Nuevo Obispo de Colima
Para servir con alegría
El viernes 10 de enero tomó posesión como XI Obispo de Colima -Diócesis perteneciente a la Provincia Eclesiástica de Guadalajara-, Monseñor Marcelino Hernández Rodríguez, anteriormente Obispo de Orizaba, Veracruz.
Mónica Livier Alcalá Gómez
Nada más entrar en el recinto del Casino Feria de Colima, que ya estaba repleto de fieles, y fue ovacionado y recibido de pie el nuevo Ordinario de la Diócesis colimense, D. Marcelino Hernández, quien lo hizo acompañado de su antecesor, el ahora Obispo Emérito José Luis Amezcua Melgoza, muy contento de escoltar a su relevo en la Misa de Toma de Posesión.
Al inicio de la Celebración Eucarística, desfilaron al frente, en la Procesión ritual, alrededor de 300 Sacerdotes -de Colima, Guadalajara, Orizaba y México-, así como una treintena de Prelados de todo el país. También estuvieron presentes los Cardenales: José Francisco Robles Ortega, Arzobispo Metropolitano de Guadalajara y Presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana; Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, y Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México. Por supuesto, no faltó la presencia del Nuncio Apostólico en México, el Arzobispo francés Christophe Pierre, quien hizo la entrega oficial de la Sede, en representación del Papa Francisco.
LLEGANDO A LA META
El Obispo Emérito de Colima hizo la entrega de su Diócesis describiendo la riqueza de Fe que encontró en esta Iglesia particular, y los retos en los que tendrá que afrontar su nuevo Guía: “¿Qué ha acontecido en estos años? Apareció la mano de la Providencia, y de un reducido número de Grupos apostólicos, contamos ahora con 34… Tenemos una Iglesia que toma conciencia de su misión y va despertando y emergiendo”.
Monseñor José Luis Amezcua afirmó también que los Ministerios Laicales han ido creciendo, sobre todo los Eucarísticos. Además, en toda la Diócesis se ha transmitido el Kerigma por medio de los Movimientos apostólicos; la Catequesis de niños se ha uniformado y se procura extender el trabajo también a los adolescentes y a los Grupos de Pastoral Familiar, que se están afianzando.
Los Ministerios Laicales se abren puertas y han aumentado los Ministros de la Comunión. En Colima, la Pastoral Social se está abriendo camino y su acción es constante. El Prelado anterior aseguró que la relación entre los Sacerdotes es positiva, sin tensiones desgastantes, y que se trabaja en un ambiente de paz y de colaboración.
“Los años transcurridos, añadió, me han dado la oportunidad de plasmar el Lema escogido desde el inicio de mi Ministerio Episcopal, que reza con palabras del Evangelio de San Lucas: ‘Estoy entre ustedes como quien sirve’. Dios y la Iglesia de Colima tendrán que juzgar, y el Señor pagará a todos: Presbíteros, Vida Consagrada, Seminaristas, Laicos, Autoridades de todos los niveles y personas de todas las comunidades que han contribuido al bienestar de esta Diócesis. Dios ha de pagar su afecto, su paciencia y su caridad para hacer crecer el Evangelio. Dios ha de pagar su plegaria, que a todos les suplico. Pido perdón por las faltas cometidas, y deseo a todos que se hagan realidad las palabras de nuestro Santo Obispo mexicano, Rafael Guízar y Valencia: ‘Que Dios nos llene de su santo Amor’”.
BUEN PASTOR, A IMAGEN DE CRISTO
Después de que el Nuncio Apostólico entregara el Decreto con el Nombramiento del nuevo Obispo, y de que se le dio lectura al mismo, Monseñor Marcelino lo mostró a sus hermanos Obispos, al Presbiterio y al Pueblo de Dios.
A continuación, tomó oficialmente posesión de su nueva Sede, recibiendo una cerrada ovación por parte de todos los presentes. Luego, la Misa continuó desde el Canto del Gloria.
En la Homilía, el Cardenal Norberto Rivera, quien consagró Obispo a don Marcelino Hernández, habló acerca de cómo el Obispo debe ser siempre un buen Pastor, a imagen del Pastor por excelencia, Jesucristo: “Él no es cualquier líder, sino, como hemos escuchado, es el Buen Pastor, es el dirigente que va delante de sus ovejas hasta las últimas consecuencias, dando literalmente su vida por ellas. Este Cristo sí nos entusiasma, este Jefe es digno de ser seguido por amor, este Guía va abriéndonos el camino… este Líder no se aprovecha de sus ovejas, sino que verdaderamente sabe conducir su rebaño”.
Precisó que nadie puede considerarse un buen Pastor si no se va configurando, en la vida diaria, con Cristo: “Muy querido Obispo Marcelino, dijo el Primado, hace 16 años tuve el privilegio de imponerte las manos, y después de invocar la presencia del Espíritu Santo que nos gobierna y guía, repetí las palabras del antiguo texto de la Tradición apostólica: ‘Padre Santo, Tú que conoces los corazones, concede a este servidor tuyo, a quien elegiste para el Episcopado, que sea buen Pastor de tu grey’… Así pues, entrégate generosamente por la Iglesia que se te ha encomendado, llevando, al mismo tiempo, la solicitud no sólo por esta tu Iglesia particular, sino por todas las Iglesias esparcidas en el mundo”.
“ENTONCES, PARA QUÉ TE METISTE DE PADRE…”
Antes del inicio de la Liturgia Eucarística, el Presbiterio colimense renovó sus promesas sacerdotales y de obediencia a su flamante Obispo. Al término, un representante de los Sacerdotes, uno de la Vida Consagrada y uno de los Laicos, dieron la bienvenida al recién llegado y se mostraron dispuestos a trabajar unidos a él, al tiempo que le reseñaron brevemente la situación de cada uno en esta Diócesis.
Después, por fin, fueron escuchadas unas palabras del ahora Pastor colimense, quien, con su característico sello informal y alegre, agradeció la presencia de todos los que le acompañaron, en especial al Cardenal Juan Sandoval, “su padre”, quien lo formó, y al Cardenal Rivera. A su antecesor le pidió seguir colaborando con él y “repartirse la chamba”, al tiempo que agradeció la presencia de “su nuevo Jefe”, el Cardenal Francisco Robles.
Refirió una anécdota que a él siempre lo impulsa a dar todo por la grey, a pesar del cansancio o la fatiga. Y es que, según relató, mientras era Obispo Auxiliar de México, un Sacerdote de aquellos lugares le comentó que, en un ocasión, al terminar la Misa, una “indita” se le acercó para pedirle le bendijera una sabanita: “El Padre no quería porque acababa de dar la Bendición y le insistía en que se esperase a la siguiente Eucaristía y aprovechara la Bendición final. Pero ella no quería, y le solicitaba insistentemente que le bendijera su sabanita… en una de ésas, el Padre ya se iba, y ella alcanzó a gritar: ‘¿Entonces, para qué te metiste de Padre?’ Ante eso, no tuvo más que regresarse y bendecirle su sabanita. ‘Ahí está, ¿qué te costaba?’, le increpó la mujer, antes de irse… Por eso, yo digo que hay que servir siempre con alegría y no andar rezongando”.
El Obispo Hernández recordó a los miembros de su grey que no están solos, pues “así como estaremos unidos en la enfermedad y la desgracia, también lo estaremos en las alegrías… yo me esforzaré por continuar tantas cosas que ya han hecho por Colima”.
Finalmente, hizo una petición, a ciegas: “Todos los que tienen sus cargos en la Diócesis, sigan en sus puestos, en sus cargos; mucho se lo vamos a agradecer… y más si lo hacen con renovada alegría”.
Mons. Marcelino Hernández Rodríguez
Lema: “Servir con alegría”Nació en San Luis Potosí el 28 de mayo de 1946. Vivió en Guadalajara, Jalisco, desde 1948. Ingresó a cursar Humanidades en el Seminario Diocesano Menor de Guadalajara el 9 de noviembre de 1958. Estudió Filosofía y Teología en el Seminario Mayor, siendo ordenado Sacerdote el 22 de abril de 1973 en la Catedral Metropolitana por el señor Cardenal José Salazar López, séptimo Arzobispo de Guadalajara. También es Licenciado en Psicología, egresado del ITESO. Es miembro de una familia de cuatro hermanos, entre ellos un Sacerdote, el señor Cura Tarcisio Hernández Rodríguez, Párroco de La Inmaculada Concepción, en el Sector Libertad de Guadalajara.
Fue Colaborador del Programa “Génesis para Sacerdotes, de Casa Alberione”, desde su fundación en 1989 y hasta 1993, en tiempos del Cardenal Arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo, y Profesor Titular de Psicología en el Seminario Mayor de Señor San José, de 1994 a 1998. De 1988 a 1998 fue Párroco de San Alfonso María de Ligorio. en San Pedro Tlaquepaque, hasta que fue nombrado por el Papa Juan Pablo II como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México el 5 de enero de 1998. En 2008 fue designado por Su Santidad Benedicto XVI como Obispo Residencial de Orizaba, Veracruz, tomando posesión el 22 de abril de ese año.
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