jueves, 22 de enero de 2015

La Unidad de los Cristianos

A todos nos compete


Gerardo Guzmán Sánchez,

Io. de Teología


articulos-2011010702Iniciamos un nuevo año, y la mejor forma de comenzarlo es, sin duda, de la mano de Dios; por ello, la Iglesia nos invita a empezar este mes de enero pidiendo por la unidad de los cristianos. ¿Pero, es que los cristianos estamos divididos? Desgraciadamente, sí. De ahí que, cuando hablamos de orar por ese motivo, nos referimos a que, de un modo especial, todos, como Iglesia, nos congreguemos con una intención común: que juntos imploremos al Señor que todo cristiano, de cualquier denominación, viva la paz que Jesús vino a traernos.


Antecedentes de la iniciativa

Esta intención, eminentemente ecuménica, cobró fuerza a partir del Concilio Vaticano II, que en su Decreto sobre el Ecumenismo nos dio las pautas y la motivación para implorar la unidad que tanta falta hace a nuestro mundo. El Concilio nos exhortó a poner nuestra atención y examinar el hecho de que, a pesar de nuestras diferencias, son más los rasgos que nos unen que los que nos hacen diferentes. Por ejemplo, todos confesamos que «Jesucristo es el Señor y Salvador, y no lo hace cada uno por su cuenta, sino también congregados en asambleas en las que se proclama el Evangelio» (Decreto sobre el Ecumenismo, 1)


Deseo y aspiración natural

La unidad es un bien que todos buscamos y queremos, tanto para nuestras familias como para nuestro país, y sobre todo para nuestra vida. Por ello, el Seminario Diocesano no se ha quedado fuera de esa intención, pues como en todos los lugares, deseamos que haya unidad, ya que somos parte de la misma Iglesia.

Los Seminaristas estamos conscientes de que, como futuros Sacerdotes, seremos los encargados de sembrar la comunión y armonía en nuestras Parroquias y entre nuestro pueblo. Por tal motivo, desde esta etapa de nuestra formación y preparación, nos unimos de un modo especial a la Jornada de Oración por la Unidad de los Cristianos, que ha sido un modo de demostrar nuestra disposición a la unidad, manifestando nuestra apertura al diálogo, viendo las «semillas del Verbo» en las otras Confesiones cristianas y, de manera especial, encontrando a Cristo en el hermano, a pesar de que piense distinto. Hemos, pues, pedido al Señor que este nuevo año estemos siempre dispuestos a tener una actitud de unidad y aceptación, pues si Cristo nunca rechaza a alguien que quiera seguirlo, nosotros tampoco debemos excluir a ninguna persona que desee seguir a Cristo, a pesar de que no piense igual que nosotros.


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