Si bien México ocupa el primer lugar de hostigamiento escolar a nivel mundial, el bullying traspasa las aulas y llega incluso a las familias y a la Iglesia.
Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal Las Casas, recordó que, “cuando era niño, ya entonces en la escuela había compañeros que nos molestaban y nos hacían sufrir. Lo mismo pasó cuando ingresamos al Seminario Menor varios adolescentes que procedíamos de poblaciones rurales, pues otros compañeros, provenientes de la ciudad y con más estudios que nosotros, se burlaban porque no entendíamos bien las clases y porque no éramos muy hábiles en los deportes; nos ponían apodos ofensivos; en la hora de los alimentos nos quitaban lo que nos tocaba; nos consideraban menos que ellos. Nos hacían la vida tan pesada, que yo había decidido salir del Seminario, pues no me imaginaba encontrar un ambiente tan difícil en ese lugar”.
Sin embargo, comentó Monseñor Arizmendi, “Dios nos dio la fortaleza necesaria para resistir, y los que nos ofendían salieron del Seminario; nos quedamos los que supimos sobrellevar la cruz de la convivencia comunitaria”.
Para el Prelado, son frecuentes estos conflictos al interior de las comunidades eclesiales: “Hay críticas entre unos y otros, no sólo entre Movimientos Laicales, sino también entre Agentes de Pastoral. Hay quienes hacen la vida imposible a los que viven su Fe de otra manera, a veces con limitaciones e incoherencias, pero que apenas van caminando en el seguimiento de Jesús y todavía no están maduros para resistir las persecuciones. Algunos se desaniman, e incluso de alejan de la Iglesia y hasta de Dios”.
Recordando las palabras que el Papa Francisco ha dicho sobre las guerras intestinas en la Iglesia Católica y el daño que hace la envidia y la habladuría, “¿a quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?”, cuestionó.
Y terminó diciendo: “Desterremos la violencia desde la propia familia, para no dar la imagen de que vale más aquél que grita, ofende y golpea, sino quien más ama, quien más sirve, quien hace más por ayudar a los otros. Defendamos a los oprimidos, para vivir en paz”(Aleteia).
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