jueves, 19 de marzo de 2015

¿Dejarías a tu hijo entrar al Seminario a los 12 años?

Vocaciones tempranas


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Alberto Cortés de Loza,

2º de Teología


Es la pregunta que muchos padres de familia se hacen cuando llega su hijo muy motivado de la experiencia del Preseminario y les dice que quiere entrar al Seminario. Ante una situación así, puede experimentarse una combinación de sentimientos: por un lado la alegría de saber que Dios le ha tocado el corazón a su hijo; pero, por otro, una resistencia natural a separarse de él a temprana edad.

Si bien es cierto que de los niños y adolescentes con inquietud a la vida sacerdotal un buen número ingresa al Seminario desde la Secundaria (176 se internaron a 1° de Secundaria en el Seminario Diocesano en el presente Curso, tanto en la Casa de Atemajac del Valle como en las Auxiliares de La Barca, Totatiche, Cuquío y Ahualulco), ciertamente una mayor cantidad lo hace en etapas posteriores.

He presenciado muchos casos en los que los papás, sin descartar que su muchacho acceda al Seminario, lo invitan a que lo haga “cuando esté más grande”. Otras veces, son los mismos chavos los que solicitan esta posibilidad, ya que sienten que el momento adecuado será “más adelante”. El Seminario de Guadalajara es consciente de estas situaciones y, desde hace casi 40 años, ha ofrecido a los adolescentes y jóvenes con inquietud a la vida sacerdotal la Etapa de Seminaristas en Familia o “Sem-Fam”.


¿Qué es Sem-Fam?

Se trata de un período en el que los muchachos, sin dejar de vivir en su casa con su familia, se van iniciando progresivamente en la vida del Seminario. De este modo, adquieren muchas herramientas para decidir lo más adecuado para ellos: ya sea internarse en el Seminario Menor o seguir temporalmente al Señor desde la vocación a la vida laical. Cabe advertir que quienes optan por esta modalidad desde el hogar, son realmente Seminaristas, y lo son en el seno de su familia y de su comunidad, llevando una formación y un acompañamiento cada semana en el Seminario.


¿Qué hace un Seminarista en Familia?

Lo primero que ha de hacer alguien que tiene inquietud por la vida sacerdotal es cursar su Preseminario. Esta experiencia es una semana “de probadita” de lo que es el Seminario. Ahí se observa y aprende, en términos generales, lo que vive un Seminarista ordinariamente, y se le convida a incorporarse al Seminario, ya sea como interno o a Sem-Fam. Se puede ser Seminarista en Familia, pues, mientras se está en la Secundaria o en la Preparatoria.

En nuestra Arquidiócesis existen distribuidos, estratégicamente, muchos Módulos de Sem-Fam, y en todos ellos se ofrece a los niños, adolescentes y jóvenes el ya mencionado acompañamiento vocacional. El Seminarista en Familia vive como cualquier muchacho de su edad, con su familia, cursando la Educación Media en planteles oficiales o particulares; sólo que tiene algo que lo distingue: es Seminarista y vive comprometido como tal. Va a la formación al Seminario un día a la semana, ya sea en la mañana o en la tarde (en horario invertido al que asiste a la escuela). Un fin de semana de cada mes asiste a un Retiro-convivencia, además de vivir experiencias fundantes como Campamentos, Vacaciones en Comunidad y Misiones.

Los Seminaristas en Familia, Sección Preparatoria, viven una vez al mes una experiencia de apostolado. Todos ellos, además de compartir sus inquietudes con muchachos de su edad, son orientados y acompañados por Sacerdotes y Seminaristas mayores. Se visita periódicamente a los alumnos en sus casas; se brinda formación a los padres de familia (y a toda la familia) una vez cada mes, con lo que se pretende el compromiso de toda la familia en el proceso del candidato.

Dios me regaló la oportunidad de colaborar en Sem-Fam durante dos años como Seminarista mayor (en 1° de Teología, y más ampliamente en el Año de Servicio). He sido testigo cercano de cómo Sem-Fam puede llegar a influir tan positivamente en la vida de familias completas, especialmente en el joven que ha sentido el llamado al sacerdocio.

En el presente Curso, 547 aspirantes iniciaron esta maravillosa experiencia. Jesús, Buen y Providente Pastor, siga haciendo germinar las vocaciones que, a manos llenas, ha sembrado en su Iglesia.


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