jueves, 15 de enero de 2015

La Causa del Padre Cuéllar

Hacia los Altares

El Padre Roberto Cuéllar, inolvidable Benefactor de la Niñez


Por el interés y aliento del Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, se ha reavivado la iniciativa de introducir la Causa de Canonización del Sacerdote Jesuita Roberto Cuéllar García, Fundador y primer Director, en esta Ciudad, de la Ciudad de los Niños.


Padre Cuellar 3


José de Jesús Parada Tovar


El Edicto respectivo, rubricado el 30 de septiembre de 2014 por el Arzobispo Metropolitano y por el Secretario Canciller de la Curia Arzobispal, Pbro. Javier Magdaleno Cueva, ratifica como Promotor de este Proceso al Padre Agustín Soltero Horta; encomienda que hace años le había sido propuesta por la Sociedad de Ex Alumnos de la Ciudad de los Niños.


Algunos antecedentes

Antiguo alumno de dicha Institución Benemérita (hace poco más de 70 años), el Padre Agustín Soltero refirió que, efectivamente, ese organismo de ex discípulos del Padre Cuéllar, que aún sesiona mensualmente, le externó su propósito de encauzar los trámites que conduzcan al reconocimiento de ese Personaje como Santo de la Iglesia -mediando los pasos previos de aceptarlo como Venerable, Siervo de Dios y Beato-.

Reconoció, asimismo, que en su momento el Cardenal Arzobispo Juan Sandoval Íñiguez se mostró motivado; sólo que el asunto no prosperó con la esperada celeridad en la primera instancia correspondiente: la Comisión Diocesana de Historia, no obstante que se proveyeron suficientes documentos requeridos. Incluso, acompañado de la Maestra y Antropóloga Glafira Magaña Perales, Responsable Técnica del Archivo Eclesiástico Diocesano, recurrió al Seminario y a la Curia de la Arquidiócesis de Durango para recabar más elementos informativos y testimoniales del Padre Cuéllar García, si bien fue poco lo que se obtuvo. Además, estableció entonces pláticas iniciales con el Padre Provincial de la Compañía de Jesús en México, pero tampoco avanzaron las tratativas.

“Yo advierto la perspicacia del señor Cardenal Francisco Robles, y percibo que ve con alegría y decisión, con prudencia e interés el relanzamiento de esta Causa”, comentó el Postulador, hasta hace unos meses Capellán de San Felipe Neri, céntrico Templo en el que, por cierto, se desempeñó como Vicario Cooperador “Don Róber”, cuando se encargaban ahí del culto los Padres Jesuitas.

Además, refirió que, una vez publicado oficialmente el Edicto, lo que procede es recurrir de nuevo a la Comisión de Historia para que redacte la Primera Conclusión que pueda darle luz verde al formal Acto de Inicio de la Causa. De todo ello están muy al tanto y entusiasmados los integrantes de la Sociedad de Ex Alumnos de la Ciudad de los Niños, coordinados por el Sr. José Luis López Neri. Adicionalmente, esta Asociación Civil edita un órgano informativo bimestral, denominado “¡Adelante, Don Róber!”

Al respecto, como anécdota de referencia, el Padre Soltero Horta (por muchos años Maestro de Rúbricas en el Seminario, Ceremoniero Mayor de la Catedral y miembro de la Comisión Diocesana de Liturgia) recordó que, cuando él cursó el 5º y 6º Grados de Primaria en la Ciudad de los Niños, obviamente, fue acólito, y una frase muy socorrida del Padre Cuéllar para animar a sus chiquillos, era: “¡Adelante con los faroles!”, y les llamaba, a los monaguillos, “Ángeles del Altar”, por lo que los obligaba a ejercer su oficio usando guantes, zapatillas de charol bien lustradas, y tobilleras blancas.



Oración para devoción privada. Con Licencia Eclesiástica.
Padre Bueno y Todopoderoso, que concediste a tu Sacerdote Roberto Cuéllar García un gran amor a Cristo y una encendida confianza en tu Celestial Providencia, te rogamos que su ejemplo mueva a muchos a atender evangélicamente la educación de los niños y jóvenes, así como la Gracia de la pronta Beatificación de tan ejemplar Sacerdote. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.



Constancias biográficas
El Padre Cuéllar, o “Don Róber”, como cariñosamente se le conocía, nació en la Ciudad de Durango el 28 de Septiembre de 1896. Ese mismo día fue bautizado en la Parroquia del Sagrario. A los tres o cuatro años recibió el Sacramento de la Confirmación, probablemente de manos de Monseñor Santiago de Zubiría y Manzanera, segundo Arzobispo de Durango.

Sus padres. Don Lauro Cuéllar era uno de los descendientes remotos de aquellos criollos que habitaron la Ciudad de Durango en el Siglo XVII. No tenía, en contraste con ellos, minas de plata ni de oro, sino que había venido a menos en bienes de fortuna. Tan sólo guardaba como un tesoro su familia, compuesta por la esposa, Doña Concepción García, y sus cinco hijos: Dolores, Abel, Enrique, Anita y Roberto. Este último era el mayor.

Frutos espirituales. Doña Concepción no era sólo una madre devota, sino profundamente religiosa, y creía que la única razón por la que venimos a este mundo es el servicio a Dios. Así que Roberto tuvo noción de Dios, casi tan pronto como tuvo hambre. Y en su hogar se practicaba la oración tan frecuentemente como se toman los alimentos cada día.

Difícil situación económica. La situación económica de Don Lauro Cuéllar empeoró, de suerte que hubo de buscar trabajo en pueblos vecinos. Así fue como, estando la familia en Santiago Papasquiaro, Roberto hizo la Primera Comunión, a los siete años. Ejercía también Roberto el oficio de acólito en los pueblos donde pasaba, y lo desempeñaba con esmero.

A juicio del Padre Postulador, muy probablemente ahí le nació la vocación sacerdotal a Roberto, “al ver, en la sacristía, una imagen de Religiosos Jesuitas, Mártires, sacrificados por indios tepehuanos”.

En el Seminario. Después, se vino a la Ciudad de Durango con su tío Emiliano para ingresar al Seminario. El tío lo dejó a cargo del Maestro de Ceremonias de la Catedral, Presbítero Víctor Sánchez. Un fuerte paludismo lo postró en cama, y cuando recuperó la salud, fue conducido al Seminario. No faltaron personas caritativas que lo socorrieron en sus estudios.

Tiempos aciagos. La familia Cuéllar, con sus problemas económicos, se domicilió en Durango; pero, al mismo tiempo, llegó la Revolución de 1910 con sus trifulcas y alborotos, y dispersó a alumnos y profesores, y se vio obligado a irse a la Ciudad de México, donde era posible continuar sus estudios.

¡Al fin, Sacerdote! Llegó el año 1920, y el sacerdocio por el que aspiraba Roberto. El 26 de septiembre de 1920, Roberto, de 24 años, fue consagrado Sacerdote por el Arzobispo Francisco Mendoza y Herrera, tercero en la Sede de la antigua Guadiana, Capital de la Nueva Vizcaya. El sitio preciso de la Ordenación fue la Capilla privada del Prelado, una humilde casa, porque la persecución lo obligaba todavía a ocultarse.

Primer destino. El nuevo Sacerdote, pronto fue destinado a Sombrerete, Zacatecas, famoso por sus minas de plata y oro, y perteneciente a la Arquidiócesis de Durango. El Padre Cuéllar trabajó ahí dos años y fundó dos escuelas para niños y niñas.

La Compañía de Jesús. Hizo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola con otros Sacerdotes Diocesanos en Durango. Se sintió atraído por la Compañía de Jesús y luego empezó a gestionar su admisión en esta Orden Religiosa. Fue admitido el 26 de mayo de 1923, con el permiso del Arzobispo de Durango.

Magisterio del Padre Cuéllar. Diez años después, y con una preparación religiosa conforme a los principios jesuíticos, fue asignado a Guadalajara para apoyar en la educación de jóvenes en el Instituto de Ciencias, del que se desprendió paulatinamente hasta formar la Casa del Niño Obrero, que surgió de la conjugación y apoyo de dos Instituciones sabiamente unidas por él: el Instituto de Ciencias y la Sociedad Mutualista Obrera León XIII, que en 1934 decidieron con el fin de ayudar a los niños tapatíos desamparados y crear una “vanguardia infantil”.

Con un rápido crecimiento y cambios de domicilio constantes por variadas razones, se logró establecer un Gobierno de la Casa Hogar, y los alumnos tenían sus Normas y Estatutos, que cumplían con espontaneidad y disciplina. Después de terminar su instrucción primaria, emprendían el aprendizaje de un oficio en los talleres que para ello se habían montado.

Grandes bienhechores. Don José Aguilar Figueroa, Don Pedro Javelly y Don Salvador Vergara Rodríguez, son las personas que desinteresadamente aportaron un terreno de 36 hectáreas para que se construyera el sueño del Padre Cuéllar: una Ciudad de los Niños que contara con escuela, talleres, dormitorios, área de cultivos, iglesia, comedores, campos deportivos, enfermería, etc… ¡Una Ciudad para niños huérfanos y desamparados!

Abril de 1944, La Ciudad de los Niños. Es el hogar de niños huérfanos, pobres, desamparados, en donde encuentran casa, alimento, vestido, escuela, y formación cristiana; donde se forman hombres, trabajadores, cristianos, útiles a su familia, a la Sociedad, a la Patria y a Dios.

“Don Róber” atendió hasta su muerte esta gran obra durante 35 de los 50 años de su sacerdocio ministerial, y su legado vive en sus sucesores. La Compañía de Jesús no abandona este servicio a la niñez desamparada. Afectado por una complicación pulmonar, falleció santamente el 24 de octubre de 1970.

(Datos entresacados del Libro del P. José Gutiérrez Casillas, S.J., editado por el ITESO).



Por iniciativa y costeo de la Asociación de Ex Alumnos de la Ciudad de los Niños, en el Jardín Municipal frente al Santuario de Nuestra Señora del Carmen se instaló un Monumento en honor del Padre Cuéllar en tiempos en que era Capellán de ese Templo precisamente el Pbro. Agustín Soltero Horta, hoy Postulador de la Causa de “Don Róber”.



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1 comentario:

  1. Buenos días, tengo entendido que don Robert nació en Durango, pero en el pueblo de Santiago Papasquiaro, donde en la "Casa Colorada", la casa de la cultura, existe una placa de Santiaguenses distinguidos, y está plasmado el nombre de don Roberto Cuellar García. Saludos y muchas gracias.

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