jueves, 26 de marzo de 2015

Historia de la felicidad

Doncellas


Lic. José de Jesús

Vázquez Hernández


En estos tiempos tan avanzados en tecnología que proporciona satisfactores para llevar una vida más cómoda y confortable, puede hacerse una reflexión acerca de la felicidad, que las más de las veces se confunde con la abundancia de bienes y placeres que se obtienen con el dinero, que compra casi todo… menos la felicidad.


Entre fábulas y mitos

Ésta es una breve historia, que habla sobre la felicidad escondida, y dice: entre las viejas leyendas de lugares remotos, hay una que cuenta cómo los dioses decidieron crear al hombre y a la mujer, y que alguno de ellos intervino: “¡Alto! Si los hacemos semejantes a nosotros, van a tener un cuerpo como nosotros, fuerza e inteligencia iguales a las nuestras.

“Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros. De no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Deberíamos quitarles algo; pero, ¿qué deberá ser?”

Pensaron mucho, y uno propuso:

“Vamos a quitarles la felicidad”.

A todas aquellas deidades les pareció muy bien la idea, pero surgió una dificultad: ¿Dónde esconder la felicidad para que los hombres no la encontraran? Unos sugirieron que en la cima de los montes; otros, que en el fondo del mar. Pero se daban cuenta de que los hombres, con su inteligencia, se las arreglarían para llegar allá y descubrirla, incluso si estuviera escondida en un planeta lejano.

“¡La esconderemos dentro de ellos mismos, y nunca la encontrarán!”

Y, desde entonces, los hombres buscan la felicidad, sin saber que la traen consigo.


Ni tan fácil ni tan difícil

A veces, puede suceder que andamos buscando la felicidad fuera de nosotros en lugares y cosas que no la proporcionan, pues, como dice la leyenda, se halla en el interior del hombre. Sólo que hay que descubrirla, y una vez que la encontremos, no apartarnos de ella.

El Canónigo Fernando Lugo Serrano, Capellán de San Felipe Neri y Especialista en Sagradas Escrituras, en su obra: “Vida para vivirla; Siete oportunidades para ser feliz”, nos da una serie de pistas que pueden orientarnos a localizarla. Por ejemplo asienta en el Prólogo que, aunque se haya descubierto la doble hélice, la espiral que diseña la vida y la estructura de la molécula de A.D.N., no todo se reduce a un “gen” que determina inexorablemente si vamos a ser felices o infelices, honrados o criminales…

Está en el centro del debate el misterio del ser… Y del ser específicamente humano, con toda su carga de responsabilidades que nos hacen ser personas… Existen condicionamientos genéticos, ambientales y culturales, pero persiste obstinadamente el timón de la propia existencia y la de muchas personas más.

“Se vive solamente una vez”. Por tanto, es necesario aprender a vivir, a querer, a sufrir, a ser honestos, a vivir alegres. La Ciencia no lo explica todo; sólo abre el apetito: mientras más avanza, más misterios descubre, y entre ellos el más maravilloso de todos, la vida: este fenómeno único del Universo, ante el cual sólo resta la búsqueda constante y el asombro increíble

Por cierto, suele haber felicidad en los niños, y descubrirla uno muy fácilmente en su sencillez, inocencia, sinceridad. Y la llevan por dentro y la reflejan hacia afuera. No en balde aquella advertencia evangélica: “El que no se haga como niño, no entrará en el Reino de los Cielos”… Justamente donde se halla la felicidad plena y perenne.


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