Ordenaciones Diaconales
Obligados a mostrar en sus obras la Palabra que proclaman
Como regalo de Navidad, el martes 24 de diciembre el Señor concedió a la Iglesia de Guadalajara la ordenación de 39 Diáconos, destinados a servir a Dios y a su Pueblo en el ejercicio de su ministerio
Dulce Natalia Romero Cruz
En la víspera de la Navidad, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, presidió la Eucaristía en la que ordenó a 39 Diáconos para servir en nuestra Iglesia; celebración que se llevó a cabo en el Templo de San Bernando. Además de decenas de Sacerdotes, estuvieron presentes los Obispos Auxiliares: Leopoldo González González, Juan Gutiérrez Valencia, Francisco González González, (Preconizado Obispo de Campeche); Rafael Martínez Sáinz, Obispo Emérito, y el Presbítero. J. Guadalupe Miranda Martínez, Vicerrector del Seminario Diocesano de Guadalajara; familiares y amigos de los ordenandos y alumnos del Seminario Menor.
La presencia del Espíritu
Al comenzar el ritual de la Ordenación, el Cardenal llamó a cada uno de los ordenandos por su nombre y ellos respondieron “Presente”, acercándose luego al celebrante. Después, el Padre Miranda Martínez los presentó y pidió, en nombre de la Iglesia, su Ordenación Diaconal, asegurando que eran dignos de recibirla.
Enseguida realizaron el compromiso de celibato, con estas palabras del Cardenal:
“Han venido libremente a pedir la Orden del Diaconado; ejercerán este ministerio observando el celibato, que es, a la vez, signo y constante estímulo de caridad pastoral y fuente de fecundidad espiritual apostólica en el mundo.
“Movidos por el amor sincero Cristo y viviendo en ese estado en una total entrega, su consagración a Cristo se renueva de una manera más excelsa. Por su celibato, en efecto, les resultara más fácil consagrarse, sin dividir el corazón al servicio de Dios y de los hombres, y con mayor facilidad serán Ministros de la obra de regeneración sobre la Tierra.
“No se dejen arrancar la esperanza del Evangelio al tener no sólo qué escuchar, sino además, sentir. Viviendo el Misterio de la Fe con alma limpia, muestren en sus obras la palabra que proclaman para que el Pueblo cristiano, vivificado por el Espíritu Santo, sea agradable a Dios, y ustedes el ultimo día puedan salir al encuentro del Señor y oír de Él estas palabras: ‘Muy bien, servidor bueno y fiel, entra a tomar parte en la alegría de tu Señor’”.
Fuente de amor
Antes de imponerles las manos, el Arzobispo les pidió que manifestasen su voluntad de recibir el ministerio, respondiendo a estas preguntas:
“¿Quieren consagrarse al servicio de la Iglesia, por la imposición de mis manos y la Gracia del Espíritu Santo?
“¿Quieren desempeñar, con humildad y amor, el ministerio de Diácono, como colaborador del Orden Sacerdotal y en bien del pueblo cristiano?
“¿Quieren vivir el Misterio de la Fe con alma limpia, y proclamar esta Fe de palabra y obra, según el Evangelio y la tradición de la Iglesia?
“¿Quieren imitar en su vida el ejemplo de Cristo, cuyo Cuerpo y Sangre se derramaron por sus propias manos?
¿Quieren conservar y acrecentar el espíritu de oración, tal como corresponde a nuestro género de vida y, en este espíritu, celebrar la Liturgia de las Horas, según su condición, junto con el Pueblo de Dios y en beneficio suyo y de todo el mundo?
“¿Quieren imitar siempre en su vida el ejemplo de Cristo, cuyo Cuerpo y Sangre servirán en el Altar?”
A todo lo cual, los ordenandos respondieron afirmativamente.
La alegría del servicio
Dentro del Rito de Ordenación, los Diáconos se postraron en el piso en signo de humildad y sencillez; luego, el Cardenal les impuso las manos y fueron revestidos por un familiar y un padrino Sacerdote, recibiendo también el Libro de los Evangelios.
Al finalizar, una pareja matrimonial, padre y madre de uno de los ordenados, agradecieron, al señor Cardenal, al Padre Vicerrector, a los Padres Formadores y Maestros del Seminario, en nombre de todos los progenitores de los muchachos, el haberlos guiado en su formación, y manifestado su entrega y dedicación.
“El Diaconado es el primer paso del Orden Sacerdotal”, aseguró el Cardenal Robles Ortega después de la Celebración Eucarística, y qué bueno que tenemos este abundante número de Diáconos, lo cual indica que está viva la esperanza de tener pronto también un nutrido grupo de nuevos Presbíteros.
“Yo les digo que no olviden que la condición del Sacerdocio de Cristo es para servir, como Él lo dijo, y si el Sacerdote representa de manera muy especial a Jesucristo, lo tiene que hacer precisamente en este carácter de servidor. No olviden que ustedes son ahora servidores del Evangelio, pero que se deben preparar todavía más para ser mejores servidores como Sacerdotes. Tengan siempre presentes los medios que la Iglesia pone a su alcance para que perseveren y se mantengan fieles en esta vocación que Dios les ha regalado”, finalizó señalando nuestro Pastor Diocesano.
El destino para estos 39 Diáconos será una Parroquia, en cuya comunidad ejercitarán su Diaconado, ya sea de fin de semana o de manera estable hasta que sean ordenados Presbíteros. Ya como tales, serán enviados como Vicarios Parroquiales, para que como Sacerdotes comiencen a hacer partícipe al Pueblo de Dios, del don de su ministerio.
La Estola es una banda larga y estrecha que cuelga del cuello, utilizada por los Diáconos en forma diagonal, para la celebración de los Sacramentos.
Durante la entrega de los Evangelios la comisión fue: “Reciban el Evangelio de Cristo, del cual han sido constituidos mensajeros; esmérense en creer lo que leen, enseñar lo que creen y vivir lo que enseñan”.
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