jueves, 22 de enero de 2015

Se vale llorar

Balance papal de la visita a Sri Lanka y Filipinas


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CIUDAD DEL VATICANO- El Papa Francisco retomó la Audiencia General de los miércoles tras visitar el Continente asiático, que le llevó, durante una semana, a Sri Lanka y las Islas Filipinas; viaje que “ha sido, sobre todo, un jubiloso encuentro con las comunidades eclesiales que en aquellos países dan testimonio de Cristo; les he confirmado en la Fe y en la Misión”.


En Sri Lanka

“Conservaré -añadió- en el corazón el recuerdo de la festiva acogida de parte de la muchedumbre -a veces parecía incluso un océano- que acompañó los momentos destacados del viaje”.

Recordó que tuvo la oportunidad de “animar el diálogo interreligioso al servicio de la paz, así como el camino de esos pueblos hacia la unidad y el desarrollo social, especialmente con el protagonismo de las familias y de los jóvenes”.

Para Su Santidad, Sri Lanka “es un país de una gran belleza natural, cuyo pueblo está buscando reconstruir la unidad después de un largo y dramático conflicto civil”, para lo cual subrayó, en su encuentro con las Autoridades del país, “la importancia del diálogo, del respeto por la dignidad humana, del esfuerzo de involucrar a todos para encontrar soluciones adecuadas, en orden a la reconciliación y al bien común.

“Quise animar la cooperación ya realizada entre los seguidores de las diferentes tradiciones religiosas, también con el fin de poder resanar con el bálsamo del perdón a cuantos todavía están afligidos por el sufrimiento de los últimos años”.


Filipinas, una Iglesia de cinco siglos
Tras su recuerdo del viaje a Sri Lanka, le tocó el turno a Filipinas, “donde la Iglesia se prepara a celebrar el Quinto Centenario de la llegada del Evangelio. Es el principal país católico de Asia, y el pueblo filipino es conocido por su Fe, su religiosidad y su entusiasmo, también en la diáspora”.

Sobre el encuentro con las Autoridades del país, “al igual que en los momentos de oración y durante la concurrida Misa conclusiva, subrayé la constante fecundidad del Evangelio y su capacidad de inspirar a una Sociedad más humana, donde hay espacio para la dignidad de cada uno y las aspiraciones del pueblo filipino”.

El propósito principal de la visita a este país, “y el motivo por el que decidí acudir a Filipinas”, fue “poder expresar mi cercanía a nuestros hermanos y hermanas que han sufrido la devastación del Tifón ‘Yolanda’.

“Fui a Tacloban, en la región más gravemente golpeada”. Allí, por desgracia, las malas condiciones climáticas causaron otra víctima inocente: la joven voluntaria Kristel, arrollada y asesinada por una estructura que se soltó por el viento”.

Destacó el Vicario de Cristo que “la potencia del Amor de Dios, revelado en el Misterio de la Cruz, fue puesta de manifiesto en el espíritu de solidaridad demostrada por numerosos actos de caridad y de sacrificio que marcaron esos días oscuros”.


Sobre las familias y los jóvenes
“Ha sido una alegría para mí estar con los jóvenes de Filipinas, escuchar sus experiencias y preocupaciones. Quise ofrecerles mi ánimo por sus esfuerzos en contribuir a la renovación de la Sociedad, especialmente a través del servicio a los pobres y la tutela del ambiente natural”.



“El cuidado de los pobres es un elemento esencial de nuestra vida y testimonio cristiano; comporta el rechazo a cualquier forma de corrupción que roba a los pobres, y requiere de una cultura de la honestidad”.

Por último, el Pontífice dio gracias a Dios por esta Visita Pastoral a ambos países y le pidió que los bendiga siempre, y “confirme la fidelidad de los cristianos al Mensaje Evangélico de nuestra Redención, Reconciliación y Comunión en Cristo” (ACI/EWTN Noticias).



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