jueves, 22 de enero de 2015

Legendario prodigio en la Región Valles

El “maíz de la Virgen”


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Lic. Helia García Pérez

Seminario de Cultura Mexicana,

Corresponsalía Guadalajara


La Ex Hacienda de El Cabezón se sitúa a escasos 11 kilómetros de Ameca, Jalisco, a cuya Cabecera obedece como Delegación Municipal, y ahí existe una escultura del Siglo XVII de la Santísima Virgen María con el nombre de Nuestra Señora de La Candelaria, del Cabezón. Su Fiesta se celebra el 2 de febrero, y a esta imagen se le atribuye un portento.


Eficaz Medianera

Se relata que en el año 1784 el temporal de lluvias fue escaso, y abundantes las heladas. Al siguiente año, 1785, se le denominó “El año del hambre” porque hizo su aparición una terrible hambruna y la peste asoló, en general, a gran parte del país.

En la Hacienda, sin embargo, no se sintieron drásticamente estas calamidades, pues su dueño, un señor de apellido Cañedo, años atrás había llenado los graneros para alimentar a sus trabajadores y demás habitantes del lugar.

Mas llegó el momento en que se agotaron los granos, y las trojes hubieron de cerrar sus compuertas.

Fue entonces cuando una viuda con sus tres hijos se presentó ante el Patrón, el gran señor del Mayorazgo Cañedo. Sus hijos estaban hambrientos, y ella le pidió ayuda.

Él le dijo y argumentó que nada había en las trojes, y que nada tenía para darles. La señora siguió insistiendo con ruegos, por lo que él le entregó las llaves diciéndole: “Vea usted las trojes, y si encuentra algo, lléveselo para sus hijos”.

La viuda, primeramente, fue a rezar ante la escultura de la Virgen; se arrodilló ante ella; cayó de hinojos, y luego se encaminó a los silos, introdujo la llave en la cerradura de la puerta, mas no pudo abrir porque algo le estorbaba. Acudió a la servidumbre, pidió auxilio para descerrojar la puerta, y cuando ya pudieron abrirla, vieron, con grande asombro, que el granero estaba lleno de mazorcas hasta el techo.


Prosperidad duradera

Los lugareños no han olvidado este portento tan extraordinario. Es más, aún hoy en día siguen cultivando de aquel maíz que denominan El maíz de la Virgen.

La Hacienda de El Cabezón, con sus filiales: las Fincas de Buenavista, La Vega, El Aguacaliente, El Abra, La Calera, San Antonio Matute, La Labor de los Medina, Los Amiales, La Esperanza, Santa María de Huerta, Jayamitla y Quila, ubicadas en la Región Valles de Jalisco, juntas todas ellas, sumaban una superficie superior a las 30,000 hectáreas de tierra, consideradas de primerísima calidad.

A mediados del Siglo XIX, era propiedad del filántropo y humanitario don José Ignacio Eustaquio Cañedo y Valdivieso, hombre emprendedor y progresista, que hizo florecer sus haciendas en los renglones agrícola y ganadero, con cuyos productos se satisfacían las necesidades de algunas poblaciones de nuestro país, y principalmente la Ciudad de Guadalajara.


Otro admirable relato

Se cuenta, asimismo, que en una ocasión se presentó ante don Ignacio una simpática viejecita, suplicándole que le vendiera un poco de maíz “para poner su nixtamal”. El hacendado se le quedó mirando fijamente, y pronto pudo convencerse de que aquella anciana no era vecina de su Hacienda. Al parecer, por el timbre de su voz, por sus modales y su manera de vestir, era arribeña, de la Región de Los Altos, cosa nada extraña para él, pues debido a la escasez de alimentos, frecuentemente llegaban gentes de todas partes en busca de trabajo y comida.

Amablemente, don Ignacio informó a la mujer que el maíz de sus trojes se había agotado; que, de tenerlo, con gusto se lo vendería. Ella, sin desanimarse, le pidió entrar a las trojes a hurgar en los agujeros de los ratones o en las junturas de los desnudos adobes del granero, para ver si lograba reunir un poco de maíz. El dueño accedió y le ordenó al trojero le abriera las puertas. De la anciana no volvieron a acordarse el trojero ni el señor Cañedo.

Al día siguiente, el hacendado dispuso que dentro de las trojes recién desocupadas se guardaran más de 400 arados, ya que sería hasta octubre cuando volverían a ocuparse; pero la puerta no fue posible abrirla. Llamaron al carpintero para romper los goznes, pero la puerta se vino abajo, y detrás de ella cayó un verdadero torrente de granos de maíz. Esa semilla correspondía a una variedad jamás conocida en El Cabezón ni en el Valle de Ameca.

Se dice que ese mismo día la Virgen de La Candelaria amaneció con un collar de perlas en su cuello, y que sus cuentas semejaban a los granos del maíz liso aparecido.

…Es creencia común que la viejecita que fue en busca de maíz había sido la misma Virgen de La Candelaria.


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