Pbro. Gustavo Andrade Hernández
Párroco de Las Margaritas, Chiapas
En el territorio donde se ubica nuestra Parroquia de Santa Margarita, desde hace tiempo se respira un tensa calma; el Municipio está ocupado por militares y zapatistas; varias comunidades se encuentran fragmentadas; unos, a favor del Movimiento Zapatista; otros, en contra, y la mayoría, al margen. Sin embargo, nuestra Iglesia está abierta a todos, por encima de cualquier ideología, partido u organización. Eso nos facilita el papel de mediadores en la resolución de los conflictos que a veces se suscitan entre las comunidades.
Acá, en nuestra Diócesis de San Cristóbal Las Casas, tenemos la convicción de que el Movimiento Zapatista puso en evidencia algo que todos conocemos: los dos Méxicos: el de abajo, donde están los pueblos indígenas con los mayores niveles de pobreza, miseria, agravios, injusticia y desigualdad; y el de arriba, donde se ubican los que gozan de todos los privilegios y son protegidos por la clase gobernante, lo cual pone al descubierto las inmensas deformaciones sistémicas que dañan la convivencia.
Nuestro Obispo, Don Felipe Arizmendi Esquivel, afirma que, con su grito de “!Ya basta!”, los zapatistas cimbraron la conciencia del país como una denuncia de las injusticias seculares que han padecido los indígenas: falta de salud, de tierras, de educación, de mejores condiciones de vida y, sobre todo, de reconocimiento a su dignidad humana y a sus derechos.
Promesas incumplidas
En su momento, el Gobierno Federal se comprometió a resolver las demandas indígenas para que pudieran salir de la marginación, opresión, exclusión, despojo, explotación y discriminación. Incluso, el actual Gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, se pronunció por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar en sus términos originales, y se comprometió a respetar el derecho a la resistencia y autodeterminación de los zapatistas.
Por desgracia, esas coincidencias para lograr una solución de fondo a la cuestión indígena no han prosperado. Los Acuerdos firmados por el Gobierno y los Zapatistas en febrero de 1996 no han sido cumplidos.
Por eso creemos que es urgente retomar la cuestión indígena como uno de los elementos centrales e ineludibles del Debate Público. La demanda de las comunidades autóctonas sigue siendo el gran pendiente que tiene que cumplir el país, para que todos los pueblos indios tengan una vida digna, con respeto a su cultura. Los indígenas saben que la vida humana tiene un valor único, por encima de cualquier programa asistencial que quieran ofrecerles. Se trata del proyecto de reconstrucción de una Nación donde todos quepan y donde todos participen como sujetos de su propio desarrollo y de su propia Historia.
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