jueves, 22 de enero de 2015

Un ejemplo de profesionalismo altruista

Lucha por los desvalidos


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Alberto Gómez Barbosa


A finales de 2013, recorría el Estado de Chiapas el Doctor Marco Antonio Bracho Ugarte, especializado en Ginecología y Obstetricia, a quien le habían otorgado el Premio al Altruismo 2008 en Reynosa, Tamaulipas, ciudad donde ejerciera la Medicina en Hospitales de PEMEX como Cirujano y Jefe de Enseñanza e Investigación, y quien actualmente, jubilado, atiende su Consultorio en el Hospital Christus Muguerza, de la misma Reynosa, donde radica desde hace años y es persona muy apreciada.


De la sorpresa a la acción

Hallándose una vez en San Juan, población muy importante desde el punto de vista religioso para los Chamulas de la región, pueblo antes lleno de magia y hoy repleto de turistas, se le acercó una niña de 9 años cargando una criaturita de brazos y pidiéndole ayuda. Sorprendido, el Doctor Bracho preguntó a la muchachita dónde se encontraba su mamá, y la respuesta fue: en la cárcel. Inquirió cuál había sido el delito que la mujer había cometido, y la respuesta lo conmovió: “Robó de una tienda pan y leche para darnos de comer”. La niña le comentó también que ella se había hecho cargo de sus tres hermanos menores, uno de siete años, otra de cuatro y el bebé que llevaba cargado.

A su regreso a Reynosa, el Médico recabó información de fuentes oficiales, y las cifras que encontró en el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el Sistema Penitenciario Nacional y en los Censos de Población del INEGI fueron impactantes: 41 mil mujeres estaban presas en cárceles del país; el 70% de ellas, 28 mil, en números redondos, por haber cometido delitos menores como el denominado “robo famélico”; es decir, hurto por hambre. El 88% de las mujeres encarceladas tenía hijos qué educar y el 66% carecía de estudios de nivel Secundaria.

Pero había más: esas 28 mil reclusas podrían estar en libertad pagando fianzas que iban de $400.00 a $1,000.00; pero, al no contar con esa pequeña suma que las libraría de la cárcel y del abandono a sus familias, continuaban presas. Y 6,500 de esas internas por delitos menores, sólo habían robado alimento para sus hijos.

Preocupado por tal situación, Bracho Ugarte, asesorado por amigos Abogados, analizó el sistema penitenciario de nuestro país y comprobó que podría lograrse la liberación de las mujeres que por primera vez habían delinquido en delitos menores como el mencionado “robo por hambre”, mediante un Indulto del Presidente de la República o por una Amnistía decretada por los Gobernadores de los Estados. Por ello, inició gestiones ante el Gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, solicitándole la Amnistía para las mujeres en esas condiciones, presas en reclusorios de Tamaulipas, y hoy considera que las tratativas van por buen camino.

Los Periódicos fronterizos mexicanos y uno de Texas se interesaron en su propuesta y, al igual que Medios televisivos tamaulipecos, han entrevistado al Médico, quien ha dictado también Conferencias sobre la materia, despertando así el interés de la ciudadanía por tema humano tan relevante.

Hace pocas semanas envió al Presidente Enrique Peña Nieto una carta solicitando Audiencia para pedirle el Indulto de las mujeres presas por delitos famélicos, que han cometido su primer delito, y que no cuentan con antecedentes delictivos. La carta fue turnada al Secretario de Gobernación, quien le dio respuesta informándole que pronto le señalarán fecha para la Audiencia con el Primer Mandatario.


Urge reorientar apoyos

El altruista Galeno, preocupado por situaciones sociales graves que enfrentamos en México, ha declarado: “La familia, como institución, vive una etapa de emergencia y poco se hace por apuntalarla. Considero que es de mayor utilidad para el país que esas mujeres presas por delitos menores estén en sus casas ocupándose de sus hijos. La familia en México está mortalmente herida”, finalizó.

Ejemplo de desprendimiento, de caridad, en el sentido más amplio del término, que implica principalmente amor por nuestros semejantes, es el de aquél que, con total desinterés, emprende acciones en beneficio de personas desvalidas y en condiciones tan difíciles, encarceladas, dejando a su familia en el abandono. Ojalá que las gestiones del Doctor Bracho tengan respuesta positiva de las Autoridades Federales más altas y de los Estados.

Por otra parte, cabe reflexionar sobre las fallidas políticas sociales que llevan a la comisión de esos delitos tan menores y realizados por la urgencia de sobrevivir. Indigna pensar en las enormes cantidades que gasta el Gobierno en regalar pantallas de televisión con el fin de conseguir votos; en los miles de millones que se otorgan a los Partidos políticos para su propaganda; en los sueldos escandalosos que devenga la alta burocracia, incluyendo Magistrados, Diputados, Senadores, Secretarios de Estado y demás; todos estos, dispendios enormes de fondos públicos que debieran destinarse al apoyo de los desprotegidos; labor primordial de un buen Gobierno. ¿Cómo puede enjuiciarse con severidad a quienes sin oportunidades y por hambre roban unos mendrugos con tal de alimentar a sus hijos?

Es absurdo, también, que el sistema carcelario, sobrecargado, como todos sabemos, mantenga confinadas a tantas personas sin sentencia, purgando delitos inexistentes o menores, o como el caso de tantos compatriotas de diferentes etnias autóctonas que no saben por qué están encarcelados, pues no hablan “el castilla” y fueron detenidos y sentenciados sin contar, al menos, con un intérprete.

Cárceles sobrepobladas en extremo por reos que podrían salir mediante corta fianza asignada, y que, al no tenerla, se convierten en un peso más, que nuestros impuestos deben costear, pues la asistencia a un preso, por mala que sea, cuesta dinero. Reducir el exceso de población en los reclusorios otorgando Amnistía a quienes delinquieron por primera vez y por hambre, aparte de ser una medida positiva socialmente, tendría también resultados prácticos importantes.


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