Texto y Foto: Pbro. Óscar Maldonado Villalpando
Seguramente ella se lo ha dicho así con sus ojitos verdes, con su corazoncito inquieto, con su alegría.
Y claro que Él la ha escuchado perfectamente, porque Él sí escucha a todos, aun a los que no pueden hablar, como ella y sus hermanitos.
Y Él, por supuesto, le habrá hablado con plena nitidez, aunque ella no pueda oír las voces de este mundo, pues es sordita.
Porque esta pequeña monaguilla es muy feliz de ayudar en el servicio del Altar. Gozo que hace entender a todos sin poder expresarlo fonéticamente. Y es que no se es demasiado menor para servir al Señor. Dios a nadie pone tacha por esa razón. Por ningún motivo.
Lo que sí limita es ser demasiado grande, muy perfecto ante Dios y ante los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario