Luis Sandoval Godoy
261- Anda en arengas
No, que yo; no, que tú; no, que lo vieron con Toña la Prieta. Digo que yo no fui, fue Teté; pégale, pégale, que ella fue. Y así, el individuo aquel se goza de andar en arengas.
Allá, en tiempos de bárbaras naciones, conocían a estos señores como tinterillos, amantes del reglamento y del alegato; guardianes de la Justicia, del Derecho, de la Honradez.
Muchas veces se trataba de una careta que les daba un aire de importancia en el pueblo, y éstos sólo terminaban en buscapleitos, chupatintas, en sus escritos a tinta y canutero.
No será bueno andar en arengas, con esta palabrilla que da nuestra gente a los que viven de la guáguara, de lengua suelta, y sólo encienden pasiones y odios.
262- Anda de lámpara
Sería bueno jugar una apuesta y pedirle a la gente que opine si esto que aquí se propone, andar de lámpara, es un honor y una gracia, o es deshonrosa la tal expresión.
Por lo pronto, el lugar de la lámpara está en el centro de sala, para que su luz se difunda suavemente en el espacio. Nadie enciende la luz y la esconde, según la frase evangélica.
En ese sentido hay que recibir en buena hora si dicen que aquél anda de lámpara… Lo malo sucede si aquella lámpara no da la luz esperada, le falta energía, le falta cable.
Y parece que esto quiere decirse a propósito de las apariencias con que Juan, El Cuervo, sale aquí como una gran verdad, pero no da luz; se ve sólo su negro nombre.
263- Anda de mequetrefe
Estamos en la boca-calle y viene allá el compañero a quien pusieron en el barrio el apodo de La Mula Ciega, que no corresponde a desprecio, pues todos estiman a este joven.
El nombre le viene por los tropiezos que se da aquí y más allá, por sus verdades a medias, sus pasos en falso, o como también dicen las gentes, por sus metidas de pata.
Y no es que el muchacho obre de mala fe, sino que su mente quedó a media luz; fue escrita a media tinta, y no atina, no acata a nada; no es tonto; o si acaso, sólo a medias
Tiene suelto el palabrerío que se le derrama por la boca; es de risa barata, de gesto amable, pero todo en puro relumbrón, nada serio, nada firme; es, pues, un mequetrefe.
264- Anda en las copiosas
Por favor, señor, señorita, tomen su Diccionario para que vean el significado de esta palabra; no la van a hallar en la acepción en que la usa la gente que tiene la palabra.
Donde se habla de un acopio de objetos, donde se dice una copiosa cosecha, se celebra el rendimiento obtenido en aquella compra o en venta; así dicen del copioso beneficio.
Y qué pena tener que hacer aquí la aclaración que da nuestro pueblo a eso de andar en las copiosas, que es sólo el vil y villano sentido de quien anduvo ayer en las copiosas.
Es decir, anduvo en las copas. Aguárdeme, compa; ya nomás otra y nos vamos. Le prometo, de veras, que va a ser la última, la del estribo, al decir en esto de las copiosas.
265- Anda malditeando
Como que se cansa el pie de dibujar la huella en esa retahíla de locuciones del habla popular cuando se juegan actitudes y aptitudes en esos numerosos anda y más anda.
Ya es tiempo de dar vuelta a la página y dejar la serie, luego de la fiesta de situaciones en que se trazaron modos de ser, en su mayoría por la fiesta amable del decir común.
Aun en la forma de cerrar la puerta de éste que dice que anda malditeando, ha de pensarse en quienes hacen y dicen cosas de buena fe, en broma, en sonrisa de palabras.
Que nos quede la idea: andar malditeando, no siempre es para decir o hacer cosas malas, sino a veces es un modo de caer bien, de mostrar ingenio y dar luz a un tema.
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