jueves, 29 de enero de 2015

La alegría, virtud esencial en el cristiano

Con mayor razón en el Seminarista


Algarabía


Francisco Efraín Bustos Rodríguez,

1º de Teología


La alegría es una de las expresiones más deseadas por la Sociedad; es semejante a un diamante que los hombres quisieran tener para siempre en su custodia e irradiar con su luz a los demás. Esto les daría la certeza de que su vida no está siendo malgastada ni es aburrida o amargada.

Ante todo, es un regalo y una virtud. Regalo porque es otorgado por Dios de igual manera a toda persona; y virtud, porque se necesita cultivarla desde lo más hondo de nuestro ser, lo cual implica constancia en ver las cosas positivamente y una confianza incondicional de que todo lo que vivimos está dentro de los Planes de Dios.


Algo innato y casi instintivo
Cabe aclarar que no podemos asociar la alegría con determinadas edades, pues los niños, los jóvenes y los adultos ríen cada uno a su manera: los niños, por sus errores; los jóvenes, por sus ocurrencias; los adultos, por todas las anécdotas pasadas, que hoy son motivo de muecas y risas.

La alegría viene a ser la sensación interior que nos hace capaces de remontar los momentos difíciles, aunque nos sintamos tristes. Está siempre ahí, independientemente de lo que afuera sucede.

Ahora bien, la alegría interior puede transmitirse a cualquier cosa que hagamos, por ejemplo las labores de la casa, algún estudio, e incluso realizando un trabajo que parezca aburrido o desagradable. Si uno mira en su interior y encuentra la alegría, esa obligación o encomienda puede convertirse en una experiencia gozosa.

Equivale a estar lleno de paz, amor y de una sensación de bienestar. La alegría está dentro de todos nosotros. Procede de la sensación de ser amado y del aprecio por el don de la vida. Llega a nosotros cuando hacemos lo que sabemos que es justo. Se parece a la diversión, pero no es exactamente lo mismo. La diversión tiene qué ver con lo que sucede en el exterior; es “pasarla bien”. La alegría, en cambio, procede de lo que ocurre en el interior: es sentirse dichoso.


Para no equivocarse
Vale también señalar aquello que No es alegría, ya que actualmente hay mucha confusión de términos; existen diversos caminos equivocados que desvirtúan la razón humana, y que contribuyen a forjar niños frustrados, jóvenes descarriados y adultos fracasados.

La alegría No es circunstancial; es decir, no es parte del disfrute de momentos cortos, como suelen plantear los Medios de Comunicación. No se encuentra en los minutos en que se consume una bebida o una droga. Esta alegría es falsa, ya que en ocasiones termina haciéndonos más daño de lo que imaginamos.

La alegría No es superficial; esto es, no nace de fuera de una persona, sino de dentro. Por lo mismo, con frecuencia hoy sabemos de muchas personas que, a pesar de que acumulan abundantes bienes materiales, no son felices, no encuentran la tranquilidad interior ni la sensación de bienestar, sino, más bien, un alto deseo de tener cada vez más, no importando los medios ni las consecuencias que suscite este acto.

La alegría No es un sentimiento; no se halla en los momentos que sentimos que “todo está bien”, en que no tenemos problemas o que no padecemos estrechez económica alguna, pues esto es, sencillamente, una situación pasajera. Conviene vislumbrar que la alegría no surge solamente en la dicha, sino también en la desgracia, proporcionándonos la fuerza humana que nos inserta de manera equilibrada en la vida.

La alegría, cabe recalcarlo, es una virtud; o sea, el hábito de mantener un ánimo jubiloso, no importando las circunstancias exteriores. Esta cualidad no depende de drogas ni de medicamentos ni de sentimientos, sino de una actitud interior que se adquiere con la constancia, como las demás virtudes.

Y la Alegría es, además, una virtud cristiana, porque si es verdadera, no puede tener otra fuente que Dios, y de esta manera contiene la fuerza y el poder que se encuentran en Él.

Ojalá que en este 2015 nuestros actos nos lleven a compartir la virtud de la alegría con todos nuestros hermanos…


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