jueves, 10 de octubre de 2013

¿Qué les pasa a Derbez, Fidecine y a la Secretaría de Gobernación?

¿Cine familiar?


Claudia Ortiz Aguilar


news photo 39566 1372097357Para mi desgracia, formé parte de las estadísticas del impacto en taquilla de la Película “No se aceptan devoluciones”.

El “gancho” de su clasificación “A” no admitió pretextos para ir en familia el día de su estreno en México. De sobra sabemos que Derbez es garantía de comedia, así que me supuse una buena tarde de cine en familia.

¿Y cuál va siendo mi sorpresa?… La cinta inicia exhibiendo a un acapulqueño que se aprovecha del libertinaje sexual de las turistas. Si bien no se ve en escena la relación sexual, sí las hay que dejan claro que tendrá sexo con una y con otra, y finalmente hasta con dos al mismo tiempo, por lo que se trasluce que “Valentín”, el personaje principal, protagonizado por Eugenio Derbez, disfrutó de la vida después de la dura etapa de su infancia, en la que su papá intentó enseñarle, de una forma muy ruda e inusual, a perder sus miedos.


Denigra, miente y escandaliza

¿Qué pasó con Eugenio Derbez? ¿Cómo es posible que como paisano y, además con nuestro dinero, co-escribió y dirigió una película que degrada al mexicano y lo presenta como un aventurero sexual, inculto y hasta retrasado, mostrado así en la pantalla a través de la interpretación de su mejor amigo?

En su vida personal, el actor puede hacer lo que le plazca, pero de ahí a promover como “común y aceptable” no sólo para los adultos sino también para todos los niños a partir de los 3 años, que pueden ver su película por ser clasificación “A”, las relaciones entre parejas de mismo sexo y las relaciones sexuales antes del matrimonio o con personas que se conocen de una noche y que inmediatamente se olvidan, eso ya excede lo que aún en México es valorado y permitido.


Criterios laxos y desajustados

Además, ¿qué le pasa a la Secretaría de Gobernación?; clasificar esta película como “A”, ¿fue un simple error de dedo, un papeleo sin revisión? Según el Decreto publicado en septiembre de 2011, que reformó una serie de Artículos de la Ley Federal de Cinematografía para garantizar el principio de reserva de Ley y el Derecho a la Libertad de Expresión, el Artículo 25 asienta que los filmes se clasificarán de la siguiente manera:

I. “A”: Películas para menores de 12 años y todo público. La autorización previa de esta categoría depende de los siguientes criterios: películas sin ningún tipo de violencia u horror; sin propaganda de guerra; sin apología del odio nacional, racial o religioso; sin incitación a la discriminación de las personas prohibida en el Artículo 1º de la Constitución; sin posiciones contrarias a los derechos humanos o a los procedimientos democráticos; sin promoción de las adicciones; y no deben reñir con la preservación del medio ambiente y los valores constitucionales. En esta hipótesis normativa, las películas no pueden contener escenas de sexo sugerido o insinuado, implícito o no mostrado, o explícito o manifiesto. Tampoco pueden presentar sistemáticamente palabras injuriosas o procaces”.

A mi juicio, el que clasificó esta película, una de dos, o no conocía sus propias Leyes o estaba dormido. Pero queda claro que la Secretaría de Gobernación no cumplió con su papel.

La historia en la que quiere centrar la atención el Actor y Director, es sobre la responsabilidad y amor paternal de un irresponsable que se sorprende papá, aun cuando en el último momento, con una prueba de ADN, descubre que no es el verdadero padre. Sin embargo, ¿en qué cambiaría la historia si la mamá, cuando reapareció 7 años más tarde, hubiera tenido de “pareja” a un hombre? El momento de conocer a la pareja era de comicidad y expectativa, al grado de que hasta el mesero anciano parecía ser la opción; pero no, aparece la pareja, y ¡oh sorpresa, es una mujer!

Y no queda ahí el espasmo. La cinta fue apoyada con nuestros recursos, a través de Fidecine y Eficine. Toda una ironía, pues ambos apoyos provienen del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), que tiene como visión la siguiente:

“Contribuir a que la actividad cinematográfica nacional tenga un papel preponderante en el ámbito cultural del país, que fortalezca los valores, costumbres y formas de vida en nuestra Nación”.

Según la película, los mexicanos no tenemos valores, nos acostamos con cualquiera, acostumbramos y es parte de nuestra vida ser bisexuales.


¡Levante la mano si no es su caso!
Pues bien, yo no me conformaría con tomarle la palabra a Derbez para que me devolviera el importe de mis entradas, entre ellas la de un menor de edad; pero yo, más bien, exigiría al Gobierno de la República una explicación sobre el trabajo de Gobernación: vigilar el cumplimiento de los preceptos constitucionales, que tienen como Misión garantizar a los mexicanos un Estado de Derecho. En conclusión, que se respeten y acaten las Leyes. ¿Quién podrá defendernos?


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