hogares jornaleros.

-El 54.6% son hombres, y el 44.1% son mujeres (no se cuenta con datos del 1.3% restante).

-El 57% se emplea en los cultivos de chile y tomate.

-El 90% de los jornaleros agrícolas carece de contrato formal.

-El 48.3% de los jornaleros tiene ingreso promedial equivalente a tres salarios mínimos.

-El 37% gana dos salarios mínimos.

-El 54.8% está expuesto a productos agroquímicos de forma cotidiana.

-Del total de jornaleros agrícolas, se estima que 727 mil 527 son niños, niñas y adolescentes.

Fuente: SEDESOL, 2010.



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