jueves, 12 de marzo de 2015

La cobra del desierto (Juan 3, 14-21)

4o. Domingo de Cuaresma. Debemos llevar una auténtica vida de Gracia y desterrar para siempre el pecado en nuestra vida.


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P. Sergio A. Córdova


El Libro de los Números nos narra el largo peregrinar del pueblo de Israel por el desierto, durante 40 años. Al final, llegan al Monte Nebo, al otro lado del Río Jordán, antes de entrar a la tierra prometida. La Biblia nos refiere que allí murió Moisés. También este Libro nos cuenta, entre otras cosas, todas las rebeldías de los israelitas contra Dios y contra Moisés, por no dar crédito a sus promesas y por murmurar contra Él. Entonces Dios -nos relata la Biblia- les mandó serpientes para castigar a los rebeldes. A muchos los mordieron y, después de una fiebre intensa, morían.

Ante este panorama, Moisés, a petición del pueblo, ora a Yahvéh. Y en respuesta, el Señor le manda hacer una serpiente de bronce y colocarla sobre una asta; todos los que sufrieran una picadura de serpiente, con sólo ver la figura, sanarían.

Jesucristo Nuestro Señor, en el Evangelio de hoy, evoca este pasaje bíblico: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él, tenga vida eterna”. Claramente nos está ya hablando de su Pasión y de su próxima Muerte en la Cruz. Él también será levantado sobre la tierra y colocado sobre una asta, como signo y causa de nuestra Salvación. Así, todo el que contemple con Fe al Crucificado y lo acepte de verdad como Redentor, obtendrá la vida eterna.

Nos vamos acercando a la Pascua del Señor, a la Celebración de los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Ojalá que, día tras día, vayamos penetrando en nuestra oración y meditación, con inmensa devoción y Fe, en todo lo que significó para Cristo ir a la Cruz por nosotros.

Fuente: Catholic.net


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