jueves, 12 de marzo de 2015

En el Seminario Menor se criba la vocación

Formando hombres


Desde el Concilio de Trento, en 1545, que mandó que se instituyeran los Seminarios para la formación sacerdotal, prácticamente la vida de los Seminaristas gira en torno a cinco actividades básicas: oración, estudio, trabajo, deporte, y apostolado.


ARTÃ-CULO 01


Pbro. Carlos Alberto Gómez Rodríguez


Cuatro ejes de formación

De la misma manera, en el Seminario Menor Auxiliar de Atemajac del Valle, que lleva por nombre “Beato Anacleto González Flores”, la conducción de los Seminaristas se forja en la horma de cuatro ejes fundamentales de formación: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Dichas dimensiones son fruto del Documento “Pastores dabo vobis”, Exhortación Apostólica Postsinodal que nos heredó el Papa Juan Pablo II, ahora Santo, y en la que se plasman los matices esenciales para la formación sacerdotal en el tiempo presente.


Llamados a la primera hora
El Seminario Diocesano de Guadalajara, con su vasta experiencia, ha promovido la vocación sacerdotal desde los primeros años de la adolescencia, y por eso sostiene las Secundarias. Cuando me preguntan ¿por qué seguir con la formación sacerdotal desde la temprana edad, si son pocos los que se logran?, siempre respondo con un fundamento bíblico:

Son los llamados a la primera hora del día, según la Parábola de los Trabajadores de la Viña (Mt. 20, 1-16). Soy consciente de que sólo 10 de cada 100 se ordenan Sacerdotes; pero de esa minoría, algunos son óptimos Sacerdotes. Como muestra, un botón: los últimos cinco Arzobispos que han gobernado nuestra Arquidiócesis, y con la posterior dignidad de Cardenales, iniciaron su formación desde la Secundaria.

Además, el otro 90% de los no ordenados son luego buenos cristianos, fermento en la masa, sobre todo hoy en un mundo con tintes de cultura neo-pagana. Por citar sólo un caso, nuestro Beato Mártir Anacleto González Flores, quien primero fue un alegre Seminarista y después un excelente Laico comprometido, ejemplar Abogado, Periodista, Escritor, Orador, esposo y padre de familia.


Un axioma pedagógico

Para la selección de los futuros Sacerdotes hay un parámetro muy claro: el deseo sincero de ser Sacerdote, rectitud de conciencia e idoneidad; es decir, “que quiera y que pueda”.

Un axioma dice con acierto: “Sin motivación no hay sacrificio; sin sacrificio no hay disciplina, y sin disciplina no hay éxito”.

Esto, aplicado a la formación sacerdotal, es exacto. Si el Seminarista no está motivado, no se sacrifica ni se disciplina ni logrará ordenarse Sacerdote.

Por eso, la única motivación válida es que Cristo lo llame, que conozca a Cristo, que lo ame y que lo siga hasta el extremo de dar la vida por Él. Si es capaz de dar la vida, cualquier esfuerzo o sacrificio disciplinar lo hará de manera pronta y alegre.


Personalidades fuertes

Así, la tarea del Seminario “Anacleto” es muy diáfana: formar hombres de personalidad fuerte; unos para ser Sacerdotes, otros para ser buenos miembros de la Iglesia y de la Humanidad.

Bien dijo el Presbítero y Filósofo español Jaime Balmes, que toda auténtica personalidad debe tener:

La cabeza, de hielo (ideas claras, fecundas, transparentes).

El corazón, de fuego (sentimientos ardientes de amor y servicio, entusiasmo vibrante).

Y los brazos, de hierro (fortaleza para llevar a la práctica esas ideas lúcidas inflamadas en el horno del corazón).

Ésta es la gran labor que se realiza todos los días en nuestro Seminario Menor Auxiliar, nuestra “Cantera de Sacerdotes”.


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