¡Sí se pudo, sí se pudo!
1970 es un año memorable para los tapatíos que vivimos esa época. Guadalajara fue, jubilosamente, brasileña.
Alberto Gómez Barbosa
México había organizado con gran éxito los Juegos Olímpicos de 1968, a pesar de la tragedia sufrida unos días antes de la inauguración de los mismos. Tlatelolco enlutó aquellos Juegos que, sin embargo, fueron ejemplo de organización y que marcaron línea a seguir en Olimpíadas posteriores en cuanto a la participación popular, su interés por las competencias y, sobre todo, por las fiestas que fueron las ceremonias de inauguración y clausura, que se volvieron ejemplares para todas las Olimpíadas de entonces a la fecha.
En México 68, por ejemplo, fue creada la idea de la Olimpíada Cultural, festival paralelo a la justa deportiva que llevó a la población Conciertos, Exposiciones y muchas otras actividades culturales como la llamada Ruta de la Amistad, que acogió esculturas realizadas por artistas de muchos de los países participantes, y que decora aún la Avenida Insurgentes de la Ciudad de México.
Los juegos Olímpicos de México fueron parteaguas. Estaban muy recientes aquellos días jubilosos vividos por los mexicanos, cuando se realizó, aprovechando experiencia e instalaciones olímpicas, el Campeonato Mundial de Futbol México 70. Fuimos el primer país que organizó una Olimpíada y una Copa del Mundo de Futbol de manera consecutiva.
Tapatíos afortunados
Las Ciudades de México, Guadalajara, León, Puebla y Toluca fueron escogidas como sedes. Se sortearon en cuatro grupos los 16 equipos que habían conseguido su pase a las Finales, y Guadalajara resultó privilegiada alojando a las Selecciones de Brasil, Inglaterra, Checoslovaquia y Rumania.
Brasil tuvo problemas desde la integración de su equipo, que inicialmente manejó Joao Saldanha, Periodista muy reconocido allá, quien provocó fuerte polémica al decidir que no convocaría a Pelé para formar parte de la Selección. En el Mundial anterior, en Inglaterra, el “Rey” había sido vapuleado por los rivales, al grado de que no pudo terminar, por lesiones, la participación con su escuadra en esa justa.
Saldanha afirmaba que a sus 30 años, y luego de un retiro por decisión propia de las competencias internacionales, Pelé estaba acabado. “Es de modelo reciente, pero tiene kilometraje de taxi”, afirmaba Saldanha. Costó ese capricho, entre otras cosas, al polémico Periodista, el puesto de responsable de la Selección amazónica, lugar que fue otorgado a Mario Zagallo, compañero de equipo de Pelé en la Selección de 1958. El callado técnico se convirtió, a la postre, en el primero que ganó Campeonatos Mundiales de Futbol como jugador y como técnico.
La cordura y Zagallo se impusieron, y Pelé fue convocado. Con la experiencia negativa del Mundial de Inglaterra, se sometió el “Rey” durante varios meses previos a la Copa del 70 a un entrenamiento físico especial, supervisado, según se decía, por elementos de la NASA, y así llegó en gran forma a la competencia, última de ese nivel en su carrera.
Otro grande, Tostao, se reponía de una seria lesión que sufrió en su ojo izquierdo al recibir un fuerte balonazo en plena cara. Fue convocado a pesar de la oposición de un sector de la Prensa brasileña, y al final fue pieza importante en el desempeño de la que fue la mejor Selección que ha tenido Brasil.
Como en su casa
Llegó la Selección verde-amarilla a Guadalajara a mediados de mayo de 1970, alojándose en Suites Caribe, hotel para ser ocupado exclusivamente por el equipo y su séquito, que venían al cuidado del General Jerónimo Bastos, quien reportaba diariamente al Presidente de Brasil, el también General Emilio Garrastazu Medici. Eran tiempos de la dictadura militar en aquel país, y al grupo gobernante le vinieron de perlas los juegos para distraer al pueblo carioca de los grandes problemas que entonces confrontaban, aunque fuera por unas semanas.
Guadalajara adoptó desde un principio a los brasileños como si fueran equipo local. Entrenaba la escuadra en el campo del Club Providencia, pero era transportada la delegación en camión especial, que la gente empezó pronto a identificar, y al que saludaban, jubilosos, automovilistas y peatones, hombres y mujeres, niños y ancianos, contagiados todos de una “fiebre amazónica” que como epidemia tuvo la ciudad los meses de mayo y junio de 1970.
Gozamos los tapatíos los triunfos brasileños como si fueran nuestros. Buena falta nos hacía esa identificación con los ganadores, aunque vivíamos la época de oro del Club Deportivo Guadalajara, el Campeonísimo. En el Estadio Jalisco se escenificaron partidos memorables como el que sostuvieron Brasil e Inglaterra, el cual ganó Brasil por un gol a cero, anotación de Jair, quien, por cierto, es el único jugador que ha anotado en todos los partidos que su equipo sostuvo en una justa mundial. En ese memorable encuentro, quienes asistimos, recordamos aún un lance maravilloso en el que Pelé remató de cabeza clavando el balón a la base del poste derecho de la portería de Gordon Banks, realizando el legendario arquero inglés un desvío de antología.
Como sabemos, Brasil se coronó en México 70, quedando como poseedor permanente de la Copa Jules Rimet, al lograr tres Campeonatos.
Dejó huella
Fue, México 70, un Mundial de leyenda. Se cataloga como el más brillante en la historia de estas competencias. Zagallo, Técnico de Brasil, comentó que nunca había visto tantos “genios del futbol” juntos. Y es que una pléyade de grandes jugadores se reunió en esa competencia inolvidable, primera que fue transmitida al mundo entero por TV de color; primera en la que se permitieron cambios de jugadores; primera en la que se usaron tarjetas de amonestación y expulsión -las ahora usuales amarilla y roja-, aunque debo destacar que fue una lid tan limpia que, al igual que en la de 1950, no hubo ningún jugador expulsado por juego sucio; es decir, no fue estrenada la tarjeta roja.
Empezaban a formarse las grandes empresas de insumos deportivos. Adidas, la primera de ellas, fue patrocinadora de México 70, y diseñó para la justa un nuevo tipo de balón, el “Telstar”, de 20 hexágonos blancos y 12 pentágonos negros, que sigue siendo la base desde entonces, y sustituyó al balón tradicional de 18 gajos.
México era un país que crecía a más del 5% en su Producto Interno Bruto; contaba con vigorosas y patriotas clases dirigentes política y de iniciativa privada, y un pueblo que creía en sí mismo, que tenía orgullo por la Nación y que realizó, con esas cualidades, una Olimpíada y una Copa del Mundo de Futbol en un lapso de sólo dos años, aprovechando el entusiasmo de su gente y las instalaciones con que contaba, sin enormes dispendios, dando al mundo una imagen muy positiva del país y de su pueblo.
¡Sí se pudo, sí se pudo!
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