jueves, 5 de marzo de 2015

Un nuevo Templo

3er. Domingo Cuaresma. La autenticidad de nuestra devoción tiene que medirse por las obras y la caridad hacia el prójimo.


cecco del caravaggio mercanti


En las dos semanas anteriores meditábamos en el significado existencial y espiritual del desierto y de la montaña. Ahora nos toca detenernos en el Templo. Ésta es la tercera etapa de nuestro camino cuaresmal. Y éste es también el Tema del Evangelio del Tercer Domingo de Cuaresma. Si cuando hablamos del desierto y de la montaña decíamos que eran lugares privilegiados para la oración, con mayor razón lo es el Templo.

San Juan Evangelista nos presenta una escena dramática e impresionante: Jesús, con una violencia insólita, va a expulsar a los mercaderes de ese lugar de oración, que es el Templo.

¿Cuál fue el espectáculo que contempló Jesús al entrar ese día al Templo?: Un griterío, la algarabía de la gente y las discusiones por los cambios de moneda, los pleitos por los abusos en la venta de animales, y el ir y venir de todo el mundo, buscando cada uno su interés particular: los mercaderes, los vendedores de animales, los guardias, los peregrinos. El Templo de Dios, literalmente, convertido por sus propios Ministros en un mercado, en una “cueva de ladrones”.

El Templo era la Casa de su Padre, y ellos, los Sacerdotes, que se creían los puros, los perfectos, la habían profanado con sus robos, con su avaricia, con el tráfico de sus injusticias y de sus arbitrariedades.

¡Esos mismos, los jefes religiosos, quienes debían acercar a la gente a Dios! Por eso, Jesús se rebela contra tanta hipocresía y falsedad, y viene a purificar el Templo. Pero los intereses económicos de los Sacerdotes eran demasiado elevados como para quedarse callados. Y, una vez más, se encaran con Jesús -como ya lo habían hecho tantas otras veces para tentarlo y ponerlo a prueba- y le preguntan con qué autoridad hace Él esas cosas.

“Destruid este Templo -les responde- y en tres días lo levantaré”. ¡Claro que ellos se burlan!: “Cuarenta y seis años se han tardado para construirlo, ¿y Tú vas a levantarlo en tres días?” Ellos no entienden. “Pero Jesús -nos dice Juan- hablaba del Templo de su Cuerpo”. Ha comenzado una nueva Era, la Edad Mesiánica que ya había anunciado desde el inicio de su predicación, y que ellos nunca comprendieron. Jesús es el nuevo Templo.

Hemos llegado, pues, a la tercera etapa de nuestro itinerario cuaresmal, que nos va preparando para celebrar la Pascua del Señor. Vivamos ya desde ahora unidos a Jesucristo Nuestro Señor con el corazón purificado por el amor a Él y a los hermanos. La autenticidad de nuestro culto cristiano y de nuestra devoción tiene que medirse por las obras y por la caridad hacia el prójimo.


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