jueves, 5 de marzo de 2015

Camino a la Eutanasia

Camino a la eutanasia


eutanasia 0


Cardenal Juan Sandoval Íñiguez

Arzobispo Emérito de Guadalajara


Se pretende introducir en el Congreso del Estado la Iniciativa en favor de la eutanasia, con el pretexto de aliviar el dolor de los pacientes con enfermedades graves terminales. Se trata de la muerte asistida, para que el paciente -así dicen- deje de sufrir.


No es un hecho aislado

Obviamente, no se trata de una Iniciativa aislada, sino que entra en un plan de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, y sus filiales, que promueven la cultura de la muerte, comenzado por destruir la familia mediante la legalización del aborto, de la anticoncepción, del divorcio y de la unión de homosexuales. Es, ésta, una primera etapa que ya casi está realizada. Viene luego la segunda fase, en la que se promoverá, por todos los medios, la legalización de la eutanasia y de la eugenesia.

La eutanasia es un acto inmoral porque dispone de la vida humana contra el Derecho de Dios, quien es el único que la da y la quita, y quien en el Quinto Mandamiento nos dice, de forma terminante y sin excepciones: “No matarás”.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), en su Número 2277, a la letra dice: “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable”.

Y en el Número 2280 leemos: “Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha dado. No disponemos de ella”.


Atención al dolor del paciente

Otra cosa son los cuidados paliativos ordinarios al enfermo grave, que nunca pueden retirársele, como el alimento, el agua, aunque sea por sonda, y el oxígeno para respirar. El uso de analgésicos para aliviar los dolores insoportables del enfermo, incluso con riesgo de acortarle sus días, está permitido ante una muerte prevista e inevitable.

Pero, por otra parte, debe evitarse el “encarnizamiento terapéutico”, cuando al enfermo en estado terminal se le somete a tratamientos dolorosos y sumamente costosos, ya sea a petición de la familia, que para retener al ser querido unos días más, le dicen al Médico que le haga hasta la última lucha, cueste lo que cueste, o cuando el Médico procede inmoralmente por razones económicas y se empeña en tratamientos costosos que sabe que son inútiles.

En todo ello debe tenerse muy en cuenta la opinión del paciente, si está consciente, o de los que tienen los derechos legales con respecto al enfermo, si éste no está consciente, como lo señala también el CIC, en el Número 2278.


El sentido trascendente del sufrimiento

Es lamentable esta Iniciativa en favor de la legalización de la eutanasia, que no sólo es contraria a la Doctrina Cristiana, sino a la misma Ley Natural. La eutanasia, administrada contra la voluntad del paciente, es homicidio; y pedida por el paciente, es suicidio. Desventuradamente, se constata que el suicidio es cada vez más frecuente en nuestro medio, por muchas razones: por enfermedad incurable, por fracaso económico, desilusiones amorosas, trastornos de la personalidad, por desequilibrios psíquicos, o como consecuencia de las drogas y el alcohol, etc.

El problema de fondo es la falta de Fe en Dios y la pérdida del sentido de la vida, como si ésta fuera la única vida y siempre fuera para triunfar, sin nada qué padecer. Cuando se niega la trascendencia y desaparece la Esperanza en una vida futura, no tiene cabida el sufrimiento y carece de sentido el dolor; por eso, fácilmente se opta por la vía breve del suicidio.

Cuando se tiene Fe en Dios y esperanza de una vida posterior, se respeta el derecho exclusivo del Creador, a la vida; se le encuentra sentido al dolor, que es purificación y penitencia por los pecados y, sobre todo para el cristiano, invitación a unirse a la Cruz de Cristo, que inocente murió por los pecadores. El dolor se santifica, y se gana con él la vida eterna, pues, como dice san Pablo, “si padecemos con Cristo, seremos glorificados con Él”.

El ateo o el descreído piensan que no hay razón para sufrir, pero el creyente descubre en la Fe el Misterio de la Cruz salvadora de Cristo en su propia vida.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario