Homenaje a Fernando González Gortázar

THO

La reapertura del Museo de las Artes, en la otrora Rectoría General de la UdeG (Avenida Juárez 975, Zona Centro de Guadalajara), edificio construido hace exactamente un siglo, ha sido la ocasión para abrir el inmueble, que también alberga el Paraninfo iluminado por el muralista zapotlense José Clemente Orozco Flores, con la Exposición “Resumen del fuego”, dedicada, hasta el mes de febrero del año en curso, al Arquitecto Fernando González Gortázar.

Totalmente remozado, y con la única vocación de Museo, cuya entrada es libre y sus horarios extensos, dedica esta vez sus Salas a la obra de un Artista que, si bien nació en la Ciudad de México (1942), tiene sus raíces familiares y su vida en Guadalajara, de donde su padre, J. Jesús González Gallo, fue Presidente Municipal y Gobernador de Jalisco.

Egresado de la Escuela de Arquitectura en los tiempos de Ignacio Díaz Morales, las producciones de González Gortázar lo acreditan como urbanista, escultor y proyectista de obras que se han quedado en el tintero casi todas, aunque las muchas que sí se han edificado le aseguran un lugar principal entre los Artistas contemporáneos.

La Muestra ofrece una retrospectiva de su quehacer y una oportunidad para reflexionar en el compromiso de quienes deciden la ejecución de las obras públicas, pues, por más que éstas han de cubrir necesidades funcionales del momento, también deben embellecer y no destruir los entornos naturales; dato pocas veces tomado en cuenta al modificar el uso del suelo, de rústico a urbano.

Muchos reconocimientos ha recibido González Gortázar en su trayectoria profesional, siendo el más reciente el Doctorado Honoris Causa de su Alma Mater, y por aquello de que “nadie es profeta en su tierra”, es Monterrey y no Jalisco donde se han construido las más monumentales de sus obras.

Entre las que tenemos aquí, la más emblemática, tal vez, sea la Fuente de la Hermana Agua, en la Avenida de Las Rosas, de la Colonia Chapalita, sucesión de cubos de concreto, cobijados por el vital líquido a modo de cortinas, en una directa alusión al origen de lo viviente.