jueves, 26 de marzo de 2015

La vida sin Cultura es mucho más feliz

Por pereza mental


Detalle Muerte Libros


Luis de la Torre Ruiz

México, D.F.


¿Cuál es la misión del hombre a su paso por la Tierra? ¿No es la felicidad? Hablamos del hombre en general, ya que el hombre religioso tiene muy claro que su misión es ser santo, y esa lucha está frecuentemente invadida por la infelicidad de no ser santo.

El hombre, pues, va a buscar ser feliz a como dé lugar, y mientras esa felicidad esté al alcance de su mano, la aprensará amorosamete sin permtir quea otras inquietudes o pensamientos se la cuestionen. El Arte, la Religión y la Cultura, aquellos valores que hicieron la grandeza de un mundo como el heleno, son cuestiones que en nuestros tiempos no dejan de mortificar el pensamiento y, en cierta forma, no dejan de ser un impedimento para la total felicidad porque inquietan, cuestionan, no dejan en paz y hasta angustian.


Por otros rumbos

Cuando preguntamos por alguien que nos interesa saber de su vida, la respuesta inmediata es: “Oh, está muy bien”. “Acaban de aumentarle el sueldo”. O “se fue con la familia a un Crucero en el Mediterráneo”. O “acaba de pensionarse con una cuota de primera”. O “recién ha comprado una casa. O “acaba de adquirir un carro último modelo”. “La verdad, se ve muy feliz”. En ninguno de esos casos tiene que ver la inquietud espiritual. Todo se debe a un ejercicio de orden material, sin que por ello falten la disciplina, constancia, proyectos, y otras facultades para lograr lo deseado.

El plan de la vida moderna es encontrar esa felicidad por todos los medios posibles, sin hacer caso a nada que inquiete el espíritu ni perturbe ese estado. Hace poco, por ejemplo, en la Ciudad de Londres se revistieron los autobuses de dos pisos con una propaganda total que decía: “Dios no existe. Despreocúpate, sé feliz”. Y, en ese tono, son muchos los millones de habitantes en este Planeta que buscan ser felices sin la idea ‘perturbadora’ de Dios. Sólo que la Religión es algo que está anidado en el corazón del hombre. No hay civilización alguna sin dioses. El mundo no dejará de creer hasta el final de los tiempos.


Más a fondo

Claro que el Arte, la Religión y la Cultura nos proporcionan felicidad, pero ésta requiere de una participación muy seria de nuestra parte; demanda conciencia, esfuerzo, voluntad, conducta de vida y amor a la verdad y a la belleza. La felicidad que se viene construyendo en los últimos siglos es más práctica, menos exigente, mucho más fácil. Puede prescindirse del Arte como algo superfluo, algo que está por allí, en los Museos, y que no me interesa dar un paso para ir a verlo. Puede olvidarse la Religión repitiéndose que “yo no hago mal a nadie”, y ése es un asunto personal.

¿Puede prescindirse de la Cultura, siendo que está inmersa en el pensamiento de todos los pueblos? La Cultura, que incluye Ciencia, Arte, Filosofía y todo el conocimiento, se usa también para negar lo metafísico, lo que no se puede demostrar, es decir, lo que sólo tiene un valor y un contenido espiritual. Y en ésa estamos. En los Planes de Estudio de las Universidades se desplaza la Filosofía por materias más prácticas. Pareciera una consigna el ir contra lo espiritual. El ataque es demoledor, y cada día parece estar ganando la batalla.

Las inmediatas generaciones siguientes bien pueden llegar a ver cómo será la vida sin cultura. De momento, ya tenemos indicios de lo que está siendo poco a poco el deterioro irreversible de la desfiguración de la palabra escrita. Y eso sucede, precisamente, cuando el analfabetismo casi ha sido erradicado en su totalidad. Hoy sabe leer la inmensa mayoría de los habitantes en todo el mundo. Sin embargo, es un mínimo de esos alfabetos los que saben leer. Un tanto por ciento de la población jamás ha leído un libro.


Desperdicio de lo bueno

El síntoma no son los bajos niveles de venta de libros, sino la drástica disminución del buen hábito de la lectura. La inmensa mayoría de libros que se leen son de pésima calidad. Las pilas de libros que vemos expuestas como Best Sellers en tiendas de servicio son de un contenido de lo más insubstancial. En vez de leer, se prefiere dedicar el tiempo a cosas “más útiles y divertidas o entretenidas”, como los Programas Deportivos de Televisión, que se esfuerzan por prolongar su análisis hasta el más absurdo y ridículo cuestionamiento de asentar si el balón rebasó o no la línea de meta.

Con tanta distracción, ¿a quién le importa confrontarse con el legado histórico de la Cultura Humanista construida a lo largo de dos y más milenios? ¿A quién va a importarle la acción de la Iglesia Católica como protectora de las Artes y la Cultura durante más de quince siglos en los que se formó la civilización Occidental? La vida sin Cultura es mucho más feliz. Simplemente, feliz.

Se ha sustituido la cultura de la palabra por la cultura de la imagen. Es más fácil ver que leer. Leer un texto de cierta complejidad mental requiere un uso de la memoria, exige tiempo, lentitud, libertad y, sobre todo, soledad; encontrase a solas con el autor, con su pensamiento y sus ideas, sus personajes y su entorno, que van a ilustrarme sobre un momento histórico, un paisaje desértico o exuberante, un modo de ser y de pensar que va a ampliar mi concepto sobre las gentes.

Cuánto bien le haría, al hábito de la buena lectura, la Prensa en general, cuidando el idioma, sometiendo la información a crítica, publicando Artículos de fondo, esmerándose en sus páginas dedicadas a la Cultura. En fin, haciendo un Periodismo con dignidad, que despierte el gusto por la lectura. En Europa, siete Periódicos de circulación internacional se han unido para formar una alianza (LENA), dedicada a fomentar el Periodismo de calidad. Los periódicos son: Die Welt (Alemania); La República (Italia); Le Fígaro (Francia); Le Soir (Bélgica); Tages-Anzeiger (Suiza alemana); Tribune de Genéve (Suiza francesa) y El País (España).

El Periódico es el vehículo más accesible para invitar a la lectura. Si está bien escrito y contiene una ética profesional para tratar la noticia y un sentido de profundidad en sus temas, seguro que cautivará al lector y éste prolongará su hábito a libros con contenido trascendente.


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