San Jenaro Sánchez Delgadillo, vida de sacrificio hasta el Martirio
Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
Arzobispo Emérito de Guadalajara
Nació en 1886 en esta Capital de Jalisco, en el Barrio de San Juan Bautista de Mexicaltzingo, de padres más bien pobres; él mismo, después de cursar la Escuela Primaria, trabajó en un taller mecánico para ayudar a su familia y para pagar su pensión en el Seminario de Guadalajara, al que ingresó; pero donde, gracias a su rendimiento en los estudios, pudo gozar luego de una beca.
Fue ordenado Presbítero el 20 de agosto de 1911. Su primer destino fue como Profesor del Seminario Auxiliar de Cocula; después, fue Vicario sucesivamente en las Parroquias de Nochistlán, Zacatecas; de Zacoalco de Torres, de San Marcos y de Tecolotlán, Jalisco. A partir de 1923, fue nombrado Capellán de Tamazulita, perteneciente a la Parroquia de Tecolotlán, donde estuvo acompañado de sus padres.
Devoto y activo
Como Sacerdote fue un verdadero Pastor que se distinguió por su piedad eucarística y su devoción tierna a la Santísima Virgen María. En su ministerio sacerdotal dedicaba largas horas al confesionario y a atender a los enfermos. De hecho, los testigos para el Proceso de su Canonización afirmaban que cuando le llamaban a confesar a algún enfermo, “parecía estar impulsado por un resorte”, pues inmediatamente se ponía en camino para llevarle los auxilios espirituales, y cuando se trataba de familias pobres, también ofrecía la ayuda material que podía darles.
Al estallar la Persecución Religiosa y la Guerra Cristera en 1926, tuvo ciertamente la oportunidad de ausentarse y escapar del peligro, ya que los Obispos no obligaban a los Sacerdotes a permanecer en las áreas rurales, dada la Ley de Reconcentración, cuya aplicación constituía un peligro aún mayor. Sin embargo, el Padre Jenaro prefirió quedarse con sus fieles para pastorearlos confesando, bautizando, asistiendo a matrimonios y celebrando la Eucaristía, casi siempre de noche y en lugares ocultos. Una vez, estando en casa de una familia amiga, predijo: “En esta Persecución morirán muchos Sacerdotes, y tal vez yo sea uno de los primeros”. Y así fue.
Admirable testimonio de Fe
El 17 de enero de 1927, día en que ahora se celebra su Fiesta Litúrgica, tuvo lugar su Martirio. Salió acompañado de unos Laicos a su ministerio, y por el camino, éstos le aconsejaron que sería mejor regresar porque habían sido vistos algunos soldados merodeando por aquel lugar. El Padre les contestó: “No, sigamos adelante. Si a mí no me reconocen, llegaremos a nuestro destino. Si me reconocen, me ahorcarán, y a ustedes los dejarán libres. Todo, como Dios quiera”.
A poco de andar, fueron tomados presos por los soldados; a los Laicos los dejaron en libertad, pero al Padre Jenaro lo llevaron a la Cárcel de Tecolotlán, y por la noche lo sacaron al cerrito de “La Loma”. Ahí, entre las once y las doce de la noche se dispusieron a sacrificarlo colgándolo de un mezquite. Y, cuando ya tenía la soga al cuello, les dijo a los esbirros: “Somos hermanos de un mismo pueblo, y sin embargo, ustedes me van a ahorcar. Yo les perdono, y que Dios, nuestro Padre, también les perdone. ¡Viva Cristo Rey!”.
Lo colgaron, pero no murió luego; su agonía fue larga y dolorosa. Los soldados se retiraron, pero en la madrugada regresaron y lo remataron con un tiro en el hombro izquierdo y un piquete de bayoneta que casi lo traspasó. Entonces, vinieron gentes de Tamazulita que lo reconocieron y lo bajaron de la horca. Su anciana madre, la señora Julia Delgadillo, lo recibió en sus brazos, repitiendo la conmovedora escena de “La Piedad”.
El 18 de enero, por la tarde, fue sepultado en el Panteón de Tecolotlán. Posteriormente, en 1934, sus restos fueron trasladados a la Parroquia de Cocula. El que a la sazón era Párroco de Tecolotlán, San José María Robles Hurtado, quien sufriría también el Martirio el 26 de junio de ese mismo año, consideró su sacrificio como un glorioso triunfo. Y el Arzobispo de Guadalajara, Don Francisco Orozco y Jiménez, cuando siete meses después supo de su Martirio, expresó: “El Padre Jenaro Sánchez, que dio su vida por Cristo Rey, que fue suspendido y traspasado por Él, es, para la Iglesia de Guadalajara, un rayo luminoso de Gloria”.
Creo que a este Mártir de Cristo Rey, San Jenaro Sánchez, se le conoce muy poco, no obstante que fue un extraordinario Sacerdote y un valeroso Mártir que merece ser conocido, invocado e imitado como buen Pastor que vivió y murió por sus ovejas.
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