jueves, 29 de enero de 2015

Asomarte

Siempre suenan las campanas


Siempre suenan las campanas


Texto y Foto: Pbro. Alberto Ávila Rodríguez


En los pueblos, rancherías, en las ciudades y sus barrios, los antiguos juglares, que convocaban multitudes, marcaban la oportunidad de transmitir avisos, hacer la fiesta, prevenir calamidades de todo tipo. Las campanas, a su vez, siguen presentes en la Historia…

La gente bien distingue el sonido solitario, inequívoco para llamar a alguien en particular. Utiliza una sola campana o con toda la escala cromática de los sonidos y en las distintas modalidades de la tecnología de los teléfonos hasta los cobres débiles de las campanitas vendedoras de ilusiones.

En el Michoacán artístico, donde surgieron gracias a los Misioneros Artistas, Santa Clara del Cobre emerge como un emblema para el abanico del uso y gusto por las campanas. Las torres, su morada, es como la guarida de los vientos que traen pensamientos estéticos y curan dolores del alma y hasta del enamoramiento.

Leer “Al filo del agua”, expresión campirana, destaca la historia de una comunidad al ritmo de las campanas de la torre: para llamar a los Oficios de Semana Santa, los Ejercicios Cuaresmales, la Misa, el Rosario, el Catecismo, distribución de las horas del día, llamar a las Procesiones Solemnes de las Fiestas Patronales, y determinar, de alguna forma, el reparto de la vida sencilla en los poblados.

La Humanidad se reinventa para usar instrumentos de comunicación; pero, aun así, están ahí todavía las campanas para llamar a duelo o alborotar con los repiques de fiesta.


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