jueves, 12 de marzo de 2015

El Papa Francisco

Cardenal Juan Sandoval Íñiguez

Arzobispo Emérito de Guadalajara


El 13 de marzo se cumplen dos años de haber sido elegido el 266º Sucesor de San Pedro, Obispo de Roma y Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Se trata del Papa Francisco, un Papa muy singular, por muchas razones. Es el primer Papa no europeo, sino latinoamericano, fruto de esta Cristiandad que recibió el Evangelio hace 500 años.

También es el primer Papa Jesuita, elegido después de 470 años de haber sido fundada la Compañía de Jesús por San Ignacio de Loyola, y es, por tanto, un Religioso formado en la austeridad, en el estudio, en una piedad sólida y en una disciplina “de soldado”. Es el primer Papa en la Historia de la Iglesia que convive con un Papa Emérito, Benedicto XVI, quien sorprendió al mundo con su renuncia el 11 de febrero de 2013, en un acto ejemplar de humildad y desprendimiento. Por su parte, el Papa Francisco lo trata como a hermano, con suma caridad, dando a la Iglesia entera también un ejemplo de humildad al publicar a nombre propio la Encíclica sobre la Fe, que ya tenía preparada el Papa Ratzinger, haciéndola suya con algunos leves retoques, como lo dice el Papa Francisco.


EJEMPLO DE HUMILDAD

Igualmente, es un Pontífice singular por el nombre de “Francisco” en honor del “Pobrecillo de Asís”, siendo, por ello, el primero de una serie de Sumos Pontífices que lleven ese nombre que en sí mismo encierra todo un programa de humildad, amor y pobreza.

Desde el momento de su elección, no ha perdido la sonrisa ni se ha borrado de su rostro la alegría. Es pobre y austero como ermitaño: dejó a un lado la vestimenta lujosa de los Sumos Pontífices; usa siempre los mismos zapatos negros ordinarios, siempre la misma mitra sencilla, su Cruz pectoral de metal, sotana blanca, y cuando hace frio, un sencillo abrigo blanco. Ni limusina ni papamóvil, sino un jeep abierto, del que baja y sube en las Audiencias Generales para saludar a algún enfermo o a algún amigo.


AMOR AL POBRE Y ENFERMO

Trabajador incansable, a pesar de su endeble salud y sus 78 y medio años de edad. Un comunicador inigualable, que habla con sencillez evangélica y profundidad de contemplativo; su discurso expresa lo esencial del Evangelio; es decir, el amor al prójimo, sobre todo al pobre y al enfermo, así como la misericordia y el perdón para los pecadores. Sabe, con frases breves y no carentes de humor, llegar a la mente y al corazón del Pueblo de Dios. Impresionante su capacidad de convocación: la Plaza de San Pedro casi siempre llena en las Audiencias de los miércoles, y millones de gente en sus viajes por el mundo, como en Brasil o en Filipinas.


OREMOS POR ÉL

El pueblo cristiano lo quiere, lo entiende perfectamente y lo sigue con gusto. En poco tiempo ha vuelto simpática a la Iglesia y ha acercado a muchos alejados, sembrando alegría y optimismo en el pueblo cristiano. Es un Papa lleno de valor en la denuncia profética para evidenciar los vicios, ya sea de la Curia Romana, de la Iglesia en general o del capitalismo salvaje que está empobreciendo al mundo.

A todos los Papas, al fin y al cabo discípulos y Ministros de Cristo Crucificado, les ha tocado sufrir de una o de otra manera, ya sea enfermedades, calumnias, persecuciones o escándalos de sus colaboradores. Por eso debemos orar mucho por nuestro Papa Francisco, porque seguramente los enemigos de la Iglesia estarán ya tramando alguna persecución contra él, pues para muchos resulta incómodo. “Que a nuestro Papa Francisco, Dios le conserve la vida, lo haga feliz en la Tierra y no lo entregue en manos de sus enemigos”.


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