jueves, 29 de enero de 2015

Arriesgan la vida por ayudar a los migrantes

La incultura del descarte


Quienes trabajan con migrantes en México ven amenazada su integridad, pues la coalición entre el Gobierno y el crimen organizado pone en peligro, tanto a quienes van de paso como a quienes les ayudan.


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Sonia Gabriela Ceja Ramírez


Así lo denunciaron, en noviembre pasado, dos de los defensores de los Derechos Humanos de los migrantes más activos en México, Norma Romero y el Padre Pedro Pantoja, en el marco del Encuentro de la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica y Norteamérica, que se llevó a cabo en la Universidad Jesuita de Guadalajara.

El Sacerdote Pedro Pantoja dejó durante algunas horas su trabajo como Asesor en la Casa del Migrante de Saltillo -también conocida como “Belén Posada del Migrante”- para venir al ITESO y narrar la desoladora situación que viven miles de inmigrantes centroamericanos en su paso por México; situación que él experimenta en carne propia desde hace más de una década.


El calvario de quienes dejan su tierra

El Padre Pantoja ha atendido a hombres mutilados o golpeados por el crimen organizado y por distintos cuerpos policíacos mexicanos (Ejército, Policías Municipales y Estatales), y a mujeres violadas en decenas de ocasiones desde Tapachula hasta Saltillo. Ha sido amenazado. Ha alimentado a decenas de miles de centroamericanos, y también ha visto la connivencia entre autoridades y cárteles.

“Nos han hecho perder el miedo a la muerte, y ésa es una cualidad nueva del defensor de migrantes. No es cierto que como país vayamos avanzando… El crimen organizado le da clases al Estado mexicano como empresa, en cuanto a capacidad, eficiencia, infiltración; y esto lo ha permitido el Estado Mexicano abiertamente”.

Durante un diálogo que giró en torno a la hospitalidad y la labor de los defensores de los derechos de los migrantes ante un fenómeno plagado de violencia e inoperancia gubernamental (se calcula que más de 100 mil centroamericanos intentan cruzar cada año la Frontera entre México y EEUU), al lado del Padre Pantoja estuvo Norma Romero, una de las lideresas del Grupo veracruzano “Las Patronas”, que alimentan y brindan asesoría y acompañamiento a los migrantes, y que el año pasado obtuvieron el Premio Nacional de Derechos Humanos.

Norma ha visto de frente los rostros desesperados de seres humanos, hombres, mujeres y niños, a los que la violencia y la miseria extrema han expulsado de sus países, a quienes no les importa morir, pues el destino final lo vale.

“Para mí son admirables sus empeños y ver que no se dan por vencidos; que tienen un sueño. Es admirable la fuerza de voluntad que manifiestan y la capacidad de decir: ‘No importa cuántas fronteras tenga qué cruzar’”.


Víctimas de la crueldad del Gobierno Mexicano
Norma y el Padre Pantoja han acudido a distintos Foros en México y el extranjero (Universidad de Oxford, la UNAM, la Universidad Gregoriana en Roma, Madrid, entre otros) para extirpar el miedo de la Sociedad hacia los migrantes, para decirles a estudiantes y ciudadanos que aquéllos también tienen derechos; que lo que quieren es mejorar sus vidas; que dejaron atrás a sus familias para intentar enviarles algo de dinero desde Estados Unidos; que están en constante peligro; que en cualquier momento pueden ser secuestrados, extorsionados o asesinados por un grupo criminal, y que eso tiene qué parar.

El Gobierno de México, aseguraron los Ponentes, ha sido un socio “totalmente congruente con el crimen organizado; la política ha sido el aceleramiento de la violencia contra la población migrante”, sobre la que se ejerce una crueldad social que los convierte en criminales cuyos derechos pueden ser ignorados una y otra vez, y de quienes, dijo, pueden aprenderse muchas cosas acerca de la injusticia, la desigualdad, la solidaridad, la cooperación internacional, las fronteras o el rol que debería desempeñar la Iglesia Católica. En resumen, aprender acerca de la Historia actual del mundo (Fuente: ITESO).


Los niños migrantes, en desamparo


Por otra parte, Úrsula Roldán, Representante de la Red Jesuita con Migrantes en Centroamérica, explicó que la crisis de los niños migrantes no acompañados, registrada hace algunos meses, no es causada por “el deseo de los niños de irse a Estados Unidos, sino que tiene motivos coyunturales como democracias y gobiernos débiles que no garantizan las condiciones básicas para que la población se desarrolle en condiciones dignas, además de la violencia”.

Roldán añadió que para solucionar esta crisis debe ponerse la atención en “las causas estructurales de la migración masiva a Estados Unidos y en las respuestas que se están dando desde los países del Norte en materia de deportación, militarización de las fronteras y persecución de la población migrante”.

Arturo González, Religios de la Compañía de Jesús, Coordinador del Servicio Jesuita a Migrantes en México, informó que por nuestro país transitan 400 mil migrantes al año, y que de éstos, el 18% subía a “La Bestia”; pero desde junio no les está permitido treparse al tren. Además, “en Estados Unidos ha habido 57 mil menores detenidos en ocho meses, y 37 mil de ellos están en proceso de deportación. En México, los niños deportados hasta noviembre de 2014, superaron los 55 mil, muy por arriba de los 8,446 que hubo en 2013” (Fuente: ITESO).


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