Crónica de un Sacramento
Pobladores de Nochistlán fueron testigos de la Ordenación Sacerdotal de uno de sus hijos. La población zacatecana ha rendido varios frutos al servicio de Dios y de su Iglesia.
Alberto Ávila Rodríguez
Hay expectativa en Nochistlán, Zacatecas. En el corazón de la ciudad, se hace un momento de pausa, entre el bullicio de las fiestas decembrinas. Es para podernos asomar a un misterio, llenos de expectación y gozo. El pueblo entero es testigo de una Ordenación Sacerdotal. Hay un templo repleto, con gente que acerca su Fe a los Misterios más grandes del cristianismo. El mundo quiere saber por qué Dios quiso hacerse hombre y por qué escoge a hombres y mujeres para ofrecer la gracia de la salvación. Hoy es esta Parroquia de San Francisco de Asís, la que vive una Ordenación Sacerdotal de uno de sus hijos. Asombra que Dios siga eligiendo la fragilidad humana de algunos elegidos para hacerse presente en la historia.
ASÍ SURGEN LAS VOCACIONES
En un crucero del templo, un puñado de chiquillos, con su sotana de acólitos, como en las fiestas solemnes, se arremolinan y se paran de puntitas para ver a un hombre postrado de cara al piso del presbiterio, mientras el coro entona el impresionante himno: Veni Creator Spiritus. Se invoca a Dios para entender sus Misterios. Esta Navidad, que le da alegría y esperanza a estos tiempos difíciles que nos está tocando vivir, sigue siendo la historia de Dios de todos los días. De ese cúmulo de chiquillos asombrados hoy, han surgido siempre vocaciones para el Sacerdocio, y esperamos que en el futuro siga sucediendo así, para que no falten los elegidos que puedan decir: “Aquí estoy Señor, para cumplir tu voluntad”.
Este de Nochistlán es sin duda un templo histórico, que ha tenido en su altar, presidiendo la Eucaristía, a mártires mexicanos hoy Santos Sacerdotes, que por aquí pasaron haciendo el bien. Y hoy Dios consagra de nuevo a un hombre como Sacerdote para seguirle hablando al mundo de los Misterios de Dios.
LA ALEGRÍA PINTÓ DE COLORES AL PUEBLO
Las calles del pueblo se revistieron de música folclórica, de colores de fiesta, para acompañar en procesión al elegido, con su familia, sus amigos y todos los vecinos. Todo esto pinta una realidad cristiana inocultable; cuando Dios elige hay gozo, retumba la alegría para afrontar en su plenitud las tareas. Las encomiendas de la Evangelización, como un mensaje que ha salido desde las periferias para toda clase de gente, sigue siendo preocupación presente y futura.
SE UNIÓ AL PRESBITERIO DE GUADALAJARA
José Antonio González Borroel, Diácono quien prestara recientemente sus servicios ministeriales en la población jalisciense de Amatitán; hoy, en este rincón zacatecano de largo historial, abrazó el Sacerdocio como un don, regalo sí; pero también como un arduo reto y un profundo compromiso. El pueblo de Dios siguió, paso a paso, la emotiva ceremonia. Casi una treintena de sacerdotes colocaron las manos sobre la cabeza del ordenando para implorar la misericordia divina, para hacerse solidarios de las tareas porvenir; en tanto que el elegido, ya Sacerdote, reiteró su lema: “En Dios confío y no temo”.
Fue el pasado jueves 18 de diciembre, en medio del jolgorio, fiestas y Misterio de la Navidad, donde según nos lo recuerdan las Escrituras Sagradas: “Un niño ha nacido; se llamará Emanuel, el Dios con nosotros”, se llevó a cabo esta ceremonia de Ordenación Sacerdotal, que fue un punto solemne de la vida de este elegido, pero sobre todo, será un parteaguas para las grandes tareas de la evangelización asumidas y consagradas aquí y ahora, por este ser humano consagrado; ciertamente frágil, pero que confía y espera en las promesas permanentes del Dios Salvador.
Dios le permita seguir viviendo con alegría su ministerio Sacerdotal. Felicidades..
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