jueves, 26 de marzo de 2015

Cristo va a ir a la Cruz esta Semana Santa. Y tú, ¿a dónde? (Marcos 14, 1-15,47)

Domingo de Ramos. Otra vez va Cristo, en estos días, a morir en la Cruz por nosotros, para salvarnos de nuestros pecados.


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P. Sergio A. Córdova LC – Fuente: Catholic.net


Hoy, Domingo de Ramos, damos inicio a la Semana Santa. Es la “Semana Mayor” -como solían llamarla antiguamente- porque constituye la más importante y solemne celebración de todo el Año Litúrgico, pues en ella conmemoramos y revivimos los Misterios de nuestra Redención, los acontecimientos que nos dieron vida, vida eterna.

Domingo de Ramos porque celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Pero entra como un Rey humilde, pacífico y manso. No entra con tanques ni con metralletas para conquistar la ciudad. Tampoco ingresa en un caballo blanco al sonido de las trompetas, como lo hacían antaño los Emperadores o los Generales romanos después de vencer a los enemigos. No. Jesús lo hace montado en un burrito, signo de humildad y de mansedumbre.

Es aclamado por gente buena y sencilla, y una gran cantidad de sus discípulos son mujeres y niños. Lo proclaman Rey, no con el estruendo de las armas, sino con los gritos de júbilo. Y no agitan bayonetas o pancartas, sino ramos de olivo y de laurel, signos de la paz. ¡Éste es Jesús, nuestro Rey, el Rey de la Paz y del Amor verdadero, el que entra hoy triunfante a Jerusalén!

Pero también hoy es Domingo de “Pasión” porque iniciamos esta semana de dolor, que culminará en la Cruz. Por eso en el Evangelio de la Misa de este día se proclama toda la Pasión del Señor. Sólo ocurre esto dos días en todo el año: hoy y el Viernes Santo. Pero la Muerte de Cristo en el Calvario no es una derrota, sino el triunfo más rotundo y definitivo de Nuestro Señor sobre los poderes del Mal, del pecado y de Satanás.

Estos días santos son, pues, para acompañar a Cristo en los sufrimientos de su Pasión y en su camino al Calvario; para unirnos a Él a través de la oración, los Sacramentos, la caridad, el apostolado y las obras buenas. ¡Tantas cosas podemos hacer en favor de los demás!, pero tal vez nos falta imaginación o inventiva. O pensar más en los demás, y menos en nosotros mismos.


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