jueves, 23 de enero de 2014

Ninguna fuerza policíaca humaniza

Militarización en Michoacán

Una paz sin sustento


¿Por qué desarmar a quienes se defienden? Es un amplio debate que hoy vive la Sociedad mexicana. La Policía Comunitaria, defendida por algunos, criticada por otros, es ahora perseguida por todo el aparato del Estado. La Iglesia Mexicana, ante esto, alza la voz.


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Andrea Barba Ochoa


“Desde hace 12 años, diferentes Cárteles (de drogas) se han disputado esta Zona; se peleaban entre ellos, pero no se metían con la población civil. Los primeros que llegaron (con violencia contra la gente), fueron Los Zetas. Eran demasiado malos… Después, un grupo de ciudadanos se organiza, apoyado por otros Cárteles en aquellos años (La Familia), y los desplazaron…”

Así comienza una entrevista el Doctor José Manuel Mireles Valverde, Médico Cirujano, y uno de los Consejeros Generales del Consejo Ciudadano de Autodefensa del Municipio de Tepalcatepec, Michoacán, en un video titulado: “Aquí el porqué Michoacán se levantó en armas contra el crimen organizado”, subido a la Red por la Agencia SubVersiones, y que ya tiene más de 96 mil visitas en el popular Canal de Youtube.

El Doctor Mireles trata de explicar, desde su experiencia, cómo surgió toda la violencia que ahora parece no tener control en esta Región, y que, según cuenta, obligó a los propios ciudadanos a armarse para defender a sus familias.

Refiere que, el que posteriormente se convertiría en Cártel, La Familia, se dividió y se formó otro, el de Los Caballeros Templarios, quienes hace alrededor de cuatro años convocaron a una reunión a toda la gente productiva de Tierra Caliente: ganaderos, empresarios, industriales y hasta taxistas, a quienes les garantizaron que habría paz en la Zona y que nadie tomaría ninguna represalia: “Ellos dijeron que su ‘negocio’ iba a ser exclusivamente con los narcotraficantes de la Región, por lo que la gente se tranquilizó un poco… El problema fue que los narcos que quedaban vivos se iban del país, y entonces, al ya no tener narcos de los cuáles mantenerse, empezaron a explotar a la comunidad pidiéndole cuotas, cobrando derecho de piso y hasta por el derecho de vivir”.

Por cada vaca que vendía, el ganadero tenía que darles mil pesos; por cada kilo de carne que vendía, el carnicero tenía que darles 15 pesos; hasta los tortilleros, por cada kilo vendido tenían que dar cuatro pesos. Como si fuera Autoridad, la delincuencia organizada tenía hasta medidos los metros cuadrados de cada vivienda, pues pretendía cobrar el uso del suelo y hasta por tener automóvil… En una palabra, pagar por vivir.

Nada más en el Municipio de Tepalcatepec, de la Escuela donde el Doctor Mireles es Director, fueron violadas 14 niñas por miembros de estos núcleos de delincuentes: “Varios grupos y personas teníamos la intención de hacer algo, pero habíamos tenido miedo, hasta que se metieron con nuestras familias y empezaron a violar a nuestras esposas e hijas”.


Grupo de autodefensa Los Reyes-4


El inicio del Movimiento


“Fue un movimiento rápido y simultáneo. El día que surgió la Policía Comunitaria, se detuvo a varias personas del crimen organizado; se les decomisaron armas y vehículos. Todo se lo entregaron al Ejército que, a su vez, lo puso en manos del Ministerio Público Federal de Apatzingán. Pero, a las 12 de la noche, todos los delincuentes estaban libres… Vimos que teníamos en contra al mismo sistema que debía defendernos”.

El Doctor Mireles afirmó que los que se identifican con playeras de “Policías Comunitarios”, pero aparte portan la leyenda de “en contra del mal gobierno”, son sicarios del crimen organizado, de Los Caballeros Templarios. Y reafirmó que, al ser ellos mismos custodios de sus poblaciones, no tuvieron, por tres meses, ningún incidente de violación hasta que llegó el Ejército Mexicano.

“(Se desplegó) un aparato gubernamental grandísimo, mencionando en la Prensa Nacional que la Secretaría de Gobernación y la Defensa Nacional (sic) iban a venir a desarmar a los Comunitarios y Grupos de Autodefensa”. Páginas completas se dedicaron a esta noticia, “pero no hubo ni un solo renglón que dijera que iban a venir a desarmar a los delincuentes y al crimen organizado… Ellos consideran una batalla ganada llegar a pueblos donde nosotros ya habíamos logrado la paz… ¿A qué vienen?”

El problema de fondo es que el Ejército Mexicano no tiene la indicación de perseguir a los miembros de la delincuencia organizada. Su función es mantener la paz en el Estado, desarmando a los grupos de autodefensa, vigilando las carreteras y cuidando que los Cárteles no se acerquen a las comunidades… Mas no tienen órdenes de perseguirlos ni detenerlos, aclaró el Médico.


La Iglesia denuncia


mi2Es por ello que Monseñor Miguel Patiño Velázquez, Obispo de Apatzingán, consciente de su labor en la defensa de los más débiles, envió a los Medios de Comunicación una vigorosa denuncia ante los atropellos que ha cometido el Ejército Mexicano contra los grupos de autodefensa y gente inocente, lo cual ha provocado ya tres muertes de civiles: “El pueblo está exigiendo al Gobierno que primero agarre y desarme al crimen organizado. El Ejército y el Gobierno han caído en el descrédito porque en lugar de perseguir a los criminales han agredido a las personas que se defienden de ellos. ¿No han comprendido que nos encontramos en un Estado de necesidad?”

Pidió, asimismo, un verdadero compromiso para terminar con la delincuencia y no ensañarse con los más débiles, los ciudadanos, los cuales sólo quieren proteger a sus familias y comunidades: “Les pedimos a los políticos, al Gobierno y al Secretario de Gobernación que den a los pueblos de nuestra Región signos claros de que en realidad quieren parar a la ‘máquina que asesina’. La gente espera una acción más eficaz del Estado en contra de los que están provocando este caos”.


La Policía Comunitaria, en su mayoría, gente de bien


Y es que la gente que forma los grupos de autodefensa es, en su mayoría, gente trabajadora, que sí tiene un fin noble, defender a sus familias: “Aquí es importante señalar que a los que forman estos grupos nosotros los conocemos, los identificamos bien y sabemos que, en su mayoría, son gente de bien; que el único fin que persiguen es proteger a la comunidad”, aseveró para Semanario el Vicario General de la Diócesis de Apatzingán, Padre Javier Cortés Ochoa, al tiempo que admitió que, aunque sí hay algunos que tienen un pasado no tan claro, su fin no es malo: “También sabemos que algunos que están allí han estado en Cárteles o han sido distribuidores, pero creemos que a ellos no los mueve una finalidad delincuencial, sino el mismo motivo que a los demás, que es proteger a su pueblo, a su familia, pues como estaba la situación, era ya intolerable con el pago de cuotas y las agresiones directas”.

El Vicario General admitió que, por la situación que han vivido por años, no será fácil lograr la estabilidad completa; sin embargo, la Iglesia quiere mostrarse esperanzada en que todo cambiará para bien: “Tomará mucho tiempo lograr la paz que necesitamos; tomará tiempo detener a las personas que dirigen este Cártel en Michoacán; estamos conscientes de que es una ardua tarea que exige del Gobierno actuar con sinceridad, con un verdadero deseo de hacer el bien al pueblo”.

Puso en claro que desean dar el voto de confianza al Estado de que lo que realmente les mueve es el bien de las personas: “Queremos creer que sí se pueden hacer bien las cosas. Apenas llevamos pocos días de que se ha destituido a los Policías Municipales, y quien está a cargo del orden es la Policía Federal, y sí se ven algunos cambios… Ahora vemos que la gente empieza a salir de sus casas en Apatzingán; hay negocios abiertos, gente comprando y en las calles… tratando de vivir, no sin temor, pero al menos no recluida”.

Al advertir que el Seminario Mayor de Apatzingán no cerró por la violencia sino por falta de vocaciones, el Padre Javier Cortés ansía vislumbrar un panorama de esperanza para la Diócesis y para todo el Estado, y ése es el mensaje que quiere transmitir: “No debemos perder la Esperanza. Debemos saber confiar; apoyarnos mutuamente y buscar la paz en los diferentes ámbitos sociales; ésa es nuestra tarea. Si hablamos siempre del Mal, sólo de violencia, nos iremos llenando de psicosis y sólo perderemos la paz.

Tenemos que ser hombres de Esperanza y hablar de ella, primero en nuestras familias, luego en nuestros círculos de amistades, buscando siempre ser positivos”.


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