jueves, 26 de marzo de 2015

El Misterio que nos da nueva vida

Cardenal José Francisco Robles Ortega,

Arzobispo de Guadalajara


Hermanas, hermanos:


Ya están a la puerta las grandes Fiestas de nuestra Fe: la Fiesta de La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, cuyo tema central es la entrega de Jesús, para que, de su Muerte, nosotros tengamos vida.

A través de su sacrificio redentor y de su glorificación, Dios quiere hacer una alianza con nosotros, y busca hacernos entender a profundidad el significado de celebrar la Semana Santa y la Semana de Pascua. Por ello, necesitamos ver a Jesús no sólo con los ojos del cuerpo, sino establecer un encuentro personal y afectivo con Él.

Este Mensaje nos viene muy bien a todos. ¿Cuántos escuchan a Jesús en la Catequesis Infantil?; ¿cuántos escuchan de Jesús en el Evangelio, si es que asisten a Misa?, y a pesar de ello, cuántos no han podido verlo en ese contacto que sólo dan la Palabra de Dios y los Sacramentos.

Para celebrar con verdad las Fiestas que se avecinan, necesitamos tener la inquietud sincera de ver a Jesús. ¿Quién es Él para mí?; ¿que quiere decirme cuando sea elevado a los Cielos después de morir en la Cruz?

Hermanas, hermanos, Jesús nos atrae por su entrega extrema al sacrificio y a la Muerte de Cruz. Él atrae mi Fe, mis sentimientos y mis actitudes, porque si no existe Jesús como centro de nuestra Fe, todo lo demás de la vida cristiana, que viviremos durante las próximas dos semanas, puede ser sólo apariencia, tradiciones culturales y costumbres que se van transmitiendo de generación en generación.

Sólo abrazados a la Fe de Jesucristo podemos hacer que nuestra vida dé fruto de amor, de servicio, de caridad y de perdón. Mientras no suceda esto, nuestras actitudes estarán marcadas por el egoísmo y la conveniencia.

Motivados por el amor de Nuestro Señor Jesucristo, vayamos al Templo para unirnos a nuestros hermanos con la firme y verdadera intención de ver a Jesús. Acudamos a su Casa porque queremos entablar una relación con Él, ya que nos dio la máxima prueba de su Amor. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida, y Cristo Nuestro Señor dio la suya por nosotros.


Yo les bendigo en el nombre del Padre,

y del Hijo y del Espíritu Santo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario