jueves, 10 de julio de 2014

Nuestra Señora del Carmen

Con la alegría de la protección de María

Las Carmelitas Descalzas, ejemplo de vida monástica


Una Comunidad alegre y consciente de su misión de orar por los demás, comparte con Semanario su historia, en la que ha sido muy importante la devoción a la Virgen del Carmen.


Mónica Livier Alcalá Gómez


Comunidad en Guadalajara


A finales del Siglo XII, un grupo de hombres que había llegado a Tierra Santa con Las Cruzadas (Ejército de Voluntarios para rescatar y defender los Santos Lugares), decidió establecerse en el Monte Carmelo, viviendo una vida de penitencia y oración, reunidos en una sola Comunidad de Hermanos, pero también separados como ermitaños. Su finalidad era vivir “en obsequio de Jesucristo” y bajo la inspiración del Santo Profeta Elías (bíblicamente asociado a este monte), así como bajo la protección de la Santísima Virgen María.

Para 1226 estos ermitaños ya contaban con una Regla de vida, aprobada por el Papa Honorio III y escrita por San Alberto, Patriarca de Jerusalén: “Recordemos el pasaje donde el Profeta, desde este Monte, manda la lluvia y, al preguntarle a su sirviente si veía venir algo, él le respondió que veía subir el agua como una nubecilla; la Iglesia siempre ha asociado la imagen de la nube a la Virgen María, y por ello estaban especialmente encomendados a Ella”, refirió Sor Alicia de la Eucaristía, sacristana, bibliotecaria y encargada de la Música en esa Orden Religiosa.


Florecimiento de la Orden

santa teresaDebido a los continuos conflictos militares entre los Cruzados y los Musulmanes, los Carmelitas (para entonces ya era la Orden del Carmelo), tuvieron que emigrar hacia Europa. Una vez instalados, se enfrentaron a continuos conflictos que les impedían observar la Regla tal cual como ermitaños, por lo que solicitaron al Papa Inocencio IV la adaptación de la Regla, asemejándose a las Órdenes Mendicantes que entonces existían, llamados a vivir de la limosna, y que en el Siglo XIII estaban en su apogeo, como los Franciscanos y los Dominicos.

El Sumo Pontífice promulgó la adaptación en 1247, exhortándoles a no perder el espíritu contemplativo de la Orden.

Así pues, el Carmelo dio rápidos frutos en Occidente. En 1287 contaba ya con nueve Provincias, y hacia el Siglo XIV ya eran alrededor de 12 en toda Europa, con unos 12 mil Religiosos. Terminaron el Siglo XV con 33 Provincias.


La decadencia

Comenzó este declive con las últimas décadas del Siglo XIV, en las que, debido a diferentes acontecimientos, se fueron suavizando algunos puntos de la Regla de San Alberto. Los Capítulos Generales de la Orden, durante ese siglo y el siguiente, trataron de expiar estos abusos y alentar a las fundaciones de Conventos donde se guardaba la primitiva observancia; sin embargo, la relajación seguía creciendo en los Monasterios que, ya entonces, los había en sus ramas femenina y masculina.

Fue hasta la llegada, a la Orden, de Santa Teresa de Jesús (o “de Ávila”), la gran Reformadora, cuando la Regla volvió a ser el punto central de la fundación de Monasterios.


Los Carmelitas Descalzos

Esta gran mujer mística, Doctora de la Iglesia, inició la Fundación de Monasterios de su Orden con la austeridad propia de la Regla primitiva. En medio de numerosas penalidades, recorrió España fundando Conventos de Monjas reformadas, el primero de ellos en San José de Ávila en 1562.

En medio de su afán reformador quiso también que su obra tocara a los Frailes y, una vez obtenida la licencia del Padre General de la Orden, ganó para su causa al Padre Antonio Heredia y a San Juan de la Cruz. Fue la misma Teresa quien les consiguió la primera casa donde estos santos varones pudieran llevar la causa de la Reforma del Carmelo.

Los Carmelitas reformados se hicieron llamar “Descalzos”, para distinguirse de los que mantuvieron la observancia mitigada, siendo conocidos como Carmelitas “calzados”.

“Para la Santa Madre Teresa, el descalzarse es signo de sumisión y penitencia. Es por ello este nombre”.


El escapulario

Simón Stock, miembro de la Orden Carmelitana, tuvo una visión en la que la Virgen María le daba un Escapulario como prenda de amor y de protección, relataron la Priora, Madre Edna María de Jesús Sacramentado, y la Hermana Alicia, quienes mostraron la oración que siempre rezan ellas, cada mañana, para dar gracias a María por su elección:

“El Escapulario siempre debe ser de lana, y de color café. De hecho, nosotras así lo utilizamos. Y es que hay que recordar que el Escapulario, como parte del hábito, muchas comunidades lo utilizan como signo de servicio (es la prenda que se usa encima del hábito, parecido a un delantal, pero que abarca la parte del frente y de las espaldas); sin embargo, este uso, para nosotros los Carmelitas, significa una especial protección de la Virgen, y que ha venido enriqueciéndose a través de los siglos con las Indulgencias que ha proporcionado la Iglesia”.

Asimismo, el pequeño Escapulario que muchos Laicos suelen llevar es hecho de lana y abarca la misma protección y auxilio de la Virgen María, a condición de que “siempre se lleve una vida de Fe, una vida cristiana, pues hay quienes pudieran usarlo como superstición o amuleto, lo cual es incorrecto; pero si se lleva una vida de Fe, la Virgen nos promete, al usar su Escapulario, protección al alma y al cuerpo, y sacarnos del Purgatorio el sábado siguiente a nuestra muerte”, aseguró la Priora.


Viviendo la Regla

“Un Carmelita Descalzo siempre observa ciertas cosas, con tal de ser fiel al espíritu de nuestra Regla original y conforme a lo que Santa Teresa deseaba. Por ejemplo, para nosotros, el comer carne no está permitido, a menos que por prescripción médica se deba hacerlo. Además, nosotros permanecemos en nuestra celda siempre que no estemos haciendo algún servicio u oficio. Guardar el máximo silencio posible, una vida de austeridad y pobreza, es lo que nos distingue”, afirmó la sacristana.


Las Carmelitas en Guadalajara

Dos distinguidas señoras, María Catarina Rendón y María Linares de Ahumada, se propusieron fundar un Convento de Carmelitas Descalzas en la Nueva España. Desembarcaron en Veracruz en 1615, hasta que don Francisco Martínez Tinoco, Chantre de la Catedral de Guadalajara, les escribió ofreciéndoles toda la ayuda para su Fundación, por lo que llegaron a esta Ciudad en 1617. Pronto se les unieron tres jovencitas, con las que formaron un Beaterio (Centro educativo y de Catequesis, exclusivo para muchachas).

Por fin, en 1651 el Rey Felipe IV concedió la Licencia de Fundación, cuando las dos iniciadoras habían ya fallecido. Además, la viuda de un Capitán, doña Isabel Espinoza, ofreció un Patronato de 40 mil pesos con tal de que el nuevo Convento tuviera su propia casa. La primera piedra se colocó el 25 de mayo de 1687, y se hizo según el modelo de las Carmelitas de la Ciudad de México. Vinieron Fundadoras del Convento de Santa Teresa, de Puebla: “Según las Crónicas, las Monjas fueron acompañadas durante todo el trayecto por el Padre Antonio Ciprés Videgaray, y eran recibidas con júbilo en cada comunidad que pisaban de camino a Guadalajara. Debió ser algo muy hermoso”, reseñó Sor Alicia.

Pronto entraron nuevas vocaciones al Convento, por lo que en menos de un año estaba ya completo el número de Monjas que, por Regla, no debe pasar de 21.


La Orden, hoy

Después de penalidades y vicisitudes que vivieron por las Leyes de Reforma y la persecución a la Iglesia en México, de donde continuamente fueron exclaustradas, pudieron recuperar su Convento definitivamente en 1942, el cual se ubicaba en donde está el Templo de Santa Teresa de Jesús (Zona Centro).

No obstante, el pasar de los años trajo consigo el lógico crecimiento demográfico de la ciudad, quedando el Monasterio justo en el Centro de la Ciudad, con todo lo que esto comprende. El ambiente interno, puramente monacal del antiguo Convento, contrastaba con el ruido y bullicio externos, lo cual turbaba continuamente el habitual silencio.

Fue en 1977 cuando se trasladaron a lo que entonces eran las orillas tapatías, un lugar que en ese tiempo era saludable, tranquilo y silencioso: “Poco a poco se fue formando la Colonia Monraz. Aquí vino a vivir mucha gente y el clima de total tranquilidad ya no es el mismo, pero al menos contamos con un Monasterio grande y espacioso, ideal para nuestra vida de contemplación”, comentó la Priora, quien por cierto fue la última novicia que vivió en el antiguo Monasterio del Centro y la primera que habitó en lo que ahora es el nuevo Monasterio.

“Si bien el anterior Convento era bonito, muy monacal, no era ya suficiente, y además era pequeño. Sumándole a eso, teníamos a todos los negocios que se estaban instalando en el Centro, así como la propia actividad del Templo de Santa Teresa, el cual, por cierto, aún consideramos nuestro centro; es parte de nuestra Historia”, externó la también bibliotecaria.


El Mesón de La Zapopana

Y es que la Madre Alicia aún recuerda el tiempo en que la Virgen de Zapopan les visitaba en Santa Teresa y en su antiguo Convento, siempre antes de salir a visitar las Parroquias de la Arquidiócesis, y después al regresar: “Nosotras queremos mucho a ‘La Chaparrita’, por esas consideraciones con nosotras. Un tiempo hasta se cambiaba en nuestro Convento para salir a sus visitas. Después ya no, pero siempre iba a vernos; por eso nos consideramos ‘el Mesón de la Virgen de Zapopan’. Y es que aún ahora, cuando viene a la Parroquia de San Martín de Porres, que es a donde pertenecemos, los Frailes y el señor Cura nos la traen en la noche, aquí la velamos, y a la mañana siguiente regresa al templo para ser despedida por la comunidad”.


La Fiesta

Las Carmelitas se preparan ya para su Fiesta principal, en la que recuerdan y veneran a su Protectora, la Virgen del Carmen, cuya Fiesta Litúrgica es el 16 de julio.

Quienes gusten, pueden asistir, pues presidirá la Eucaristía, a las 8 horas, el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, y concelebrarán algunos Sacerdotes de la Congregación de los Xaverianos, Capellanes desde hace 35 años de las Carmelitas.

Se impondrá el Escapulario para quien lo desee.


Virgen del Carmen



Consagración a la Virgen del Carmen

¡Oh María, Reina y Madre del Carmelo! Vengo hoy a consagrarme a Ti. Quiero vivir en Ti, por Ti, contigo y para Ti. De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofreciendo todo a Jesús por tu medio y convirtiendo mi vida en imagen de tu humildad, caridad, paciencia y espíritu de oración.

Santa María del Carmelo, Abogada y Medianera de los hombres, te consagro la Iglesia y el mundo, nuestras familias y nuestra Patria. Te consagro especialmente a los que sufren en el alma o en el cuerpo.

¡Oh Madre amabilísima! Sosténme con tu amor indefectible, a fin de que a mí, pecador indigno, me sea concedido un día cambiar tu Escapulario por el eterno vestido nupcial y habitar contigo y con todos los Santos en el Reino de tu Hijo. Amén.



Contacto:

Monasterio Santa Teresa

Alcolhuas 3418

Fraccionamiento Monraz

Tel. 36 41 67 60

Correo:
ocd.sta.teresa.gdl@gmail.com

Página web: carmelitasdescalzasgdl.org


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