Sergio Estrada González
México, D.F.
En su regreso de su visita por países del Medio Oriente, como Jordania, Palestina e Israel, el Papa Francisco platicó con los representantes de los Medios de Comunicación, y en esa conversación respondió a la pregunta sobre la posibilidad de conceder el casamiento a los Sacerdotes católicos. El Santo Padre respondió que, ante esta situación, la puerta está abierta para su discusión. Y en una entrevista celebrada aquí, el Padre Mario Ángel Flores Ramos, Rector de la Universidad Pontificia de México, aclaró la situación respecto a dicho tema.
¿Cuál es su opinión en torno a que están abiertas las puertas para tratar el tema del celibato en el sacerdocio ministerial?
El celibato es un punto que la Iglesia sólo tiene como medida disciplinar, y no es un elemento dogmático. Es una disciplina de la Iglesia sobre la que el Papa declaró categórico: “Estoy convencido de que la mejor forma de llevar el Sacerdocio en estos momentos es con el celibato para los Sacerdotes en la Iglesia Católica”.
Sin embargo, el Sumo Pontífice recordó, asimismo, que algunas Iglesias Orientales Católicas tienen Sacerdotes casados, como es el caso de la Iglesia Griega, con la posibilidad de escoger entre el celibato y el matrimonio antes de recibir el Sacerdocio. Y reitero que se trata de una disciplina de los Siglos IV y V, que se ha ido consolidando a través de los tiempos y que ahora podría discutirse en un Sínodo, para después abrirlo al análisis pastoral y a la consideración de la feligresía cristiana, pero analizado bajo razones estrictamente pastorales, espirituales y teológicas.
¿Usted cree que la feligresía está preparada para un cambio así?
Si se hicieran estos cambios rápidos, la feligresía no estaría preparada y se generaría mucho desconcierto. Se necesitaría primero abrir espacios de discusión y escuchar a las comunidades en el mundo, porque hay muchas exigencias. El mismo Papa ha dicho que, tanto Laicos en general como la mujer en lo particular, deben ser tomados en cuenta para decisiones importantes de la Iglesia.
En estos momentos hay quienes están de acuerdo, pero no son la mayoría. Hace falta mayor sensibilización y, sobre todo, tomar una decisión no sólo por las circunstancias, sino tras un profundo análisis, basado en la Teología Espiritual y Pastoral.
¿Se perdería la dignidad del sacerdote si es casado?
El Sacerdote casado conservaría toda su dignidad y su valor, independientemente de ello; pero en los procesos prácticos y el ejercicio pastoral se tendrían que cambiar muchas cosas.
Por eso digo que es un asunto que debería llevarse con suma paciencia, prudencia y tiempo de reflexión, y debe ser decisión final del Vicario de Cristo y de los Obispos.
Ahora bien, ¿cuál es su opinión de la “Tolerancia Cero” respecto a los Sacerdotes pederastas?
La “Tolerancia Cero” contra esos abusos viene desde el Papa San Juan Pablo II, y ahora el Papa Francisco retoma esa línea. En estos momentos se debe formar un Comité para la atención de abusos de parte del Clero.
Cada persona en la Iglesia es responsable de sus actos. A la Iglesia le corresponde sólo suspender a sus Ministros de ejercer el ministerio, pero les atañe a las Autoridades de cada país aplicar la justicia civil de acuerdo a sus Leyes. Sin embargo, a la Iglesia le quieren fincar una serie de responsabilidades que no tiene. El ámbito propio de la Iglesia ante un caso comprobado de pederastia es la suspensión definitiva del ministerio sacerdotal; lo demás le corresponde a las Autoridades Civiles y a los Tribunales.
Yo estoy de acuerdo con la “Tolerancia Cero”, porque no hay justificación de que un Sacerdote tenga estos problemas, no los resuelva, y caiga en delitos que son crímenes ante Dios y ante las Leyes Civiles.
¿Se podría prevenir esta situación desde los Seminarios?
Cuando hay desajustes en la vida de los Seminaristas, cuando a un candidato al Sacerdocio se le notan problemas de comportamiento afectivo, desde ahí se debería aplicar la “Tolerancia Cero”. Sin embargo, una cosa es que se tenga esta tendencia, pues si un candidato conserva la disciplina en su personalidad integrada a una capacidad normal de relacionarse con los demás, entonces no hay problema; pero cuando haya alguien con probables sospechas o hechos comprobados, sí se debe aplicar la “Tolerancia Cero”.
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