El Papa pidió perdón por algo que él no cometió.
Fue un evidente gesto de humildad. El signo fue expresión del deseo de buscar la reconciliación con el Pueblo de Dios. En efecto, fue en la homilía de la Misa celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, en compañía de algunas víctimas de abusos sexuales, cuando el lunes 7 de julio el Sumo Pontífice pidió perdón por esos abusos sexuales perpetrados por malos Clérigos. Por el valor del testimonio, presento enseguida un resumen de sus palabras:
“Siento en el corazón el profundo dolor, sufrimiento, tanto tiempo oculto, tanto tiempo disimulado con una complicidad que no, no tiene explicación…
“Y esos pocos que comenzaron a llorar nos contagiaron la consciencia de este crimen y grave pecado. Ésta es mi angustia y el dolor por el hecho de que algunos Sacerdotes y Obispos hayan violado la inocencia de menores y su propia vocación sacerdotal al abusar sexualmente de ellos. Es algo más que actos reprobables. Es como un culto sacrílego, porque esos chicos y esas chicas le fueron confiados al carisma sacerdotal para llevarlos a Dios, y ellos los sacrificaron al ídolo de su concupiscencia. Profanan la imagen misma de Dios, a cuya imagen hemos sido creados.
“La infancia, sabemos todos, es un tesoro. El corazón joven, tan abierto de esperanza, contempla los Misterios del Amor de Dios y se muestra dispuesto de una forma única a ser alimentado en la Fe. Hoy, el corazón de la Iglesia mira los ojos de Jesús en esos niños y niñas y quiere llorar. Pide la Gracia de llorar ante los execrables actos de abuso perpetrados contra menores. Actos que han dejado cicatrices para toda la vida.
“Sé que esas heridas son fuente de profunda y a menudo implacable angustia emocional y espiritual. Incluso de desesperación. Muchos de los que han sufrido esta experiencia han buscado paliativos por el camino de la adicción. Otros, han experimentado trastornos en las relaciones con padres, cónyuges e hijos. El sufrimiento de las familias ha sido especialmente grave, ya que el daño provocado por el abuso, afecta a estas relaciones vitales de la familia.
“Algunos han sufrido incluso la terrible tragedia del suicido de un ser querido. Las muertes de estos hijos tan amados de Dios pesan en el corazón y en la conciencia mía y de toda la Iglesia. Para estas familias ofrezco mis sentimientos de amor y de dolor…
“Los pecados de abuso sexual contra menores por parte del Clero, tienen un efecto virulento en la Fe y en la Esperanza en Dios. Algunos se han aferrado a la Fe, mientras que en otros la traición y el abandono han erosionado su Fe en Dios.
“La presencia de ustedes, aquí, habla del milagro de la Esperanza, que prevalece contra la más profunda oscuridad. Sin duda, es un signo de la Misericordia de Dios el que hoy tengamos esta oportunidad de encontrarnos, adorar a Dios, mirarnos a los ojos y buscar la Gracia de la reconciliación. Ante Dios y su Pueblo, expreso mi dolor por los pecados y crímenes graves de abusos sexuales cometidos por el Clero contra ustedes, y humildemente pido perdón.
“También les pido perdón por los pecados de omisión por parte de líderes de la Iglesia que no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso presentadas por familiares y por aquellos que fueron víctimas del abuso. Esto lleva todavía a un sufrimiento adicional a quienes habían sido abusados, y puso en peligro a otros menores que estaban en situación de riesgo.
“Por otro lado, la valentía que ustedes y otros han mostrado al exponer la verdad, fue un servicio de amor al habernos traído luz sobre una terrible oscuridad en la vida de la Iglesia. No hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquéllos que cometen estos abusos, y me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de nadie, independientemente de su estado clerical…
“Por otra parte, vamos a seguir vigilantes en la preparación para el sacerdocio. Cuento con los miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores. Todos los menores, sean de la Religión que sean, son retoños que Dios mira con Amor.
“Pido esta ayuda para que me ayuden a asegurar que disponemos de las mejores políticas y procedimientos en la Iglesia Universal para la protección de menores y para la capacitación de Personal de la Iglesia en la implementación de dichas políticas y procedimientos. Hemos de hacer todo lo que sea posible para asegurar que tales pecados no vuelvan a ocurrir en la Iglesia”.
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