jueves, 29 de enero de 2015

Candidaturas independientes

Cartón payasadas


Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero


Desde hace dos décadas, diferentes Colectivos y Grupos sociales, en busca de la democratización del país, propusieron diversos mecanismos que, según ellos, garantizarían una mejora sustantiva en el sistema político mexicano. Uno de los problemas que desde ese momento se detectó fue la “partidocracia”, que provoca que los Institutos Políticos sean juez y parte, que se auto-regulen y que se conviertan en las únicas vías de acceso al Poder político formal.

Ante ello, una de las soluciones que se propusieron entonces fue la creación de las candidaturas independientes, que serían figuras para ayudar a que líderes sociales y comunitarios, con arraigo territorial, con capacidad de gestión e innovación social, con experiencia en la defensa de los derechos de las personas que habitan en sus localidades, y con deseos de desempeñar tareas de Gobierno, tuvieran la posibilidad de competir electoralmente sin el requerimiento de ser postulados por algún Partido político y, por lo tanto, sin la necesidad de pactar con actores políticos o económicos.

Las candidaturas independientes se pensaron como una forma de quitarle a los Partidos instituidos el monopolio del acceso al Poder. Con este entendido, y bajo tales presupuestos, muchos saludamos esperanzadoramente la aparición de estas figuras en los Códigos Electorales de este país; sin embargo, la forma en que acabó regulándose este mecanismo desmereció mucho su capacidad real de transformación del sistema político mexicano, y esto fue percibido por la ciudadanía, ya que la cantidad inicial de solicitudes para ser candidatos independientes a ser Presidentes Municipales o Diputados en el Estado de Jalisco fue francamente hacia abajo, para el nivel de organización social que existe en la Entidad.


Problemas para aspirar con éxito
Las candidaturas independientes que se aprobaron en México y Jalisco tuvieron desde su inicio que enfrentar dos tipos de problemas: los de corte estructural y los problemas de equidad. Los problemas estructurales radican en que este mecanismo debió acompañarse de otras estrategias para fortalecer las capacidades de incidencia política de las y los ciudadanos que no son militantes de los Partidos políticos; es decir, no sólo se trataba de acceder al Poder político por otras vías, sino de tener mejores mecanismos de control ciudadano hacia los Partidos.

Sólo por citar algunos ejemplos: la reducción drástica del financiamiento público a los Institutos Políticos; garantizar la democracia interna en los Partidos; aumentar significativamente los porcentajes para que los Institutos Políticos mantengan el registro; evitar que las alianzas electorales se tradujeran en beneficios duplicados (de cargos y financiamiento) para los Partidos que las realizan, entre otros. Pensar que sólo con la existencia de las candidaturas independientes se acotaría la “partidocracia” fue una ilusión.

En cuanto a la inequidad de las candidaturas independientes frente a los candidatos de los Partidos políticos, podemos señalar que, por la forma en que se aprobaron las reglas electorales, se propiciaron condiciones de desigualdad en los Comicios, ya que, para empezar, los requisitos que deben cubrir los independientes son mayores, y en contraparte, los recursos con los que podrían contar son menores. También los tiempos de exposición de los candidatos independientes eran más reducidos que los concedidos a los candidatos de Partido y, por lo menos, en la primera parte del proceso, no se les otorgaban los tiempos oficiales asignados en Medios de Comunicación. Si entre los propios Partidos instituidos podemos encontrar desequilibrios en capacidades y posibilidades, esta situación se acentúa con los candidatos independientes.


Condiciones desventajosas

Otro asunto que podemos señalar por la manera como se reglamentaron las candidaturas independientes, es que las posibilidades de ganar una contienda electoral en un Municipio o Distrito Metropolitano es más difícil que en una demarcación pequeña. En Alcaldías con menor población suele suceder que las personas, para emitir su voto, se guíen más por personajes que por Partidos políticos; por lo tanto, la probabilidad de que los candidatos independientes tengan mejores condiciones para competir en estos lugares es mayor.


Dos posturas frente a tales casos
Según lo ya expresado, encontramos dos posiciones sobre las posibilidades de transformación de las candidaturas independientes. La primera es que, a pesar de las limitaciones y las notables desigualdades que existen, vale la pena aventurarse en una empresa de ese tipo, y por la vía de la experiencia, abonarle a comprobar el agotamiento del viejo sistema político mexicano. La segunda posición expresa que tenemos suficiente evidencia como para aseverar que el sistema actual no da para más, que está agotado y rebasado, y que las candidaturas independientes no tienen posibilidad alguna de generar transformaciones significativas, y que, por lo tanto, apostar a ellas es una pérdida de tiempo.

Lo que sí podemos externar sin temor a equivocarnos es que un mecanismo como las candidaturas independientes llegó tarde; irrumpió sin otras estrategias que reforzaran sus propósitos, y que nació con muchas deficiencias. Sin embargo, habrá que estar al tanto del derrotero de estas experiencias, ya que seguramente van a nutrirnos de mayores elementos para la reflexión.


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