Sergio Estrada González
México, D.F.
Con el ánimo de intercambiar ideas, experiencias, proyectos y métodos de acción en el Área del Desarrollo Humano Integral y Solidario, la Dimensión Episcopal para la Pastoral del Trabajo, dependiente de la Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano, CEM, llevó a cabo su Primer Encuentro Nacional de Desarrollo Humano.
El Ingeniero David Torres, Secretario de la Dimensión de Pastoral del Trabajo, en entrevista, dio a conocer algunos pormenores de dicha reunión.
¿Cuál fue el objetivo de este Encuentro?
Fue realizado a partir de los referentes de Pastoral Laboral, Economía Solidaria y Pastoral de la Tierra, de las Diócesis del país, con la finalidad de dialogar sobre la necesidad de trabajar por el desarrollo humano integral y solidario, y ofrecer a las comunidades espacios en el desarrollo económico, promoviendo una economía diferente que enaltezca la dignidad de las personas y favorezca el desarrollo comunitario, procurando que las personas se sientan capaces de generar su propio mejoramiento.
¿En qué áreas de la Pastoral del Trabajo se centró este Encuentro?
El Encuentro consistió en un análisis de la realidad y en compartir experiencias en el Área de la Pastoral de la Tierra, que tiene que ver, sobre todo, con el trabajo del campo y de los campesinos, así como de muchas organizaciones, hacia un modelo diferente al neoliberalismo o el capitalismo en su versión más cruda.
¿De qué manera se puede producir un trabajo digno para los campesinos?
Lo primero es procurando la seguridad alimentaria para todas aquellas personas que generan alimento; por ejemplo, en la producción de maíz se podría ser soberano; sin embargo, se está importando maíz de otros países, arruinando a los productores locales.
Por otra parte, muchos campesinos carecen de recursos para trabajar sus tierras, y por eso prefieren emigrar al extranjero; pese a ello, esas personas también son violentadas en sus derechos laborales; son maltratadas, y en este sentido es que debemos diversificar las fuerzas laborales y otorgar apoyos a los trabajadores para que aquí ejerzan su labor digna y redituable.
¿De qué manera se puede dar trabajo a los campesinos con dignidad?
Esto es un asunto estructural; tiene que ver con el sistema económico en todo el mundo, donde predominan las ganancias antes que las personas; donde predomina la producción antes que la vida digna de las comunidades trabajadoras.
La primera solución sería cambiar el sistema; la gente necesita trabajo digno, y los jóvenes ya no se quedan en las comunidades porque no ganan lo suficiente y tienen que emigrar. Hay que hacer que todo lo que se coseche llegue a todos los consumidores, sin intermediarios, que son los que se quedan con la mayor ganancia.
¿Cuáles fueron las conclusiones de este Encuentro?
Vimos la necesidad de impulsar la Economía Solidaria, de crear redes de apoyo, y de que la misma Iglesia anime y promueva sistemas de producción y distribución solidarios entre las Diócesis, para repartir el fruto del trabajo de la gente del campo, ya sea en el ramo alimenticio, artesanal, de pequeña empresa, etcétera.
Otra conclusión fue la de seguir convocando a estos Encuentros para analizar los problemas y reflexionar con referencias concretas y locales, y así poder impulsar, con soluciones reales, el desarrollo en las comunidades.
Y hablar de desarrollo no es hablar de crecimiento económico exclusivamente; no se trata de que la gente tenga más dinero, sino que accedan a una vida más digna y que encuentren la solidaridad necesaria para el progreso integral de sus comunidades.
A este Encuentro asistieron representantes de Diócesis como Matamoros, Querétaro, Tuxtla Gutiérrez, Zamora, Texcoco, Matehuala, San Luis Potosí, San Juan de los Lagos, Valle de Chalco y otras más.
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