jueves, 8 de enero de 2015

Vivir en la pantalla

Criterios para Evangelizar en las Redes Sociales (V)


Concluimos hoy con el cuarto y último criterio para evangelizar en la Red, que el Padre Jesuita, Director de la Revista Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, compartió en su Ponencia pronunciada el 5 de abril de 2014 en el I Congreso Internacional sobre Evangelización Digital, celebrado en Madrid.


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4- LA CAPACIDAD DE INTERIORIZACIÓN

INTERACCIÓN CONTRA INTERIORIZACIÓN


La vida espiritual del hombre contemporáneo está ciertamente influida por el mundo en el que las personas descubren y viven las dinámicas de la Red, que son interactivas y penetrantes. El hombre que cuenta con cierta experiencia de Internet aparece más dispuesto a la interacción que a la interiorización.

Ahora bien, interioridad es sinónimo de profundidad, mientras que “interactividad” es, con frecuencia, sinónimo de superficialidad. ¿Estaremos condenados a la superficialidad? El desafío tiene una fuerza indudable.

Sustancialmente, podemos constatar que el hombre de hoy, acostumbrado a la interactividad, interioriza las experiencias si es que se siente capaz de tejer con ellas una relación viva y no puramente pasiva, receptiva. Considera válidas las experiencias en las que se le pide participar e involucrarse. Hoy, la profundidad se conjuga con la inmersión en una verdadera y auténtica “realidad virtual”. En la Web, entendida como lugar antropológico, no hay profundidades por explorar, sino “nudos” para la navegación y una intensa conexión entre ellos. Lo que aparece como superficial es sólo el modo de proceder, quizá inesperado e imprevisto, de un “nudo” con otro. La espiritualidad del hombre contemporáneo es muy sensible a estas experiencias…


REDES EN FASE DE EVOLUCIÓN
La superficie en lugar de la profundidad, la velocidad en lugar de la reflexión, las secuencias en lugar del análisis, el navegar en vez de la profundización, la comunicación en vez de la expresión, la multitarea en lugar de la especialización.

Por consiguiente, ¿cuál será la espiritualidad de esas personas cuyo modo de pensamiento está en fase de evolución, acostumbradas a habitar en un ambiente digital? Un remedio para evitar esta pérdida consiste en no oponer demasiado fácilmente profundidad e interacción, superficialidad e interiorización.

Ciertamente, la Red no carece de ambigüedades y utopías. En todo caso, la Sociedad cimentada en las redes de conexión comienza a proponerse unos desafíos muy significativos, tanto en la Pastoral como en la comprensión misma de la Fe cristiana, comenzando por su lenguaje expresivo. Los retos son exigentes, y nuestra tarea no lo es menos.


RUMBO AL VERDADERO ENCUENTRO

Para el Papa Francisco, el encuentro verdadero entre personas es un regalo espiritual. Ha escrito categóricamente: “Internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos, y esto es bueno; es un don de Dios”. Da la impresión de que el Papa ve en la Red el signo de un don y de una llamada a la Humanidad a vivir unida, relacionada. Gracias a las nuevas Tecnologías de la Comunicación, adquiere nuevo vigor “el reto de descubrir y transmitir la mística del vivir juntos, de mezclarnos, de abrazarnos, de apoyarnos, de participar en esta marea un poco caótica que puede transformarse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación” (Evangelii Gaudium, 87).

El Papa Francisco afirma también que la Comunicación puede ponerse al servicio de una auténtica cultura del encuentro, cuando la Comunicación es entendida en términos de proximidad. Por ello, para entablar un Proceso de Comunicación, los interlocutores deben preguntarse ¿Quién es mi prójimo? Esta proximidad con el otro toma cuerpo sólo cuando el proceso es humano, amoroso, cercano y tierno. “No basta pasar por las «calles» digitales; es decir, simplemente estar conectados: es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro.”

Si todos los católicos que solemos vivir conectados en las Redes Sociales reconocemos que la Internet más que una herramienta es una experiencia, un ambiente, donde no es tanto el contenido, sino nosotros mismos los que nos compartimos, valoraremos la urgente necesidad de dar testimonio del Evangelio con nuestra persona; un asunto que exigirá, además, el que nos esforcemos por vivir llenos de Dios, con una espiritualidad e interioridad muy profundas y serias, para poder compartir al Dios vivo que habita en cada uno de nosotros. ¿No lo cree así?

(Tomado de la Revista Española Razón y Fe, 2014, T. 269, Nº 1386, Págs. 365-374. Publicado electrónicamente el 5 de mayo de 2014).


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