jueves, 5 de marzo de 2015

Un feminismo constructor

Día Internacional de la Mujer

Fecha para reflexionar y hacer consciencia


El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, y se nos invita a recapacitar acerca de los avances logrados, de pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de mujeres que han jugado un papel clave en la historia de sus países, de sus comunidades y en sus hogares.


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Dulce Natalia Romero Cruz


Existen varias versiones o referencias sobre el origen de la celebración del 8 de marzo, como el incendio en la manifestación de las trabajadoras de la fábrica en Nueva York.

Se dice que la decisión de convertir esta celebración en una festividad internacional corrió a cargo de la alemana Clara Zetkin (1857), pero la propuesta fue presentada por Zetkin en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, efectuada en Copenhague los días 26 y 27 de agosto de 1910, pero existía un antecedente en el cual inspirarse: el Women’s Day que las socialistas estadunidenses llevaban celebrando desde 1908, cuya finalidad era la reivindicación del derecho al voto para las mujeres.

La primera celebración del Día Internacional de la Mujer se produjo el 19 de marzo de 1911. Además del derecho a voto y a ocupar cargos públicos, demandaban el derecho a trabajar, a la enseñanza vocacional y el fin de la discriminación laboral. En los primeros años se celebraba en fechas diferentes, según los países, pero en 1914, a propuesta de las feministas alemanas, se celebró por primera vez el 8 de marzo en Alemania, Suecia y Rusia.


Para leer
La Iglesia, a través de su Magisterio, ha dedicado espacios a la mujer, Documentos que tal vez hemos pasado por alto, o a los que no les hemos dado mucha importancia, pero en los que podemos encontrar mucha riqueza sobre el SER MUJER, y que no se limitan a las féminas, sino que deben ser conocidos también por los hombres.

-Igualdad y diferencia: “Dijo luego Yahveh Dios: No es bueno que el hombre esté sólo. Voy a hacerle una ayuda adecuada… De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre, formó una mujer” (Gen 2,18-20).

Con este símbolo de la costilla describe a la mujer como sacada del hombre; tiene su misma “carne”; es decir, su misma naturaleza y dignidad.

-Catecismo de la Iglesia Católica. 369. El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer… el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde, que viene inmediatamente de Dios su Creador. El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, “imagen de Dios”.

370. Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es Espíritu Puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos.

-Mulieris Dignitatem (Dignidad de la Mujer, Carta Apostólica de Juan Pablo II). “Es algo universalmente admitido, que Cristo fue ante sus contemporáneos el promotor de la verdadera dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esta dignidad. A veces esto provocaba estupor, sorpresa, e incluso llegaba hasta el límite del escándalo. «Se sorprendían de que hablara con una mujer» (Jn 4, 27) porque este comportamiento era diverso al de los israelitas de su tiempo. Por su parte, el fariseo, a cuya casa fue la mujer pecadora para ungir con aceite perfumado los pies de Jesús, «se decía para sí: ‘Si éste fuera Profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora» (Lc 7, 39). Gran turbación e incluso «santa indignación» debían causar en quienes escuchaban, satisfechos de sí mismos, aquellas palabras de Cristo: «Los publicanos y las prostitutas os precederán en el Reino de Dios» (Mt 21, 31).

-La Iglesia y la emancipación de la mujer: “Si bien el Movimiento feminista inicia con la modernidad y se consolida sobre todo con el elemento reivindicativo de la igualdad de derechos civiles, el Movimiento cristiano de emancipación femenina tiene raíces mucho más antiguas. Éste inicia con la decisión de una mujer romana, Lidia, que, contra las convenciones sociales, abrió la puerta a un extranjero, el Apóstol Pablo. Santa Clara escapó de casa para entrar en un Convento y alcanzar a Francisco de Asís, modelando el carisma franciscano sobre las exigencias de una feminidad, de nuevo encontrada en unión con Cristo y traducida en el privilegio de la pobreza (ZENIT, 8 de marzo de 2008).

-Libro “La riqueza de ser mujer” (Sor Enrica Rosanna): “Si las mujeres quieren ofrecer verdaderamente su riqueza al mundo, ello tendrá muy poco qué ver con lo que los varones son y hacen. No es posible seguir colaborando en una Sociedad que busca a toda costa el bien tener y deja en segundo plano el bien ser y el bien estar. Aceptar la riqueza que las mujeres son, constituye una de las pocas posibilidades reales para que la Humanidad no se termine deshumanizando”.

Fuente: www.corazones.ogr y ZENIT.



“Los valores etiquetados como feministas deben convertirse en valores humanos, o la Humanidad fracasará”, Enrica Rosanna.



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