Mujeres, sonrisa de fiesta del corazón de Dios
Cuando se habla del sufrimiento y mal trato de las mujeres, nos da por volver los ojos a los países bíblicos, donde, al igual que en el presente, la poligamia, la esclavitud, la violencia, son como el derecho de los hombres y el sufrimiento de la otra mitad del mundo. Hay pueblos de concepciones singulares en el rol social, familiar, político e incluso religioso, del género femenino. Algunos grupos, para “engrandecer” a la mujer, le dan el “protagonismo” de objeto decorativo. Y, sin ir muy lejos, existen, en lugares perdidos de la geografía nacional, féminas que no consiguen vivir completamente sus derechos, debido a costumbres culturales y también religiosas que las segregan de cualquier asomo de igualdad.
En la población chiapaneca de Ocosingo predomina una justicia tribal novedosa: hay un mercado en el que son solamente las mujeres quienes pueden ofrecer sus productos caseros, del campo, o los animales de sus corrales. Han sido decisiones de las muchas veces despreciadas culturas indígenas, que buscan caminos para nivelar la inserción de la mujer en determinados campos de la Sociedad. En las concesiones del Gobierno, que pretende una inserción más acorde de ellas en la vida pública, el porcentaje requerido de su presencia en puestos políticos parece ser más bien una estrategia publicitaria que una verdadera reivindicación del género femenino.
Hace 20 años, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, estableció una agenda para la materialización de los derechos femeninos. Fue un paso histórico, firmado por 189 Gobiernos. Los logros se iniciaron desde entonces, pero las brechas y atrasos que aún persisten son demasiados. Se subraya un temática para cada año; mas los retrocesos son históricamente mayúsculos. La propuesta de este 2015 es: “Empoderando a las Mujeres. Empoderando a la Humanidad: ¡Imagínalo!” La verdad es que señala la vergonzosa deuda que se mantiene desde tantos siglos con la mitad del mundo. (Las mujeres representan el 49.6% de la población mundial).
En numerosas Escuelas se aprende y se recita: “Hombres necios que acusáis a la mujer”… poema de Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa e intelectual, y sobre todo mujer mexicana que, desde siglos atrás, insiste en caminos para valorar al mundo femenino: “¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata ofende y la que es fácil enfada?”… El Día Internacional de la Mujer ha llegado a ser ocasión de reflexión y una celebración de mujeres normales que han tenido un papel extraordinario en la historia de sus países y sus comunidades.
La enseñanza bíblica es valiosa e indiscutible: “Hombre y mujer los creó…” En el pensamiento creador de Dios, la mujer debe ser compañera del mismo honor, con ingenio complementario, para, entre ambos, expresar la semejanza divina. El papel femenino en la Sociedad debe pretender una identidad rica, más allá de una simple “igualdad”.
Nunca ha dejado de haber una marcada influencia de Dios que sólo se fragua en la conciencia de las mujeres. Porque las abuelas, las madres, las hermanas, las esposas, las tías, en los hechos, sostienen la presencia amorosa de Dios en la Humanidad, a lo largo de todos los tiempos y lugares.
¿Cuántas “Marías” mexicanas son respuesta única en la economía doméstica? ¿Cuántas “Lupitas” son, en sus hogares, verdaderos “ríos de luz” en la Fe y en el amor familiar? Admirables damas que ostentan modestamente el don del trabajo y la estrella de la maternidad. El Papa Francisco dice: “La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ésta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los Obispos…”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario