La vida religiosa no es como la pintan
La donación de sí y el permanente diálogo con Dios hacen de la vida contemplativa una existencia plena y feliz.
Dulce María Mercado
Sonia Gabriela Ceja Ramírez
Celina Guadalupe Cázares Munguía nació en Guadalajara, y el 16 de julio del año en curso celebró 25 años como Religiosa de La Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, Congregación mexicana de Vida Contemplativa y Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento.
Esta Congregación fue fundada por la Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida en 1897 y es parte de las cinco Obras de la Cruz, impulsadas por “Conchita”, mujer casada que tuvo nueve hijos y que por inspiración del Señor inició la Espiritualidad de la Cruz.
Cinco lustros de matrimonio con el Señor
Celina refirió que su opción por la vida religiosa se dio “porque Dios pronunció mi nombre como nadie lo ha pronunciado, y el Amor con el que me llamó para ser suya ha sido lo más hermoso que pudo haberme sucedido.
“Yo estoy convencida de que es Dios el que quiere nuestra felicidad; para eso nos creó, y Él tiene una vocación para cada uno, pero es necesario que nos demos la oportunidad de preguntárselo en la oración, sinceramente, sin miedo ni resistencias, porque al encontrar nuestra vocación en Él, también descubrimos nuestra identidad, nos encontramos a nosotros mismos y encontramos nuestra felicidad”.
El llamado es el mismo, la respuesta es diferente
Al preguntarle por qué han disminuido las vocaciones a la vida religiosa, Celina Guadalupe respondió: “Influyen muchos factores, pero uno muy importante, desde mi punto de vista, es precisamente la cultura de la autosuficiencia.
“Pensamos que solos debemos tomar nuestras decisiones. Nadie les enseña a los jóvenes de hoy a ‘doblar sus rodillas’ ante Dios para preguntarle: ‘Señor, ¿cuál es tu proyecto para mi vida? ¿Para qué existo?’ Tenemos una sola vida, y con mucha frecuencia nos equivocamos al tomar decisiones superficiales que no nos llevan a la plenitud.
Otro factor importante es que se ha difundido una imagen deformada de la vida religiosa. En las películas, en las telenovelas, no la presentan como es en realidad. Lo ideal es acercarse a conocer la vida consagrada, visitarnos, platicar con nosotros. Si Dios te llama a esto, no es una desgracia, sino un privilegio”.
La sangre de la Iglesia
Al inquirírsele por qué optó por la Vida Contemplativa, manifestó:
“Elegí la Vida Contemplativa porque ofrece mayor intimidad con el Señor Jesús, y es una vida de enorme irradiación espiritual para la vida de la Iglesia.
Explicado con imágenes: Si la Iglesia fuera un cuerpo humano, la Vida Contemplativa sería la sangre, que es la que se encarga de llevar la vitalidad de Dios a todo el cuerpo, pero callada y ocultamente. Cuando alguien refleja buena condición física y salud, no se le dice: ‘¡Qué buena sangre debes tener!’), pero ahí está, sin detenerse un segundo, circulando, purificando, alimentando y oxigenando a todo el cuerpo.
“Otra imagen: si la Iglesia fuera un árbol, la Vida Contemplativa sería la raíz, que ocultamente lo sostiene y da vida, aunque por fuera sólo se ven sus hojas verdes o sus frutos”.
Vida diaria en permanente diálogo con Dios
“Todo el tiempo hacemos turnos de Adoración y nos vamos ‘relevando’ en la mañana, en la tarde y en la noche; así, entre todas, sostenemos nuestra vida de Adoración. Cuando no estamos en la Capilla, aunque estemos trabajando en lo que se nos encarga, procuramos mantenernos en silencio y en la presencia de Dios.
“Hablamos solamente lo esencial, y después de comer y cenar nos reunimos un rato a platicar, pues tratamos de vivir en caridad fraterna.
“Yo elegí esta Congregación porque en ella encontré todo para ser fiel al llamado de Dios: una espiritualidad profunda y sólida, la presencia Eucarística como centro de la vida, y comunidades de hermanas que en fraternidad intentamos ayudarnos mutuamente a responder cada día a Dios.
“El centro de la Cruz es el Amor; es lo que le da valor al sacrificio, no lo doloroso. La Cruz, es decir: el sufrimiento, el dolor, la enfermedad, la muerte, etc., forman parte de la vida de todo ser humano; no hay que buscarlos, pero tendrán sentido en la Cruz de Cristo si sabemos ofrecerlos por amor como y con Él. Entonces nuestros sacrificios se volverán redentores.
“Lo que me hace feliz es, esencialmente, mi pertenencia al Señor, experimentar que soy ‘suya’ por completo; es una fuente de alegría muy profunda, y después el ir día a día acrecentando, compartiendo e irradiando ese gran Amor que recibo de Dios”.
Invitación para compartir con los jóvenes
“Acabo de leer unas palabras del Papa Francisco, que dicen: ‘Un joven no puede estarse quieto. La vida no es vagar sin rumbo. ¡Es para caminar, no para dar vueltas!’ Yo sé que todo joven, toda chica, anda buscando algo; por eso, yo sólo les diría: lo que buscan, lo encontrarán en el Corazón de Cristo, porque es el único que te ofrece ‘Vida en Abundancia’.
“Les invito a que nos visiten y nos conozcan, virtual y realmente, a través de: http://ift.tt/1ADyZod”
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