Hay unos que son tan pobres, que lo único que tienen es su riqueza. Refrán popular
Pbro. Germán Orozco Mora
Mexicali, B.C.
Una vez, unos ricos le dijeron, quizás de buena fe, a don Juan Navarrete y Guerrero, un oaxaqueño que fuera Obispo de Sonora, lo siguiente: “Señor Obispo, usted debe portar un báculo de oro y plata con piedras preciosas y no ése que carga, de latón”. Y el Prelado les respondió: “Si el báculo fuera de oro, el Obispo sería de latón”.
Y, en realidad, ese báculo de latón del humilde primer Arzobispo de Hermosillo, está en exhibición en la que fuera su casa (hoy Museo) durante muchos años, cerca del Templo del Carmen, en el Centro de la capital sonorense. En esa Casa-Museo, entre otras cosas, se exhibe una fotografía original donde se ve al entonces joven Obispo de Sonora participando en las Sesiones del Concilio Vaticano II en 1963, y atrás de él aparece el también joven Obispo de Cracovia, Karol Wojtyla.
Casos y cosas
En el pasado mes de octubre, el Papa Francisco apartó de sus funciones al Obispo de Limburg, Alemania, Franz-Peter Tebartz Eilst, de 53 años, al cual se le ha abierto una investigación para aclarar por qué se ha gastado 40 millones de euros (50 millones en dólares) para construir su residencia episcopal.
Me parece que la Catedral más grande de América, la de la Arquidiócesis de Los Ángeles, California, costó cerca de 24 millones de dólares. Claro, la Catedral, no la residencia del Arzobispo angelino.
En una ocasión, en la Casa General de los Jesuitas de Madrid, tuve la dicha de charlar con el Padre Pickert, un español que durante más de 35 años sirvió como Secretario de Dom Pedro Casáldaliga, célebre Obispo brasileño, cuya casa y sede episcopal fueron construidas cerca de la selva amazónica a base de troncos de madera, ramas y hojas de palmera, y donde el Prelado despachaba y recibía a quienes quisieran o tuvieran que visitarlo. Fue un hombre que vivió pobre en medio de los pobres.
Aclarando puntos
El Papa Francisco está predicando con el ejemplo de su vida, aquello que Nuestro Señor Jesucristo vivió a plenitud; esto es, la humildad, como cuando se arrodilló para lavar los pies a sus discípulos, o cuando se dejó bautizar por su primo Juan “El Bautista”. Humildad que Jesús mismo nos recuerda a través de sus enseñanzas evangélicas: “El Hijo del Hombre…no tiene dónde recostar la cabeza…”.
Sin embargo, Cristo no es enemigo de los ricos ni quiere pobres a los pobres. La Madre Teresa de Calcuta solía decir: “La mayor pobreza es no tener a Dios”.
En el mundo no se puede obligar a los ricos a que sean pobres y que repartan sus riquezas sin amor. Como explica San Pablo: “Aunque repartiera todos mis bienes, si no tengo amor… de nada me sirve…” Uno puede confirmar, por ejemplo, la hipocresía de muchos marxistas pro soviéticos que ahora mismo poseen residencias de millones de dólares a orillas del Río Dniper; esos que fueron enemigos feroces del capitalismo, defensores del proletariado y partidarios de la igualdad, pero, a la vez, quién sabe a cuántas personas asesinaron en la Lubianka -como dice Solyenitzin- desde 1917 hasta 1989, para acabar convertidos en prósperos empresarios ucranianos o rusos.
En una ocasión, personas pudientes de Hermosillo le llevaron a regalar a don Juan Navarrete, su Obispo, un automóvil de lujo último modelo, porque el que tenía era una charangón, casi una chatarra. La respuesta del Obispo fue: “Miren, yo no puedo llegar en un carro del año a una Visita Pastoral en una colonia de la periferia y ofender a mis hermanos pobres que no tienen ni qué comer…les agradezco su regalo…” Y se lo devolvió, y siguió con su modesto carro.
Como este Obispo, fueron, asimismo, admirables por su pobreza evangélica, el Cardenal Arzobispo de Guadalajara, don José Salazar López, cuyo bastón de mando o báculo era de modesta madera; e igual fue ejemplar por su renuncia a los bienes terrenos el Obispo don Ramón Godínez Flores, quien murió sin dejar más herencia que su testimonio y uno que otro libro sagrado.
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