martes, 31 de marzo de 2015

El dilema prenatal

Orientación en casos especiales

El hijo deseado: diagnóstico y selección embrionaria


Hace tiempo me encontré la siguiente historia: en abril de 1982 nació en Estados Unidos una niña identificada como Baby Doe. Además de su mongolismo, nació afectada por una fístula (conexión anormal) entre la tráquea y el esófago. Antes de que naciera, se había informado a los padres que, mediante una intervención quirúrgica, se podía corregir el defecto; de otra forma, la criatura estaba irremisiblemente condenada a la muerte.


Diagnóstico Prenatal


Pbro. Dr. Juan Pablo Wong González


Actualmente es común que muchos matrimonios se planteen la posibilidad de que alguno de sus hijos pueda nacer con discapacidad genética. Esto les lleva a vivir con el constante temor de que así sea, pues es comprensible la desazón de una familia que, esperando con toda ilusión el nacimiento de un nuevo ser, se encuentra con un bebé con grandes malformaciones. Se convierte, por tanto, en una situación delicada, que quiere evitarse a toda costa. Por esto es frecuente que muchos acudan a todo tipo de exámenes para descartar esta posibilidad, y una de estas opciones es el denominado diagnóstico prenatal, práctica cada vez más común.

Ante este panorama, son muchos los que cuestionan la validez moral de un método como el diagnóstico señalado. Se preguntan si es moralmente bueno someterse a una intervención de este tipo.


Hay que saber diferenciar

Habrá que decir, de entrada, que ese diagnóstico es éticamente neutral en sí mismo, pues sólo se trata de un dictamen previo que no tiene mayor implicación. El interés por conocer la información sobre el genotipo, el sexo, malformaciones del feto, etcétera, no tiene calificativos éticos. Incluso puede considerarse como una cuestión positiva si sirve para tranquilizar a la pareja expuesta a riesgos de tipo genético, o para salvar embriones que, de otra manera, hubieran sido sacrificados por padres que no soportarían malformaciones en los hijos (Cfr. JUNCOSA, Artur, El diagnóstico prenatal: problemática ética, Anuario Filosófico, 1994 (27), 103- 115).

El problema moral aparece cuando se consideran las consecuencias que puede ocasionar esta información. Es el caso de cuando el diagnóstico confirma las malformaciones en el embrión, y que entonces lleve a la decisión de abortar. Desgraciadamente, cuando se habla de diagnóstico prenatal y se confirma la información de malformaciones, se ha convertido casi en la única salida, porque la mayoría de las anomalías genéticas no tiene tratamiento. De este modo, la solución a este problema se traduce, erróneamente, en la eliminación del feto.


Mentalidad conveniente

En el caso de Baby Doe, mencionado al inicio, cuando nació, los padres decidieron no alimentarla ni operarla. Como era previsible, la niña falleció a los seis días, mientras los padres seguían oponiéndose a la intervención “dejando a la Naturaleza seguir su libre curso”.

Se trata, obviamente, de un cambio en la mentalidad de nuestra Sociedad. Antes, cuando padre y madre recibían en su casa a un hijo con problemas de malformación, eran admirados por su fortaleza y alegría ante tal prueba. Ahora, el riesgo de tener un hijo limitado, es sinónimo de vergüenza. Así, la posibilidad del aborto se va convirtiendo en una “buena opción” a tomar, si no la única.

Estas posturas ante la vida de los hijos tienen mucho fondo. En lugar de considerar al niño como un ser humano singular, se vuelve un ‘producto reemplazable’. “Si no sale bien este hijo, ya intentaremos con el siguiente”. Así, un hijo sano ya no es producto del azar, sino que se convierte en fruto de una ‘elección’ anterior.


sindrome de down


Cultura de la muerte

En una Sociedad cambiante como la nuestra, los principios y valores anteriores son continuamente cuestionados. Ahora se ejerce una gran presión sobre la pareja que se encuentra involucrada. Son cuestionados, por ejemplo, por los familiares: “¿Cómo es posible que quieran traer al mundo una criatura que va a sufrir en la vida?” O, peor aún: “No saben las complicaciones que tendrán ustedes si deciden seguir con el niño. Vivirán para él”.

Esta presión no sólo se ejerce por parte de los parientes hacia la pareja, sino también la hacen los mismos Médicos al querer ser parte de la decisión que se quiere encauzar. Sin embargo, ellos mismos tampoco son ajenos a esta coerción. En Alemania, por ejemplo, se dictó sentencia en contra de un Médico que desaconsejó una amniocentesis (prueba prenatal que se utiliza para descartar defectos congénitos) a pagar los gastos de mantenimiento de un niño con Síndrome de Down. En España se llevó a un Médico ante los Tribunales por un caso similar.

Y el diagnóstico prenatal ha ido más allá. El diagnóstico preimplantatorio, conocido con el nombre de Preimplantation genetic diagnosis (PGD) es una forma de diagnóstico prenatal, ligado a la técnica de la fecundación fuera del cuerpo (FIVET). En ella, los embriones se forman in vitro y son analizados de defectos genéticos o cromosómicos. Mediante esta técnica se estimula el ciclo femenino para poder obtener mayor número de óvulos, que después son fecundados. Algunos de ellos son transferidos al seno materno; otros tantos se congelan para intervenciones futuras, y otros se desechan. Sólo aquellos que estén libres de estos defectos se transferirán a la madre.


Embrión


Manipulación de la vida humana

Como puede observarse, la valoración moral de este tipo de técnica es distinta al mero diagnóstico prenatal. Al ser utilizada la fecundación in vitro como medio para conseguir los mejores embriones, el resto es eliminado. Así, puede hablarse del diagnóstico preimplantatorio como una técnica abortiva precoz. Por tanto, resulta éticamente inaceptable, también por los problemas éticos que trae consigo, el FIVET. Es una violación al respeto debido al embrión humano. Se trata de un aborto selectivo. Los embriones con defectos, al ser producidos in vitro, son directamente eliminados. Dice la Instrucción Dignitas personae: “Son cada vez más frecuentes los casos de parejas no estériles que recurren a las técnicas de procreación artificial, con el único objetivo de hacer una selección genética de los hijos”.

Este diagnóstico genético preimplantatorio fue introducido al inicio de los años 90 como una alternativa al diagnóstico prenatal. La primera experimentación de este análisis genético fue publicada en los años 1987-1989.

Los que sostienen la práctica de esta técnica argumentan que el embrión, antes del anidamiento, es vida celular y no vida humana individual. Además, consideran que la selección de los embriones sanos permite evitar la interrupción del embarazo por motivos terapéuticos y la difusión de la enfermedad hereditaria en la Sociedad.

Como puede observarse, constantemente aparecen nuevas tecnologías que provocan interrogantes, en particular en el sector de la experimentación en los embriones humanos y en el uso de las células estaminales con fines terapéuticos. Es el caso del diagnóstico prenatal y el preimplantatorio.

Muchos bebés con malformaciones pueden hoy, gracias a atenciones médicas o quirúrgicas sencillas, sobrevivir durante mucho tiempo. Entre estos casos encontramos aquellos como la espina bífida o la hidrocefalia. Así pues, la solución no debe ser buscada en la eliminación de una vida inocente. El pretendido “bienestar de la familia” no puede anteponerse a la vida de un ser humano. Debe respetarse la vida del ser humano desde la concepción hasta la muerte natural. Este principio fundamental debe ser puesto en el centro de toda reflexión ética sobre la investigación bioética.


fecundación in vitro


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