jueves, 9 de enero de 2014

Sacerdotes, de promotores del pueblo a perseguidos

El Sacerdote, en el imaginario colectivo

De misionero y líder, al desprestigio y la violencia


La figura del Presbítero en México ha cambiado con el paso de los siglos. En largos períodos fue exaltada y respetada; mas ahora, aunque desprestigiada y violentada, sin duda, sigue estando presente en los momentos más importantes de la vida de muchos cristianos.


Mónica Livier Alcalá Góme


IMG 5203“Sabemos bien que eres el Obispo, pero necesitamos la camioneta, así es que te bajas”. Con estas palabras fue abordado el Obispo de Ciudad Altamirano, Tamaulipas, en un caso más de robo con violencia, y en el que aquellos que la ejercen siguen ya sus propios códigos y no respetan ningún valor o persona, por muy sagrado que parezca: “Si se roban las custodias con todo y el Santísimo, ¿qué podemos esperar los Sacerdotes y Consagrados? Realmente ya estamos en una situación de total secularización… aun en la delincuencia”, afirmó el Presbítero Armando González Escoto, Cronista de la Ciudad de Guadalajara y Director de Pensamiento Estratégico en la Universidad del Valle de Atemajac, entrevistado por Semanario acerca de la percepción de la figura sacerdotal a través del tiempo, y cómo el momento actual se ha vuelto tan inestable que, lo que antes parecía increíble -que un Obispo pudiera ser asaltado-, es ahora ya un hecho común y cotidiano.


Y es que se puede hablar de una época en que los delincuentes parecían seguir ciertos lineamientos de elemental ética y respeto a los valores establecidos, o al menos algún código de conducta específico: “La delincuencia de hoy no tiene valores. Tiene sus reglas, tiene sus principios, pero no valores humanos. Los delincuentes mismos y sus hechos se han depravado cada vez más. Incluso han considerado que depravarse es una condición mínima para tener éxito; es decir, no respetar a nadie ni detenerse ante nada; no tener límites ni contención”.


En la mayoría de las Diócesis del país ha habido actos de violencia contra Eclesiásticos; casi todos, en forma de chantajes y extorsiones, como por ejemplo condicionar el éxito y estabilidad de una Fiesta Patronal a cambio de dinero. En algunos casos extremos les han secuestrado parientes o ellos mismos han sido víctimas de la delincuencia, con tal de obtener una ganancia, sin que falten los asaltos, por supuesto, y las agresiones directas.

Otros casos: el Seminario Diocesano de Apatzingán, en Michoacán, tuvo que cerrar sus puertas por la inseguridad; los alumnos emigraron a Morelia. En el Seminario Conciliar de México han recibido llamadas de extorsión…


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México, país peligroso para todos


IMG 50732Hace unas semanas, el Centro Católico Multimedial de la Arquidiócesis de México hizo pública una investigación sobre la agresión de que son víctimas los diversos Agentes Pastorales, destacando la figura del Clérigo (Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Diáconos), quienes, a diferencia de otros años, ahora son igualmente víctimas de la violencia que aqueja a la Sociedad en general. De hecho, han calificado a México como el país más peligroso de Latinoamérica para ejercer el sacerdocio ministerial.

Esta calificación, para el Padre Armando González, es un poco extremada, aunque sí puede decirse que México se ha vuelto uno de los países más violentos de América Latina: “Los latinoamericanos nos ven con horror porque estamos exportando la violencia. Las mafias mexicanas tienen presencia en Sudamérica y Centroamérica; en regiones tan remotas como Bolivia, ha habido ya problemas con cárteles mexicanos; nos hemos vuelto una amenaza a causa de la violencia incontrolada en el país que, por la situación y por sus condiciones, ha llegado también ya a los Sacerdotes y Obispos”.


En el imaginario colectivo


Ante esto, vale la pena hacer un recuento de lo que ha significado, y todavía significa para la Sociedad, contar con el Sacerdote, cuál es su perfil, y cómo su figura ha ido cambiando a lo largo del tiempo, hasta llegar a un momento actual en el que es poco promovido, violentado e irrespetado.


Aquí, el punto de partida es lo que llaman el “imaginario colectivo”. Los Sociólogos denominan así a las figuras que, en la mentalidad social, tienen una determinada significación que va más allá de los roles que la persona desarrolla en la comunidad.

“Entonces podemos mostrar cómo, en el imaginario colectivo histórico mexicano, la figura sacerdotal se ha revestido, inicialmente y por mucho tiempo, con el hábito del Misionero (fuera Franciscano, Dominico, Agustino o, en Regiones del Norte, Jesuita). Es así como el hábito religioso ha sido el símbolo por antonomasia de paternidad, de liderazgo; pero, sobre todo, de sobrevivencia. Las comunidades originales encontraron en el Misionero a un Padre, a un protector para la vida”, aseguró el Historiador y Cronista.

“Dicho impacto en la conciencia social histórica fue muy consistente y explica la serie de conflictos que en los Siglos XVII y XVIII se suscitaron cuando la figura del Misionero fue sustituida por la del Sacerdote Diocesano, acorde con el proceso de secularización que se dio en toda América Latina. Hay datos, incluso, de connatos de levantamientos armados por parte del pueblo, que no aceptaba que el Párroco Religioso fuera sustituido por un Párroco Diocesano”.


El prestigio del “Párroco de pueblo”


IMG 5233Finalmente, devino la renovación y empezó a emerger la figura del Sacerdote Diocesano, sobre todo en el Siglo XIX. Esto puede constatarse, por ejemplo, en una Novela llamada “Navidad en la Montañas”, del gran literato Ignacio Manuel Altamirano, en la que se denota que este proceso de secularización pastoral se había dado ya exitosamente. El autor compara al Párroco rural (que apoya a la comunidad, que la defiende) con una figura del Religioso ya muy desprestigiada para entonces, que vive encerrado en su Convento, gozando de los bienes. Esta imagen se mantuvo, al menos, hasta antes del Concilio Vaticano II.

“En este tiempo, el Sacerdote comienza a ser visto como un líder social que garantiza la promoción de las comunidades: El Párroco promueve la electricidad, el agua potable, ayuda a que se abran los caminos, funda escuelas donde no las hay, y es, además, el Maestro de las mismas. Es el Sacerdote quien tiene dispensarios médicos en áreas marginales. A veces, incluso rebasando su acción, se vuelve una especie de ‘cacique político’, por la gran influencia que tiene en la comunidad, determinando los candidatos que más favorezcan al bien común”.

Todavía durante el Concilio Vaticano II, al entrar corrientes de la Teología de la Liberación, los Sacerdotes coinciden con los compromisos de Justicia Social que el propio Papa Paulo VI lanza: “Nuevamente, el Sacerdote fortalece el perfil de redentor social, sin que esto demerite su función específicamente religiosa, como aquél que está presente en los momentos más importantes de la existencia humana: el nacimiento, el matrimonio y la muerte”…. En general, en todo este tiempo, hubo una percepción de la figura sacerdotal fundamentalmente positiva (excepciones siempre ha habido, pero lo constante, lo común, fue una percepción más bien buena de los Padres o Curas).


La Iglesia comienza a ser cuestionada


“A partir de la década de los 70´s, incluso al margen del Concilio Vaticano II, es cuando dió inicio un proceso cada vez más acelerado de secularismo social, lo cual implicó una crítica hacia todas las instituciones. En México, a partir del conflicto de 1968, el cual fue un parteaguas en la Historia de la Sociedad, podemos identificar cómo esta crítica a las instituciones va incluyendo paulatinamente también a la Iglesia -que por mucho tiempo se mantuvo al margen de toda crítica, la mereciera o no-. La Iglesia comienza a ser también cuestionada, de manera más determinante en los Medios de Comunicación”.

Una película que retrata lo que la Sociedad estaba pensando en este tiempo de los Sacerdotes, es “Canoa”, de Felipe Cazals, que reprocha el liderazgo de un Párroco rural que incitaba al linchamiento de jóvenes excursionistas. “De cualquier manera, se trata de una película parcial, amarillista, que distorsiona los hechos y los extrema, para presentar a un Sacerdote más bien detestable, al grado de que muchos jóvenes que veían la película eran capaces de agredir verbalmente al Sacerdote que se encontraran. Pero eso ya nos hablaba de cómo la gente comenzaba a cambiar su ánimo respecto a los Sacerdotes y a cuestionar su liderazgo”.


Percepciones distintas, según los estratos sociales


De entonces a la fecha, podríamos decir que la opinión sobre el sacerdocio, en el momento actual, va a depender de varios factores, según nuestro entrevistado, también Vicario Auxiliar del Templo Expiatorio: La edad (no es lo mismo lo que piensa del Sacerdote la gente de la tercera edad, que los jóvenes); si se trata de una comunidad rural o urbana, incluida la urbana marginal, o si se trata de clases sociales bajas, medias o altas. Varía también si se ve ante jóvenes estudiantes (dependiendo de dónde estudien), o de jóvenes obreros. Hay, pues, una enorme diversidad de justipreciaciones.

Mas, lo que generalmente rige es que la figura sacerdotal se encuentra hoy muy depreciada. “Con todo, apuntó el Padre González Escoto, a medida que las nuevas generaciones participan en Movimientos Pastorales, la apreciación sobre ellos mejora mucho. Casi podríamos decir que la percepción negativa del Sacerdote es mayor entre quienes no lo tratan (o quizás algunos, porque lo trataron, tienen una mala impresión; pero eso no es lo ordinario)”.


Por lo común, mientras menos se trate al Sacerdote, más se desdibuja su figura y se cae en suposiciones y en lo que malévolamente difunden los Medios o mucha gente, sin que a nadie le conste. Bastaría entrar a Internet y buscar la palabra “sacerdocio católico”, para enterarse de todo lo que se dice sobre ellos.


El liderazgo sacerdotal sí se ha devaluado


“A nivel nacional ha perdido vigencia este liderazgo, y no como consecuencia de la Sociedad, sino por efecto de las propias limitaciones formativas del Presbiterio, toda vez que comienza a observarse un ministerio sacerdotal de poco liderazgo, escasa creatividad, muy acotado y condicionado a funciones específicas (qué Sacramentos administro; a qué horas; a qué grupos atiendo; en qué momento), quedando reducidas las actividades del Sacerdote a un tipo de funciones predeterminadas, cuando, si miramos atrás, debemos admitir que las antiguas maneras de ejercer el ministerio eran mucho más amplias, audaces y trascendentes”.

Un ejemplo: Parroquias que tenían hasta tres o cuatro escuelas, donde los Sacerdotes no sólo eran Administradores, sino Profesores también. “Ahora hay una escuela y no pueden sostenerla, y no porque no haya alumnos, sino porque falta la vocación de hacer, de descubrir que cualquier campo puede ser útil para la acción pastoral, de manera particular el campo educativo.

“Eso explica que haya una infinidad de medios sociales, culturales, académicos, donde no está presente ningún Sacerdote. Algo novedoso, porque históricamente en nuestro país los Sacerdotes tenían presencia en todas partes. Y lo más deplorable es que el acceso del Sacerdote en algunos círculos no depende de esos grupos, no hay una negativa a aceptarlos, sino que hay una falta de interés o capacidad de éstos para ingresar a esos niveles académicos, filosóficos, culturales, de comunicación, semipolíticos o empresariales”.


Hay que salir, “sin llevar el templo”


En cambio, los Presbíteros se ven mucho en los templos, en una época en que la Iglesia los está invitando, desde el Documento de Aparecida, y aun antes, desde el Concilio Vaticano II, y sobre todo con las exhortaciones del Papa Francisco, a salir del templo, a entrar a todos esos ambientes y ámbitos que requieren Evangelización. Mas, ocurre que el Sacerdote se queda en el templo, o cuando sale, ‘se lo lleva’: “A la calle no hay que llevar el templo; lo que hay que llevar es el Evangelio. Los nuevos areópagos, como decía el Papa Benedicto XVI, requieren de otras mentalidades; no podemos llegar a meter la estructura eclesial a estos lugares, en donde más bien se necesita de diálogo, de participación”.


Concretamente en Guadalajara, ha bajado el número de Bautismos, pues a los papás simplemente no les interesa que sus hijos reciban el Sacramento de Iniciación cristiana. Bastaría hacer un comparativo entre el número de niños registrados y el número de niños bautizados, para dar una cifra real entre una y otra vertientes. La abundancia de parejas que no se casan por la Iglesia se ha vuelto una tendencia creciente: “Hay ese enfriamiento en la Sociedad tapatía, pero está ocurriendo porque la Iglesia está viéndose lenta; como que no vamos con los tiempos, medios, métodos y recursos para llevar adelante un trabajo pastoral de mayor penetración social”.


Entre el odio y la inseguridad


Además de estos retos que conllevan la formación, la propia secularización social y la violencia, se sufre también el escarnio contra los Clérigos. El escándalo, la burla, el odio hacia la figura sacerdotal, o de Consagrados en general, es suscitado, más bien, por sectas o grupos extremos que, aprovechando la espiral de violencia que se resiente en el país, entran a insultar y a menospreciar a los creyentes y a la jerarquía católica: “El señalamiento falso, la calumnia, la difamación, son métodos típicos de la mayoría de las sectas que trabajan en América Latina, pues generan mucha violencia contra la Fe, que comienza como emocional, pero puede terminar como violencia física”.


Además, determinados Medios de Comunicación han generado un clima de desprecio hacia el Sacerdote por medio de películas y manejos noticiosos sesgados contra la Religión, la Iglesia y el comportamiento negativo de algunos Sacerdotes.

Ante la inseguridad, el odio e incluso sus propias deficiencias de autoridad, el Sacerdote de hoy tiene, pues, frente a sí, variados desafíos, aparte de que también vive inmerso ahora en el clima de inseguridad reinante para ejercer su ministerio a plenitud.

El Padre González Escoto, Directivo y Catedrático de la Universidad Católica, finalizó recomendando la actitud del Sacerdote para solventar estos riegos y carencias: “El Sacerdote tiene que ser, otra vez, un testigo creíble de lo sobrenatural, por un lado; y por otro, demostrar su Fe con una caridad real, sobre todo en la relación entre sus propios hermanos Sacerdotes, que la gente también ve. Así de sencillo”.


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