jueves, 22 de enero de 2015

“Quiero ser Maestro”

San Enrique de Ossó: ¡Descubres flores, crees, das aliento!


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Sor Josefina Valdés Dávila, S.T.J.


El propósito de educar, de formar personas, va y viene entre numerosos intereses. Educar es una misión que nos compromete la vida entera y que nos ofrece el reto del cambio; es un desafío que entusiasma y agota. Enrique de Ossó y Cervelló (1840-1896) soñó con ser Educador. Su mamá quería que fuera Sacerdote, pero a su papá le interesaba que aprendiera comercio, aunque lo que Enrique quería era ser Maestro. Al final, sería las tres cosas, porque como buen catalán, le gustaba sumar.

Enrique escribió en sus apuntes autobiográficos: “Era muy aficionado a cosas de Iglesia: ayudar a Misa, cantar en el Coro, sobre todo, pues mi buen Maestro Francisco Freixa me enseñó Solfeo y aprendimos cantos para Misas y Rosarios. Mi abuelo materno, Antonio Cervelló, era un santo, era el que dirigía siempre el Rosario de la Aurora, por el cual existe una gran devoción en mi pueblo, Vinebre. Aún recuerdo su rostro lleno de paz, cuando me contaba en el huerto la vida de San Antonio de Padua, su Santo, y por eso quiso que fuera mi segundo nombre en el Bautismo, pues su esposa fue mi madrina”.


¿QUÉ HIZO…?

Enrique fue un hombre de oración, de reflexión, de acción. Hoy diríamos, de ver, de juzgar, de actuar, de comprometerse. La oración, al estilo de Santa Teresa de Ávila, como trato de amistad, que se conoce por las obras, ‘por los dejos’. La reflexión, lógica, organizada, como buen matemático que era. La acción, audaz, amplia, sin miedos, sin darle concesiones al desánimo ni al cansancio. Elaboraba planes estratégicos. Fue un admirable Catequista, un Publicista incansable. Entre sus obras destaca “El cuarto de hora de oración”, que ha conocido ya 54 ediciones, así como la publicación de la Revista “Santa Teresa de Jesús”, que dirigió durante 24 años ininterrumpidos, hasta su muerte.

Predicador incansable, formó y animó especialmente a los jóvenes y a los niños. Dirigía Ejercicios Espirituales, se preocupaba por encauzar las mejores inquietudes de todos, para que se unieran las fuerzas de la Iglesia y se organizaran. Recibió una misión. Y soñó. Soñó con la regeneración del mundo a través de la influencia positiva de la mujer, formada según el modelo de Teresa de Jesús; para él, el modelo de los más genuinos valores del Evangelio. La mujer era y es el corazón de un mundo en cambio, afirmaba.


LIDERAZGO TERESIANO

La fuerza de su sueño en su corazón sacerdotal y misionero llegó a México a finales del Siglo XIX. ¡Ya son más de 100 años de siembra! Hoy, proclamamos su Fiesta, unida al V Centenario del Nacimiento de Teresa de Jesús. Queremos invitarles a unirnos, aquí en Guadalajara, para celebrar juntos, como Familia Teresiana, este acontecimiento tan importante para la Iglesia; por algo, Teresa de Jesús es Doctora de la Iglesia. Que, como ella, nos atrevamos a recuperar la interioridad, pues ‘no estamos huecos por dentro’; a negociar con Dios la vida, ya que ‘no es tiempo de tratar con el Señor asuntos de poca importancia’; y a no quedarnos a la mitad del camino, porque “muchos se quedan al pie del monte, cuando pueden subir hasta la cumbre”. Obras quiere el Señor. Se necesitan amigos fuertes de Dios, dispuestos a dar la vida, como lo hizo Teresa, y como lo hizo Enrique de Ossó.



Para ampliar información, lee alguno de sus libros o sencillamente:

“Así lo soñó Enrique”. Folleto de la Editorial Enrique de Ossó. Tel. 3642-2392

Estamos para servirte.



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