jueves, 2 de enero de 2014

¿Habrá alegría en todos los hogares por la llegada del año nuevo?

“He visto cómo sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus quejas por culpa de sus capataces, y sé muy bien sus carencias. Por eso he bajado, para salvarlos del poder de los egipcios. Voy a sacarlos de ese país y voy a llevarlos a una tierra que mana leche y miel”. (Ex. 3, 7-8)


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Pbro. José Arturo Cruz Gutiérrez.


No quiero ser pesimista acerca de lo que nos deparará el año que acaba de comenzar, pues el que acaba de pasar fue ciertamente un año “para el arrastre”. Y parece que la situación y el panorama que nos ofrece, no pinta nada alentador. Se vislumbra y se respira un ambiente obscuro.

Yo no soy economista ni sociólogo o capitalista; soy un ciudadano que vive en un barrio del Sur de esta ciudad, que por la mañana se pone a contemplar el astro rey que comienza a despedir un brillo en un tono mezclado, entre amarillo y rojizo, que se observa majestuoso y que nos anuncia que un nuevo día está por iniciarse, y que pronto dará paso a que la claridad matutina ilumine la Tierra y la llene de destellos de esperanza. (Esta es la virtud de la Esperanza, virtud que nace de Dios). Una esperanza que no se debe perder, ya que, como dicen: la esperanza muere al último.

Soy, lo reitero, un simple ciudadano que contempla cada amanecer, que peregrina día a día por los barrios de esta zona conurbada de la gran ciudad y que al hacerlo por sus calles sombrías y taciturnas, repletas de transeúntes, escucha comentarios, casi todos expresados con un rostro sombrío y triste, con un tono quejumbroso, y a veces, mal intencionado. Escucho el malestar de mucha gente, por la situación generalizada en la que se encuentra nuestro país.


SOMOS UN PUEBLO DE ESPERANZAS

Sabemos de antemano que somos un pueblo sufrido, donde abunda la gente con hambre, acostumbrada a pedir y a que se le dé. Un pueblo cuya mayoría vive ilusionada de promesas y de esperanzas de que algún día se hagan realidad y de que las cosas puedan cambiar y mejorar. Sin embargo, esto se ha estado esperando mucho tiempo inútilmente, y parece ser que la situación, para este año nuevo, el panorama que se presenta, dada la realidad imperante, no promete grandes avances; con todo, quiérase o no, habrá que seguir esperando


UN PUEBLO NO VALORADO

Ojalá y que no sea tarde cuando nos demos cuenta de que todo ese cúmulo de virtudes y valores que la mayor parte de este pueblo ha ostentado hasta ahora, acabaron perdiéndose, debido precisamente a que durante tanto tiempo fue engañado. Ya podemos observar cómo las cosas están siendo diferentes, cómo muchas personas e instituciones han ido cambiando su forma de pensar y de actuar. Mucha gente ya no es la misma, y poco a poco muchos han ido perdiendo totalmente la confianza; se muestran resentidos porque hemos jugado con sus sueños, con sus esperanzas e ilusiones, y ahora nos han vuelto su rostro. Nos debería dar vergüenza de todo lo que hemos o no hemos hecho con o por ellos. Y yo levanto la voz en nombre de todos aquéllos que, de una manera o de otra, tenemos un cargo civil de gobierno o ejercemos un ministerio religioso de responsabilidad. En lo que a mí atañe, pido perdón a Dios por no haber sido en ocasiones el pastor bueno que pastoreara sabiamente a su rebaño, y que en lugar de apacentarlo y conducirlo a donde hubiese abundancia de agua y alimento, me he aprovechado de él. Que Dios nos guarde, que no nos deje de su mano y nos conceda la oportunidad de tener un nuevo amanecer.


UN PUEBLO CON CARÁCTER

Sin embargo, lo repito: hay esperanza. La inmensa mayoría de los mexicanos integra un pueblo valiente, un pueblo creyente, un pueblo inteligente, un pueblo paciente. Un pueblo que ha tenido la virtud de saberse levantar de cualquier crisis en la que se pueda encontrar. Un pueblo que no se deja vencer tan fácilmente, que tiene valores muy arraigados. Esperamos que no pierda esta valiosa propiedad de la Esperanza, aunque, muchas veces, el que espera desespera.

Mas, tengamos fe en que Dios nos seguirá dando la oportunidad de reencontrar el camino, y con su Gracia, volvamos a ver un nuevo amanecer, donde la alegría, la justicia y la paz, sean una realidad entre todos.


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